Mamá, abuela y nieta. En pandemia crearon una marca de pijamas artesanales
Tres generaciones de mujeres se unen en Magoya, un proyecto que nació en 2014, pero que en la cuarentena alcanzó su pico de expansión.
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Sin preaviso, la pandemia se instaló en nuestras vidas y la transformó por completo. Cambiamos los tacos altos por pantuflas o zapatillas deportivas y el pijama se convirtió en nuestro aliado 24/7. Y así fue como este “uniforme casual” nos acompañó en la nueva rutina. Magoya, el emprendimiento que lleva adelante Constanza Perelli (26) con su mamá Sandra Bini (56), encontró en esos meses el momento de expansión para su negocio: en plena cuarentena, pasaron de vender en un día lo que solían vendían en un mes.
Magoya nació en 2014, cuando Constanza estudiaba Artes Visuales en Buenos Aires y decidió empezar a crear y vender accesorios. Después se asoció con su mamá y se expandieron. A la propuesta le sumaron lencería y pijamas, todos elaborados de manera artesanal. Hasta antes de la pandemia y el aislamiento, la venta siempre había sido a pequeña escala, a través de Facebook y de un showroom en la ciudad de Rosario. Hace apenas dos años decidieron sumar la tienda online: “Casi no teníamos ventas a través de ese canal, pero en cuarentena explotó. Teníamos pocos pijamas, los empezamos a mostrar por Instagram y nos quedamos sin stock muchísimo antes de lo que pensábamos”. Para ellas, esta nueva etapa marcó un “quiebre” (literal) y llegó el momento de tomar una decisión que definiría el rumbo: seguir al mismo ritmo de producción o redoblar los esfuerzos y llegar a más personas. “No sabíamos si el taller iba a seguir cosiendo, no teníamos telas, no conseguíamos proveedores porque estaba todo cerrado... Era un caos, pero de a poco nos organizamos, formamos un equipo de trabajo y pudimos crecer”, recuerdan. Así fue como el taller se convirtió en un aliado clave que las ayudó a aumentar la cantidad de pijamas que luego ellas terminaban en su casa: les ponían los botones, los planchaban, los etiquetaban y desinfectaban. Por último, les sacaban la foto y los promocionaban. Las ventas superaron sus expectativas y sus productos empezaron a llegar a diferentes puntos del país.
El mayor problema de este período fue aprender a calcular: “Era todo nuevo, estábamos saturadas de trabajo y no podíamos sentarnos a calcular cuánto necesitábamos. Día por medio pedíamos más telas porque se nos terminaban rapidísimo”. Como no daban abasto con los tiempos de producción, una estrategia que llevaron adelante fue apostar a la preventa. Esto les funcionó para poder llegar con los pedidos en tiempo y forma y también las motivó: “Les gustaba tanto el producto que no les molestaba esperar y eso nos incentivó muchísimo. Corríamos todo el tiempo preparando y despachando. Físicamente estábamos agotadas, pero era lo que queríamos hacer. Ahí nos dimos cuenta de que no nos habíamos equivocado”. Solo de abril a noviembre, Sandra cortó ¡más de 1900 pijamas!
Hoy, Constanza se encarga de las ventas, de las fotos, diseño y difusión en redes; mientras que Sandra lo hace en la parte de producción y del taller. Pero hay una tercera integrante muy importante para el equipo: Beatriz Maldonado (78), la abuela. “Ella nos ayuda con los moldes y en todo lo que pueda sacarnos del apuro, ya que es la que tenía más experiencia en el rubro”. Para ellas, la división de tareas es una de las claves del éxito del emprendimiento.
Motivadas por el crecimiento, en diciembre decidieron abrir su primer local a la calle, en la ciudad de San Nicolás. Además, este año planean reabrir un showroom en Buenos Aires y tratar de llegar a otros países: “Aspiramos a producir más, siempre conservando la línea artesanal”.
Para Constanza y Sandra, el trabajo manual y el cuidado de cada terminación y costura son los diferenciales de Magoya. Es por eso que, pese al boom de ventas, decidieron que no iban a negociar esos valores. “Nuestro producto es artesanal, nos gusta hablar con los clientes, estar en los detalles, y eso no lo vamos a modificar”. •
Los consejos de Constanza y Sandra
- Formá un buen equipo de trabajo y confiá en ellos. “Encontrar gente honesta, que le guste trabajar, que esté contenta con lo que hace y que nos ayude nos permitió llegar a donde estamos”.
- No negocies la identidad de tu marca. “Nos han pedido cantidad para revender. Para nosotras era imposible lograr más volumen y que Magoya siguiera siendo reconocida por su trabajo artesanal. Dijimos que no”.
- Renová la propuesta y escuchá a tu comunidad. “Es importante buscar y pensar nuevos modelos y escuchar a los clientes: así surgió la idea de sumar nuestra imagen de marca a los botones y crear una línea de novias”.
- Priorizá las redes sociales. “No solo son un canal de contacto, en nuestro caso, fue nuestra vidriera”.
Minibio
- Nombre, edad y profesión: Constanza Perelli, estudiante de Artes visuales (26); y Sandra Bini, contadora (56).
- Desafío cumplido: Crearon Magoya, una marca de pijamas, lencería y accesorios que se caracteriza por su trabajo 100% artesanal. shopmagoya.com.
¿Cómo lo hicieron?
- Fueron ampliando la propuesta y creciendo paulatinamente. Comenzaron vendiendo accesorios, después sumaron lencería y pijamas. La inversión fue muy baja: arrancaron con 15 metros de tela y hoy compran 50 metros por color cada tres semanas.
- Superaron las dificultades. La experiencia con el primer taller con el que trabajaron fue muy frustrante para ellas: las estafaron, crearon una página paralela en la que vendían sus diseños, hechos con sus moldes y telas. Con el tiempo, salieron fortalecidas de ese mal momento y lo ven como un “error de principiante”. Hoy controlan cada proceso, pero confían en su equipo.
- Le sumaron su sello personal. Lograron unir sus visiones sobre qué buscan los clientes a la hora de comprar un pijama y crearon una marca que une a las dos generaciones. También crearon estampas propias, porque las del mercado no les gustaban. Todo de manera 100% autodidacta.
En números
Más de 500 productos ofrece la tienda online, entre pijamas, accesorios y lencería.
$5500 es el costo promedio de los pijamas.
$6490 es el costo de Vito, el producto más vendido. Es una chaqueta con mangas largas abotonada y pantalón largo.
10 pijamas era la venta promedio por mes. Durante la cuarentena, pasaron a vender esa misma cantidad cada día.
2 puntos de venta tiene Magoya: un local a la calle en el centro de San Nicolás y un showroom en Rosario. Este año planean reabrir el showroom de la Ciudad de Buenos Aires.
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