En una Buenos Aires hiperfría pegamos planazo. Quedamos con Nati Oreiro para encontrarnos en el microcine de los estudios Paramount Pictures para ver su nueva peli, Re loca, y charlarnos todo. Antes de que terminara, ya arrancaron las risas y ese "¡tal cual!" que se te cruza todo el tiempo con una buena peli de las que buscan la identificación. Se trata de una mujer que, al borde de los 40, entra en crisis, se convierte en una "re loca" y de repente empieza a decir todo lo que quiere, sin filtros. Así que lo primero que surge cuando se apaga el proyector es hablar de cómo nos pegan las crisis a nosotras.
¿Sentís que vivimos de crisis en crisis?
De alguna forma sí. La vida es movimiento, crisis, cambio. ¿Quién es igual toda la vida? Yo intento no traicionar mis valores básicos. Tengo la misma esencia que cuando tenía ocho años y comencé a estudiar teatro, tengo el mismo deseo, intento que esa llama, ese niño interior que no deberíamos perder nunca, continúe estando, pero sé que soy otra, porque si no, me quedaría aferrada a algo que ya pasó.
La experiencia te hace cambiar; si pase lo que pase seguís inerte, no crecés, te estancás.
Totalmente. Lo único que te va a hacer feliz, al menos creo yo, es conectarte con el momento en que estás, y para eso hay que ir adaptándose a lo nuevo. El solo hecho de decirlo me hace tomar conciencia de que es un trabajo que tengo que hacer y que me cuesta, obvio. Lo que pasó siempre sirve como experiencia, lo bueno y lo malo. Todo es aprendizaje. Casi siempre se aprende más de lo malo que de lo bueno, como que con lo bueno es todo gloria y en lo malo una toma conciencia del error.
Te conectás más con el "¿qué pasó?".
"¿Por qué me pasó esto? ¿Qué aprendo? ¿Qué enseñanza me dejó?".
Te pasó con Gilda, que estabas atravesando un momento personal movilizante, en plena mudanza (de Palermo a Zona Norte), y no pudiste conectarte con la alegría de interpretar a tu ídola...
Sí, a la peli le estaba yendo re bien y había cumplido de alguna manera un sueño, pero no pude conectarme con el disfrute de algo que había querido hacer desde hacía mucho tiempo.
¿Y hoy cómo estás?
Hoy sí pude disfrutar esta peli. Primero, porque para mí hacer comedia es reencontrarme con algo que tiene que ver con mi naturaleza. Esencialmente soy una persona optimista: me gusta reír, que me hagan reír y hacer reír. Me sube la endorfina. Por otro lado, hacer la película fue muy liberador, porque yo no me permito muchas cosas que sí se permite Pilar (su personaje) en el modo "re loca". A pesar de tener miles de posibilidades de elegir, dentro de lo profesional y de lo personal, me identifico muchísimo con esa estructura que te da el "deber ser". Tal vez me sucede algo y, en lugar de decir "no me gustó", me lo como y termino explotando en otro momento que no tiene nada que ver. Y voy cargando de pequeñas pesitas la mochila, que a la noche termina pesando un montón, y entonces me duele la cabeza, el cuello, y no sé por qué.
Pero ¿lográs perder el filtro en algún momento?
Mi trabajo me ayuda un montón. Creo que elegí ser actriz porque es una vía de canalización de un montón de cosas que quizá naturalmente me cuesta poder manejar, y a través de los personajes aprendo muchísimo. Es importante salirse un poco del deber ser para dejarse sorprender por la vida. Yo creo en el destino, pero también creo en las oportunidades. Si voy para un lado pero la vida me prende luces de alerta para marcarme distintas puertas hacia otros lugares que puedo abrir y apago todas esas luces, no les doy bola, probablemente me pierda algo bueno que la vida me está regalando.
Es como que la vida te da señales para que vayas para un lado y vos doblás exactamente para el contrario.
Muchas veces, el deber ser, la vorágine de hacer y hacer, la hiperestimulación del entorno, hacen que una se quede ciega y sorda. ¿Cómo hacer para prestarle atención a algo que vos decís "yo lo vi venir" y te la perdés? Tal vez por miedo, por inseguridad. En ese caso, no es que una es culpable, pero una sí es artífice de su camino.
¿Y qué te enseñó tu camino hasta ahora?
Aprendí muchas cosas, a veces, desde el dolor que algo me generó. No quiero decir que no disfrute cuando me va bien. Soy Tauro con ascendente en Tauro y las taurinas somos re gozadoras. Entonces, soy de celebrar las situaciones y los logros. Me doy cuenta de que no está bueno quedarse en la queja. Soy de tomar acción. Hoy tengo 41 años, tengo más experiencia. Estoy con los ojos abiertos la mayor parte del tiempo posible y trato de ser esencialmente alguien abierto a la sensibilidad del otro.
Atahualpa (su hijo de 6 años) te debe haber abierto los ojos en un montón de cosas.
Muchísimo. Él me enseña todos los días. Para mí fue un obelisco. Nunca pensé que me iba a mover tanto. Sobre todo porque, aunque en su momento busqué ser mamá, nunca había sido una prioridad en mi vida. Yo no sabía si iba a ser mamá. No me preocupaba.
No tenías el instinto maternal.
Nunca vi la maternidad como una obligación. Cuando me preguntaban cuándo iba a ser mamá, yo siempre respondía: "Cuando tenga ganas". Y cuando me pasó, sucedió y fue como "¿qué hice?".
Te pasa un poco de sentir "¿en qué me metí?".
Para arrancar, hice seis meses de curso de preparto para tener parto natural y fui a cesárea porque ya era peligroso para él. Volví a mi casa y no podía ni sentarme. Tenía la cama en el piso y con la cirugía no me podía sentar. Engordé 30 kilos y no entraba en el silloncito que tan lindo había tapizado para amamantar. Me sentaba y no podía levantarme por lo culona que estaba. El puerperio es una etapa muy especial para todas. Pero bueno, mi hijo es mi hijo y es lo más lindo que me pasó.
¿Qué es lo que más aprendiste con él?
A conectarme con el momento presente, con el juego, con lo que está pasando. Le estoy leyendo El principito, ¿viste que dicen que hay que leerlo de chico y de grande? Es tal cual. El principito todo el tiempo dice: "No entiendo a los grandes, los grandes solo saben de números, de formas, hacen preguntas extrañas y se olvidan de lo simple, del juego, de la imaginación". Y los niños tienen eso. Él me enseña todos los días y yo intento dejarlo lo más libre posible.
¿Cómo ves la infancia de los chicos?
No quiero generalizar porque creo que todos los padres hacen lo mejor que pueden, lo que les sale. Hoy tanto hombres como mujeres sentimos mucha presión: tenemos que ser buenos profesionales, buenos padres, padres presentes. ¡Es mucho! Es imposible hacer todo bien. En mi caso, prefiero hablar de lo que me gustaría hacer. A veces, estoy con el teléfono mientras él está comiendo, lo contesto y me digo: "Si yo sé que no tengo que hacer esto, ¿por qué lo hago?". Entonces, me repito: "Bueno, Nati, hacés lo que podés".
Ser más amable con una misma.
Totalmente, si igual, aunque haga todo con amor, me voy a equivocar un montón. Qué sé yo. Soy bastante divertida y a veces él me dice: "No bailes, mamá". Y yo me disfrazo...
¿Ya le empezaste a dar vergüenza?
Creo que sí, yo le daría vergüenza a cualquiera, jaja.
Volviendo a la peli, lo que está bueno del relato es que, aunque la protagonista entra en crisis, no les echa la culpa a los demás. Se hace cargo de lo que está mal en ella. ¿Vos sos así?
Depende de la situación. Soy bastante crítica, tengo una vara de justicia bastante alta y muy de la lógica. Siempre intento ponerme en el lugar del otro. A veces, eso depende de las circunstancias porque, tal vez, una vive algo de una manera y el otro de una forma totalmente diferente.
Para eso es importantísimo el diálogo...
Sí. Vivimos en un momento en el que lo dicho puede tener distintas lecturas y si yo te digo algo con determinado sentido y vos lo interpretás de otra forma, lo que yo te dije a vos le llega al tercero completamente modificado. No puedo dar por verdad algo que es mi verdad, tengo que aceptar que tu visión es distinta.
Hablando de opiniones encontradas y reacciones diferentes, ¿cómo viviste el debate por la legalización del aborto?
Me parece que es un momento histórico, un momento muy particular. Siento que es una deuda que tenemos desde hace mucho tiempo, que tiene casi toda Latinoamérica. Independientemente de lo que una puede pensar o de lo que una haría en determina circunstancia, yo lo que siento es que mi forma de vivir, mi forma de pensar o mi propia creencia no puede estar por encima de la creencia del otro. Es la libertad de decidir individualmente lo que cada persona quiere o necesita para su vida. Para mí, el aborto es algo que existió y va a seguir existiendo siempre. Para mí, es legal o clandestino. Es un tema de salud pública. Es hipócrita creer que si la ley no termina de salir, no va a existir más. Va a seguir existiendo, pero por lo menos teniendo las herramientas y la contención para poder hacerlo de manera segura, sin que sean juzgadas con el dedo ni que la opinión de otra persona esté por sobre tu decisión personal. Yo estoy a favor del aborto legal. Entiendo que es la postura más justa, porque nadie va a obligar a nadie a hacerse un aborto. Pero la idea es que mujeres no mueran de forma clandestina con un negocio horroroso.
Además de los temas de género, ¿qué otras causas te mueven?
Todas las movidas de género me interpelan. Creo que es nuestro momento para ser conscientes del poder que tenemos y de unirnos entre todas, porque a veces somos muy crueles entre nosotras mismas. Pasan cosas maravillosas cuando las mujeres se juntan. Tenemos el poder para transformarnos y transformar el mundo en un lugar más sano a todo nivel. Además, hace muchos años que soy embajadora de Unicef, acompañando la primera infancia, que es un momento fundamental de los niños. Todo el amor y la estimulación que no reciben en esos primeros años de vida son muy difíciles de recuperar. Siempre busco poder acompañar al más vulnerable, al que quizá no tiene voz y no puede elegir.
Acá en Argentina, ¿qué tipo de acciones hacés con Unicef?
Voy a centros de estimulación temprana y a organizaciones que acompañan a las madres que sufren violencia de género en sus hogares. Por desinformación y por falta de educación, los chicos viven mucha violencia doméstica.
Te criticaron muchísimo cuando saliste en la tapa de una revista con un niño de África, como si acá no hicieras nada. ¿Cómo te pegó?
Estoy segura de mí misma y, a pesar de las críticas, lo aplaudí igual porque gracias a esa publicación llegó a mucha gente que quizá no lo hubiera leído en una página de un diario, que es donde habitualmente salen. Después está el que sin hacer algo opina sobre eso, que es bienvenido, pero estaría bueno que también hiciera.
¿Aprendiste a manejar las críticas a lo largo de todos estos años?
Estoy del lado de los que hacen. Y prefiero estar de ese lado que del que critica y no hace. Creo que los años me ayudaron a no mirar atrás en cuanto a la crítica. Miro hacia dónde puedo ser útil, colaborar y construir. Prefiero construir y no destruir. Es mi lema. Soy constructora y no destructora, en todo sentido.
Se te rompió algo y lo mandás a arreglar, no te comprás uno nuevo.
Totalmente. O lo arreglo yo si puedo.
¿Y qué cosas te molestan mucho?
Cuando me mentís en la cara me vuelvo loca. Eso saca lo peor de mí. Soy bastante irónica. Muchas veces, en lugar de decir algo de forma directa y simple, recurro a la ironía y, depende de la circunstancia, puede ser muy cruel. No lo puedo evitar. Es mi manera de defenderme.
Tus púas de puercoespín.
Exacto. De repente digo algo de forma irónica y después me arrepiento del dardo que tiré. Cosas a trabajar.
¿Qué es lo que querés hoy y qué buscas en un futuro?
Quiero la igualdad de género, de oportunidades. Un futuro sin violencia, de diálogo. No solamente para mi hijo, para mí. Creo que estamos, lentamente, construyendo una mirada mucho más sanadora en cuanto a los recursos. Creo que es necesario entender que todo lo que le acontece a la Tierra les va a pasar a los hijos de la Tierra. Eso para mí es básico.
¿Y en cuanto a tu carrera? No te vamos a hacer cantar, pero ¡fuiste la voz del Mundial!
Cada vez creo más en mí. No espero que las oportunidades me golpeen la puerta, yo genero mis proyectos. "United by Love" es uno de esos proyectos.
¿Vos fuiste a decir "tengo este tema, ¿lo quieren?"?
De alguna manera yo lo gesté, porque energéticamente me relacionaban directamente con Rusia y sentía que lo tenía que hacer, y terminó sucediendo. Creo que la enseñanza más grande de todo esto es que una es gestora de su propio camino.
Peinó Facundo Díaz con productos Schwarzkopf. Maquilló Sebastián Correa con productos Givenchy. Agradecemos a Juana Maers, Micaela Galarce y a La Casona de Aguilar por su colaboración en esta nota.
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