Milipilis: ¿Qué significa ese polémico concepto que exportamos al mundo?
El término viene de la unión entre Milagros y Pilar, dos nombres populares entre la generación Z. Cómo impactó en España
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Con la última edición del Lollapalooza, el fenómeno de las “milipilis” escaló a un ritmo acelerado y las redes donde ellas se mueven, principalmente en Tiktok, estallaron. Sus “outfits” se popularizaron a nivel mundial y ahora también este fenómeno se exportó, en particular con mucha fuerza, a España.
Las “milipilis” son adolescentes que se identifican con un ideal de belleza de cuerpos hiperflacos como aquello “deseable y exitoso” para sus parámetros de la moda. A su vez, las “milipilis” también se asocian con una forma de vestir determinada y con la pertenencia a una clase social particular, la más alta, de mayores recursos.
En el siglo XXI, con el avance de los feminismos y los activismos de la diversidad corporal, todo indicaba que la hegemonía de cuerpos 90-60-90 que tanto se idolatraron en el pasado había quedado caduca (o al menos muy cuestionada). Pero, ¿eso fue así? Consultamos a distintas expertas para analizar el fenómeno y reflexionar sobre sus posibles alcances y consecuencias.
¿De dónde nace el concepto “milipilis”?
El término “milipili” viene de la unión entre Milagros y Pilar, dos de los nombres más populares entre la generación Z. En un primer momento, hace más de 5 años, se utilizó de manera despectiva para nombrar a aquellas jóvenes que se creían superiores por tener dinero. Ahora, el término se actualizó y, además de hacer alusión a la condición socioeconómica, a las “milipilis” se las asocia con requisitos corporales y estéticos bien precisos: deben ser hiperflacas, tener abdómenes chatos, pelo lacio y largo y vestir principalmente de negro con prendas pequeñas y jeans o mini tiro bajo que dejan al descubierto gran parte del cuerpo.
Si pensamos en una “milipili” que podría ser LA referente actual de la escena pop, sin dudas, es Tini Stoessel.
Como dice Laura Zambrini, profesora titular de Sociología en la carrera de diseño de indumentaria y textil de la FADU/UBA: “La moda es un lugar para pensar los cambios sociales”. En diálogo con OHLALÁ!, Zambrini pone en contexto el imperativo de delgadez en la moda y sus transformaciones en las últimas décadas.
“En la segunda parte del siglo XX, se instaló con fuerza el imperativo de la delgadez en la moda, el que requería un cuerpo femenino delgado y joven, los dos grandes mandatos sociales muy significativos en este periodo histórico. En los años 90 y 2000 se va a un extremo de la delgadez en donde la problemática de los trastornos en la conducta alimentaria, como es la bulimia y la anorexia, se empiezan a entender como una enfermedad social más allá de las particularidades, marcado por un fuerte componente sociológico en relación al peso de los estereotipos”. Es entonces, explica Laura, cuando se pone de relevancia el daño que, a través de la moda se estaba produciendo en las mujeres, sobre todo, entre las más jóvenes, por tratar de pertenecer a ese canon hegemónico.
Gracias al avance de los feminismos, en el siglo XXI, se incorporaron otro tipo de discursos y corporalidades que antes la moda desechaba. “Ahora estamos en un momento de transición, donde lo viejo no se termina de ir y lo nuevo no termina de llegar. Por eso, entiendo que el fenómeno de las “milipilis” es un resabio de las estéticas y discursos normativos más ligados al siglo XX. Que hoy nos hagan ruido es un síntoma positivo, ya que viene a mostrarnos que ahora contamos con otras herramientas, puede darnos el impulso para incorporar con más potencia a las diversidades corporales”, explica Zambrini.
Estatus social, delgadez y vuelta a los 90´
Desde AnybodyArgentina, su coordinadora Mercedes Estruch, hace su aporte: “Nos parece muy importante que esté en conversación cuáles son los modelos a seguir entre los y las jóvenes y adolescentes. Vemos como un punto positivo que existan sectores problematizando la vuelta del estereotipo de cuerpo hiperflaco: ya no se acepta tan fácilmente que exista un solo tipo de cuerpo posible o un solo tipo de cuerpo deseable”.
Sin embargo, dice Estruch que las mujeres de referencias en las pasarelas todavía siguen respondiendo al estereotipo corporal de delgadez de los 90 y 2000. “A pesar de que encontramos personas y discursos que se replantean este estereotipo de belleza, no dejamos de ser una sociedad en la que se sigue valorando más el tipo de cuerpo que responde a las ´milipilis´ que a cuerpos con otras diversidades. Más allá de las ‘milipilis’, que no dejan de ser reflejo de esta sociedad, hay que cuestionar fuertemente por qué en nuestra cultura se sigue perpetuando, jerarquizando y celebrando ciertos estereotipos de belleza, que siguen siendo los que se asocian al éxito y a lo que debemos aspirar”.
Ser flaca también habla de estatus social. No es casual que se haya hecho viral con uno de los festivales más exclusivos que viene al país. Estruch lo sintetiza: “Para acceder a la gran variedad de consumos que se requiere para tener cierta estética, en este caso el ideal ‘milipili’, se requiere de un alto poder adquisitivo que permita alcanzar todos los productos y tratamientos de belleza necesarios para así intentar acercarse a esos ideales inalcanzables. No cualquier puede acceder”.
“La cultura de la delgadez es sumamente peligrosa”, se suma Julieta Fantini, psicoanalista con perspectiva de género y creadora de cuestionartearg. Y analiza: “Dicha cultura somete a que nuestros cuerpos se sacrifiquen con tal de que se vean de determinada manera. No importa lo que hagamos: ‘Hay que ser delgada’. No importa el costo psíquico, físico, económico y social que hacemos con tal de que nuestro cuerpo se vea de determinada manera”.
Entre las graves consecuencias que puede traer la búsqueda por la delgadez, Fantini menciona problemas a nivel psíquico como angustia, baja autoestima, ansiedad y el padecimiento en el trastorno de la conducta alimentaria, entre ellos, anorexia, bulimia, conductas compensatorias, obsesión con la ingesta de alimentos ´saludables´ y distorsión corporal.
“No es un dato menor que la Argentina sea el segundo país con más prevalencia de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) en el mundo. Por eso es fundamental trabajar desde la prevención y en el desarme de creencias sobre la cultura de la delgadez”, dice. “Los cuerpos son diversos, y pueden mostrarse de diversas maneras. Empecemos a cuestionar los ideales de belleza y vivir nuestros cuerpos de manera libre”.
Todas sufren por alcanzar el ideal
“Detrás del ideal estético hay mucho sufrimiento incluso para quienes cumplen con esos estándares de belleza”, retoma Estruch y visibiliza un dato que aporta a la reflexión: “Existe un estudio mundial que demuestra que solo el 5 por ciento de la población cumple esos parámetros estéticos. Más allá de que se tenga la capacidad de compra para adquirir los productos de belleza y tratamientos necesarios, el desgaste físico y psíquico que genera es enorme. Estoy segura de que mucha de las chicas que son veneradas por cumplir esos estándares la pasan muy mal. Por eso, el gran cambio radica en que se deje de esperar a que las mujeres cumplamos con esos estándares, aunque tengamos la capacidad económica para cubrir las exigencias estéticas”.
Por su parte, Zambrini identifica como gesto alentador que “ya no pasa desapercibido el imperativo de la delgadez”. “Me parece fundamental que desde los distintos ámbitos podamos generar conciencia social al respecto y amplificar el debate”, finaliza.
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