Matricoins. Cómo son los trueques y negociaciones en pareja
El comienzo de una relación de pareja es siempre un chispazo multicolor que enciende un fuego alimentado por amor y deseo. Ya sabemos de la primera parte, es bastante fácil transitar esa hermosa película en cámara rápida, hechizados como el emoji con ojos de estrellitas. Con el tiempo, esos nutrientes van disminuyendo su impacto y dejan de ser suficientes para mantener vivo el vínculo. El deseo se debilita y el amor –que antes era ciego– empieza a detenerse en detalles: aquello que no nos gusta del otro y lo que nos incomoda toman protagonismo. Reaparecen nuestro ego y nuestro narcisismo que habían quedado "anestesiados" por el enamoramiento. En muchos casos llegan también la convivencia, las costumbres y los hijos.
Para que los intereses egoístas no ganen demasiado terreno, es preciso que haya negociación. Las "matricoins" (matrimonedas) son ese intercambio casi comercial que hacemos las parejas para mantener el sano equilibrio. Te habrá pasado de sonreír por dentro cuando tu pareja te anuncia un viaje con amigos, porque sabés que ingresan "monedas" a tu cuenta y que las vas a ahorrar para ese fin de semana con amigas que tanta ilusión te genera. Sentimos cierto entusiasmo cuando nos toca ocuparnos de la casa y de los hijos mientras el otro hace su rutina de ejercicios en medio de la cuarentena, porque sabemos que después nos lo vamos a cobrar. A veces, hacés la lista mental en el momento de todas las maneras en que vas a utilizar tus matricoins. Es un ejercicio divino. Pero hay que tener cuidado porque demasiadas monedas acumuladas pueden quedar boyando en tu alcancía imaginaria.
Amor S.A.
Toda pareja, en especial las que deciden formar una familia, implica ser amantes, pero también un equipo. De ahí viene la palabra "cónyuge", que conlleva la imagen de dos (bueyes) que tiran del mismo carro. Entre "socios" hay que tener algunos cuidados para no convertirse en una sociedad de socorro mutuo. No se trata de estar midiendo qué esfuerzo hace cada uno, pero sí de estar más atentos. A veces depositamos expectativas en la pareja, para no hacernos cargo de lo propio. ¿Te pasó que al angustiarte creaste una pelea para "descargarte" y quedarte tranquila? O quizá lo padeciste. En estos tiempos de cuarentena, puede que vivas momentos en que te molesta hasta cómo tu pareja mastica, pero es importante calmar un poco la reactividad.
La negociación es necesaria, pero hay que conocer el límite. El lado positivo es que ambas partes entienden que no existe una posición correcta, sino que los dos tienen un poco de razón. Eso da la posibilidad de llegar a buen puerto, y es una habilidad que se va desarrollando con el tiempo. Puede que algún conflicto que hace unos meses no tenían forma de resolver, ahora, de golpe, te parece más sencillo. El riesgo o el lado negativo es cuando todo se vuelve una negociación especuladora acerca de quién tiene razón y quién no. Es nocivo tener que poner todos los temas en debate y charla.
Créditos domésticos
Las tareas de la casa son uno de los conflictos principales de pareja, y durante la cuarentena, en muchas familias se volvió un problemón. Si bien hay muchos hombres que se ocupan equitativamente, en general la división es despareja y las mujeres perdemos. Esto trae muchos conflictos. No peleamos porque nuestra pareja no lavó los platos, sino porque no nos consideró o no tuvo empatía. Para muchas personas, la consideración es un componente erótico mucho más importante que lo que pueda pasar en la cama. El erotismo surge en gran parte del tiempo que se comparte, del modo en que se trata al otro y de tener en cuenta su punto de vista. Acá, algunas claves:
- Las tareas se pueden ir rotando. En lugar de ser algo fijo, vayan probando para ver en qué lugar se sienten más cómodos o aliviados.
- Hay que asegurarse de que las tareas más pesadas se repartan, una semana cada uno.
- No mastiques bronca mientras sumás "matricoins" con tus tareas. Frená a tiempo cuando te sentís colapsada y manifestá que tu cuenta está desbalanceada.
Trueque y negociacion
Por Patricia Faur, psicóloga, especialista en pareja.
Una de las cosas que más complicaron a las parejas dentro de este aislamiento es que se perdieron todas las fronteras de espacio y tiempo. La mayoría de las familias viven en departamentos donde conviven ambos, sus trabajos, la escuela en casa, los niños, la limpieza y la comida. Todo esto conforma un cuadro inédito. No hay momentos en los que uno no tenga al otro en su campo visual, tampoco hay tiempos privados y esto genera mucha irritabilidad. Negociar y hacer buenos acuerdos se ha convertido en un imperativo en esta situación inédita no solo desde la convivencia que es 24 x 7, sino también con relación a la cantidad de tareas que se agregaron y en cuanto a la profanación del espacio privado donde ya no hay más "mío y tuyo", sino que todo parece de todos. Tratemos de generar un espacio para cada uno, aunque sea un ratito. Por ejemplo, si hay una sola habitación donde está la computadora, a la mañana la puede usar uno y a la tarde el otro. Pongamos horarios, distribuyamos el tiempo de modo que, al menos una vez por semana, ambos tengan una hora para hacer lo que quieran, como una clase por Zoom o verse con los amigos. Generar acuerdos y negociaciones es clave no solo para las obligaciones, sino también para los espacios de placer y relajación. Invertir todo lo que sea necesario para pasar este tiempo en el que la irritabilidad y la frustración hacen que aumenten la discordia y las peleas va a favorecer a nuestro sistema inmune. Y no te creas que es un mensaje armado porque suena como una propaganda de la tele: los enojos y las broncas generan una situación de estrés crónico que mina nuestras defensas y lleva a la enfermedad. Tenemos que cuidar nuestra propia vacuna, que es nuestra inmunidad y nuestros vínculos.
Expertos consultados: Patricia Faur. Psicóloga especialista en dependencias afectivas. Luciano Lutereau. Psicoanalista y doctor en Filosofía. Sebastián Girona. Psicólogo experto en vínculos.
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