Megaminería: 5 claves para entender qué está pasando en Chubut
“Minería sí, minería no” es uno de los debates más importantes para el futuro en la Argentina; si este diciembre y con la amenaza de otra ola de Covid estás en otra, acá te preparamos un resumen para saber de qué se trata
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Chubut es un poco la cuna del rechazo social a la minería. Fue en 2002 que a partir de la oposición a un proyecto minero se organizó en Esquel el movimiento “No a la mina”, y en un referéndum se impuso con un abrumador 81 por ciento. Un año después se sancionó la ley 5001. ¿Qué establece? Por un lado, prohibió la actividad minera metalífera a cielo abierto y el uso de cianuro en los procesos de producción minera.
Pero a la vez abrió la puerta para que sí se pudiera hacer minería, porque estableció que se llevara a cabo una zonificación para definir las áreas en las que la prohibición quedaría exceptuada. La zonificación nunca se hizo, las asambleas continuaron: presentaron (en 2014 y 2020) dos proyectos de ley por iniciativa popular para ampliar la protección ambiental de la ley 5001. Pero la legislatura las rechazó, aunque en el último caso se habían juntado 30.916 firmas, en dos meses y plena pandemia.
Ahora sí, la novedad: el miércoles 15 de diciembre la legislatura chubutense aprobó la zonificación, que establecía como áreas de excepción de la ley a los departamentos de Gastre y Telsen, que quedan en la meseta central. El resultado fue 14 votos contra 11.
La resistencia se activó y los manifestantes antimineros se concentraron frente a la legislatura. Hubo destrozos y hubo represión. Marchas, bocinazos y cortes de ruta continuaron luego en forma pacífica en varias ciudades. Hasta ayer. Porque el gobernador Mariano Arcioni (que en 2019 ganó las elecciones haciendo campaña contra la minería, facilitó después la zonificación y la semana pasada dijo que “no iba a dar marcha atrás” con la ley) decidió ayer presentar un proyecto para derogar la norma y llamar a un plebiscito que confirme o rectifique la propuesta. La legislatura volvió a reunirse esta mañana y dejó sin efecto la zonificación. La sesión fue virtual, y la decisión del cuerpo unánime.
Los “bandos”
Las asambleas que rechazan la megaminería redactaron un manual que podés bajar acá y que va enhebrando los argumentos por los que sustentan su resistencia, que, a grandes rasgos, tienen que ver con el uso del agua y sustancias tóxicas y con los impactos ambientales, sanitarios, sociales y económicos que estas explotaciones traen para los territorios.
Explican que las promesas de desarrollo de las mineras son falsas, que gracias a los beneficios impositivos lo que terminan dejando para las comunidades “son migajas” y que, al fin y al cabo, la megaminería genera más pobreza en los sitios que explota.
A favor de la megaminería están –naturalmente- las empresas del sector, pero también parte de la academia que sostiene que la actividad puede llevarse a cabo con buenas prácticas, que la minería no consume más agua ni contamina más que la agricultura, que sí genera trabajo y que sin metales como la plata, el cobre y el litio el mundo jamás podría desarrollarse.
El economista y hoy director del Centro de Estudios para la Producción en el Ministerio de Desarrollo Productivo Daniel Schteingart resume esa posición en este hilo en el que defiende la idea de que sí es posible hacer minería sustentable, segura, que genere puestos de trabajo de calidad y desarrolle las economías locales.
¿A qué proyecto beneficiaría la zonificación?
La ley de Rezonificación de la Actividad Minera en Chubut que se aprobó el miércoles y se derogó esta mañana no apuntó por casualidad a los departamentos de Telsen y Gastre: es ahí donde la empresa canadiense Pan American Silver es titular del 100 por ciento del proyecto Navidad, uno de los depósitos de plata sin desarrollar más grandes del mundo.
La compañía estima una inversión más de 1.000 millones de dólares en 20 años, lo que incluye dos años para la construcción de la mina más 18 de vida útil del yacimiento.
De uno y otro lado
“En Chubut no hay grieta. Se ve en las manifestaciones que hubo incluso en localidades petroleras como Comodoro Rivadavia”, explica Cristina Agüero, referente de la Asamblea No a la Mina de Esquel y licenciada en Ciencias Ambientales.
Roberto Lencina es geólogo, docente de la Universidad Nacional de Tucumán e integrante de la Red de académicos para el desarrollo de una minería sustentable, una organización ligada al sector minero desde la academia o la práctica profesional.
“Los pobladores de la meseta central anhelaban tener proyectos mineros cercanos”, afirma. Y asegura dos cosas.
Sobre el tema del agua dice que la actividad minera usa el 1 o el 2 por ciento del recurso disponible, y que está comprobado que en esa zona hay abundantes recursos subterráneos. “Los proyectos mineros usan el agua en circuitos cerrados. Y, como es tan costosa de extraer, se trata a toda costa de aprovecharla”, señala.
Sobre el xantato –el químico que se utilizaría en el proyecto Navidad en lugar del cianuro- Lencina afirma que ni produce emisiones –porque se usa a temperatura ambiente- ni tiene forma de llegar a las napas, porque el residuo se trata, transporta y dispone según normas muy estrictas.
La discusión de fondo: minería, ¿para qué?
¿Por qué la minería despierta tanto debate? En el planeta se terminaron los yacimientos donde había mucho mineral concentrado. Por eso lo que hoy se hace es moler grandes volúmenes de roca y filtrar luego el mineral de interés con la ayuda de químicos. “Es una de las discusiones más relevantes para el país. ¿Queremos transición energética para dejar de contaminar con el dióxido de carbono? En ese caso vamos a necesitar cuatro veces más minerales que los que usamos hoy, entre ellos, el cobre y la plata. Tenemos enfrente un dilema ético, moral y también práctico”, reflexiona Lencina.
“El extractivismo no es una solución”, advierte por su parte Agüero. Según la experta es mentira que no hay otras posibilidades de desarrollo para la meseta central de Chubut. “La asamblea de Esquel viene organizando el Foro de actividades verdaderamente productivas, a escala humana y para beneficio de las comunidades, lo que pasa es que hace falta que el estado provincial invierta en extraer el agua y llevar electricidad”.
“No tiene que haber minería en el mundo. Ya no. Solo el dos por ciento del oro que se extrae se usa para circuitos electrónicos, el resto va para atesoramiento”, explica y señala que ante el argumento de que los minerales se usan para fabricar objetos necesarios para la vida hay algo que se llama “minería inversa” y se dedica a extraer minerales de dispositivos electrónicos descartados.
Otro tema en juego es la obsolescencia programada: objetos que son diseñados para tener una vida útil corta, lo que empuja a los consumidores a que rápidamente los sustituyan. “Las industrias extractivas deberían dejar de fomentarse”, pide Agüero. Y concluye: “Lo que hay que hacer es empezar una conversión de nuestra matriz productiva”.
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