Masturbación: ¿por qué no deberías tocarte siempre en la misma posición?
Al igual que el gimnasio, tu rutina de masturbación también debería cambiar de vez en cuando. Estas son las razones.
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Dice la psiquiatría que la flexibilidad es una de las mejores cualidades que una persona puede tener respecto a su sexualidad. Y por flexibilidad no nos referimos al ángulo de apertura de piernas o de arqueo de espalda; la flexibilidad que más importa en la cama no es la del cuerpo, sino la del cerebro.
Ser un personaje sexualmente flexible, según la psiquiatra Silvia Ongini, especialista en desarrollo sexual, es estar dispuesto a probar cosas nuevas, a descubrir nuevas sensaciones y, gracias a esta actitud, a esquivar los comportamientos tipificados y rígidos que caracterizan por ejemplo, a las filias sexuales extremas. Es el caso de las personas que solo pueden alcanzar el orgasmo a través de la apreciación de objetos o de conductas muy determinadas, como los fetichistas.
El encanto de la flexibilidad
En algún punto, la flexibilidad sexual puede ser comparada con la amplitud de nuestro paladar: cuántos más gustos y alimentos seamos capaces de disfrutar, más serán los nutrientes con los que nuestro cuerpo contará. En nuestra vida íntima, cuántas más experiencias y estímulos seamos capaces de permitirnos vivir, más rica será nuestra sexualidad, algo que probablemente se manifestará en nuestra creatividad y en nuestra forma de encarar la vida.
Existe una forma de medir tu flexibilidad. Las pistas están en la forma en que alcanzás el orgasmo. Si sos de las que necesita siempre el mismo ritual, la misma posición, el mismo pensamiento o imagen recurrente, es hora de ejercitar. No es que esté mal tener un estilo, es simplemente que ¿por qué limitarse a recorrer la misma manzana cuando hay un mundo entero para salir a jugar?
Ideas para pensar y cambiar la rutina de auto placer
Estas son algunas pistas para pensar qué tan rígida es tu rutina de masturbación y cómo cambiarla.
¿Disfrute o descarga?
Pasado el frenesí de la novedad del sexo, los adultos tendemos a usar la mastrubación com un medio hacia otra cosa. La usamos como ansiolítico, para relajarnos, la usamos cuando nos duele la cabeza, para dormir mejor, la usamos como descanso para resetearnos. Esto hace que la consideremos más como descarga fisiológica que como un acto de erotismo, lo cual contribuye a su automatización. Entonces, cuando aparece otra persona, otra situación, un encuentro, las emociones intensas comienzan y nuestro cerebro no tiene idea de cómo capitalizarlas. Nos embrutecemos.
¿Creatividad o patrón?
Nuestro cerebro es así: un poco vago y muy práctico. La mayoría de las veces, cuando encuentra algo que le gusta, tiende a repertirlo, repetirlo, repertirlo. Por eso la mayoría de las personas se tocan de una sola manera, en una sola posición que es la que funciona fácil y rápido. Esto nos vuelve extremadamente rígidos y bastante aburridos.
¿Trámite o paseo?
El contexto habla mucho de nuestra práctica. Sacarse urgencias de encima, como la ansiedad o el mismo deseo sexual, de un plumazo, puede simplificar demasiado tu respuesta. Es el caso de los adolescentes que apuran las cosas para que no los descubran sus padres o el de las personas en crisis de pareja que resuelven su urgencia durante una ducha y ya.
Al igual que los músculos, el erotismo se puede ejercitar. Salir de la zona de confort, asumir riesgos e, incluso, exponerse a la frustración es parte de crecer, también íntimamente.
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