Nahuel Berger, ver donde otros no ven
Este fotógrafo nos inspira porque generó un aporte concreto a la defensa de la libertad en la niñez: sus fotos modificaron la ley a favor de los hijos de mujeres convictas en México.
Como un chico que juega con su varita mágica a transformar las cosas, el fotógrafo argentino Nahuel Berger se puso detrás de su cámara para volver visible a un grupo de niños que estaban escondidos, y así cambiarles la vida. Chicos escondidos no por juego, sino por realidad: los hijos de las mujeres presas en México viven en la cárcel y hasta hace poco no existían para la ley. Por más absurdo que suene, son alrededor de 3000 menores los que cumplen penitencias junto con sus mamás y, lo que es peor, no eran contemplados por el Estado, al punto de que debían compartir el plato de comida con sus progenitoras porque no existían fondos destinados para ello.
"Los niños invisibles"
Así se llamó el proyecto impulsado por la ONG mexicana Reinserta, cuyo objetivo fue documentar la realidad de los chicos encarcelados y producir un libro con las imágenes, “con el propósito de difundir esta grave situación y que el Gobierno los ayudara y los reconociera”. Nahuel era residente en el país de los mariachis desde hacía 6 años: “Me fui por mi novia, actual esposa. Nos conocimos por Facebook, pegamos onda y a las pocas semanas viajé a conocerla. Ahí nos quedamos”. Una agencia de publicidad para la que él ya había trabajado lo recomendó; sabían que Nahuel hacía trabajos por puro altruismo, como su serie de actrices argentinas o su colección de tango argentino. Él no lo dudó y enseguida se comprometió con la causa. Para entonces, ya era padre de un bebé de 6 meses, y todo lo relacionado con los chicos le pegaba de otra manera: “Con la llegada de mi hijo, dimensioné lo que son, lo que sienten y lo importante que es cuidarlos”.
Hubo que sortear varias trabas para lograr el objetivo. La primera, “una liga internacional que prohíbe mostrar la cara de los niños en medios masivos hasta que cumplen los 18 años”, cuenta. Por otro lado, en las cárceles están prohibidas las fotos: “Por supuesto, los directivos no querían que expusiéramos la realidad de esos chicos”, agrega. Después de varias charlas, surgió el máster plan para entrar a sacar fotos: organizarían una kermés en el penal y uno de los juegos sería pintar máscaras: “Llevamos platos descartables con agujeros para los ojos y témperas de colores, para que los chicos diseñaran sus propias caretas, y después sacarles la foto sin develar su identidad”, dice.
Un día que cambió la historia
La entrada a la cárcel Santa Martha Acatitla fue lenta, hubo que hacer muchos trámites, y Nahuel iba con miedo, con la sensación de algo terrible: “Hubo tensión al principio por la rivalidad que hay entre las mujeres con hijos y las que no son mamás”. De cualquier forma, su adrenalina estaba concentrada en hacer las fotos: “No podía irme de ahí sin las fotos, no iba a haber otra oportunidad de entrar a la cárcel. Sin ellas, no había proyecto porque no había nada que mostrar”. Nahuel recuerda que al principio los nenes se mostraban tímidos, pero después se soltaron, y confiesa que le hubiera gustado charlar más con ellos y con sus mamás, pero que cuando trabaja, se abstrae del mundo y no puede ver más allá de su lente. Tal es su obsesión por captar la foto perfecta que a los 17 años se metió a estudiar ballet en el Colón para mejorar su timing como fotógrafo. Luego, su cámara lo acompañó a España, donde vivió por 5 años, a Noruega y finalmente aterrizó en México.
Después de tres horas de fotos, la kermés había terminado. Para los chicos, fue un día inolvidable. No solo por ser un evento fuera de su rutina carcelaria, sino porque el proyecto cambió el rumbo de sus vidas: el libro con las fotos fue enviado a muchos funcionarios del Gobierno, y el tema se puso en agenda. Si bien la ley no está vigente aún, las fotos de Nahuel ya modificaron la realidad de los chicos: “A partir de los 3 años, el niño puede dejar la cárcel si su madre consigue un tutor, ya sea un amigo, familiar o una institución, y también se logró que el Gobierno asignara un presupuesto para la comida de los chicos ahí adentro”. Gracias a la lente de Nahuel, salieron a la luz estos niños invisibles: “La fotografía te da el poder de congelar momentos y que queden para siempre o incluso que puedan cambiar una triste realidad”.
Dónde conocer su obra
La serie “Los niños invisibles” la encontrás en la web de la ONG Reinserta.
Más fotos: www.nahuelberger.com
Instagram: @nahuelberger •
¿Qué te conmovió de esta historia? ¿Conocías la situación de los chicos de madres convictas? También leé: El hombre sensible y ¿Querés crecer en tu profesión? 16 grosas te dan sus consejos
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