Mitos y realidades sobre la maternidad
En el libro Claroscuros de la maternidad: entre hadas y brujas, las psicólogas María Fernández Castaño y Graciela Panzitta reflexionan, entre otras cosas, sobre por qué nuestra sociedad le otorga a la maternidad un valor supremo
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El mito de la maternidad está construido y sostenido por discursos científicos, religiosos y sociales. La cuestión está cargada de prejuicios, mandatos y juicios de valor.
En el libro Claroscuros de la maternidad: entre hadas y brujas, las psicólogas María Fernández Castaño y Graciela Panzitta indagan sobre estas cuestiones, se preguntan por qué nuestra sociedad le otorga a la maternidad un valor supremo. También, explican que se equipara a ser mujer con ser madre a partir de la creencia de un instinto materno de carácter universal. De este modo, “mujer y madre quedan anudadas como versiones que se corresponden invariablemente en el universo femenino”.
Según explican, el discurso biológico permite tomar un aspecto de la mujer por el todo: “La mujer al formar parte de la naturaleza debe ser madre por instinto. Si alguna se aparta de este mandato puede ser considerada anormal o desviada”, expresa Fernández Castaño.
Además, sostiene que la maternidad supone una esencia materna caracterizada por el sacrificio, la abnegación y la incondicionalidad. Esta idea de que una madre lo da todo por sus hijos, sin esperar nada a cambio. Tal como lo desarrollan en el libro, “esta esencia materna conduce a una sacralización de lo materno, que implica un amor puro, no atravesado por aspectos eróticos ni agresivos. De ella no se esperan ni se aceptan ciertas conductas”.
En el capítulo de “Mitos y realidades de la maternidad”, exponen, sin embargo, que, de acuerdo a condiciones psicológicas y socio-históricas, se observan diferentes maneras de cubrir esa función, muy diversas versiones de la maternidad que contradicen la existencia de un instinto materno.
“La mujer que no ha sido madre ha cargado muchas veces con la desvalorización y las dudas sobre su condición femenina. En la actualidad, si bien algunas aún acarrean el peso de ese mandato, muchas pueden asumir con valentía que no quieren serlo”, manifiesta Panzitta.
La disciplina que ambas autoras comparten, el psicoanálisis, intenta explicar la maternidad como un punto de llegada a partir del deseo y no como un punto de partida en la vida de una mujer. Cuestiona el instinto materno, es decir, la naturaleza biológica de la maternidad, y la ubica no ya como destino ineludible, sino en relación a la historia y al deseo.
“La madre entabla con el hijo ese primer vínculo que es matriz de la subjetividad. El vínculo madre-hijo/a es primario y constitutivo: sostén, modelo y molde de la subjetividad, base de la creatividad y del mundo afectivo. Este primer encuentro deja marcas importantes. Para algunos, paraíso perdido; para otros, hoguera de brujas”, se menciona en Claroscuros de la maternidad.
Y agregan las autoras, que sumaron en el libro experiencias de sus consultorios: “Existe un poder materno que, cuando ejerce violencia, puede arrasar y dejar huellas indelebles en la vida de alguien. En nuestro consultorio hemos encontrado madres que se apartan de los mitos que la sociedad sustenta. Madres semejantes a las madrastras de los cuentos infantiles. Las consecuencias de estas figuras pueden ser variables. En el mejor de los casos, con el trabajo psicoterapéutico, habrá resiliencia y elaboración”.
Mitos y realidades
La maternidad no es una cuestión natural instintiva. Las expertas indagaron en cómo están construidos los mitos sociales sobre la maternidad y su incidencia en la subjetividad.
Citan a la psicóloga Ana María Fernández, que define: “Los mitos constituyen un conjunto de creencias y deseos colectivos, que ordenan la valoración social que la maternidad tiene en un momento dado en la sociedad”. Estos mitos conforman un discurso ideológico del “ser madre” que opera a nivel inconsciente condicionando la subjetividad de la mujer. Al considerar que toda mujer debe ser madre o que son equivalentes, se transforma un aspecto de la mujer en el todo.
Tres recursos se emplean para dar fuerza a este mito:
- En primer lugar, la ilusión de naturalidad, ya que la posibilidad de reproducción y el instinto materno intentan enmarcar la maternidad en el terreno de la naturaleza. Sin embargo, desde el punto de vista conceptual es necesario diferenciar la reproducción de la maternidad. La primera alude al hecho biológico, mientras que la segunda se refiere a un hecho de la cultura.
- En segundo lugar, la ilusión de atemporalidad, ya que, al tratarse de una cuestión natural, “siempre fue así y siempre seguirá siendo así”.
- Por último, la exaltación de la maternidad como esencia de lo femenino, que conlleva a que la mujer deba tener una dedicación mayor a los hijos, aunque ya no tenga la cantidad de hijos que se parían en siglos anteriores, que podían ser hasta veinte.
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