Luisana Lopilato: “Ahora solo quiero proyectar el futuro”
Después de un año difícil, ya no quiere pensar en el pasado. Hoy, vuelve a sonreír y a conectarse con el disfrute que le dan el trabajo, el amor de su familia y la fe que la sostiene.
Siempre, después de una tormenta, llega la calma. Ese momento de aquietarse para rearmarse y ahí, en esa paz, descubrir y abrazar un nuevo paisaje. Luisana posa para las últimas fotos así, mirando el agua serena de Nordelta al caer la tarde.
Y sonríe. Finalmente sonríe. Después, se recuesta en un sillón y, mientras el fotógrafo ajusta la luz, cierra los ojos. Y descansa aliviada –además, luego nos contará que hace tan solo algunas horas que pisó suelo argentino–. La última vez que charlamos con ella estaba embarazada de su primer hijo, pero hoy nos sentamos ante una mujer diferente, que le hizo frente quizás a la prueba más difícil. Y salió victoriosa.
Así, con la fuerza de la vida, volvió al ruedo con todo: deslumbra con su femme fatale en cine –estrena el 7 de este mes Los que aman, odian, junto con Guillermo Francella–, retomó las campañas publicitarias, es embajadora de L’Oréal y la cara de la colección verano de Vitamina– y sumó a su agenda una fuerte labor solidaria para los chicos del Hospital Garrahan.
Con Mary, de Los que aman, odian, rompiste con el tipo de mujer que venías representando. ¿Cómo sentiste tu rol de femme fatale?
Me encantó ponerme en esa piel. Aunque no sé si me voy a gustar cuando la vea. Odio mirarme o ver fotos mías. Me gusta más escuchar lo que opinan los demás. Me gusta más escucharte a vos y ver qué te pasó con la película. No la paso bien mirándome. Por eso para mí es importante, a la hora de estar actuando o haciendo fotos, confiar en lo que estoy haciendo. Me gusta confiar en el director, en que me están guiando bien.
¿Y no buscaste nada en vos, en tu propia capacidad de seducción?
No tanto, sí miré muchas películas y actrices de esa época, de los años 30, para copiar cómo caminaban, cómo se movían...
Aprendiste a fumar, ¿no? ¿O ya fumabas?
Solo en la película, y tuve que practicar mucho. Incluso pedí una cigarrera para llevarme a mi casa para poder abrirla y que se viera natural.
Estabas muy segura con tu cuerpo, incluso en las escenas hot. ¿Qué onda, chaparte a Francella, que fue tantos años tu papá en la tele?
Con Guille fue fácil porque tenemos mucha confianza y también me dejé llevar por él, por sus consejos. Parece un cliché, pero fue un “desnudo cuidado”. La luz estaba bien, el set también, re cuidado. En ningún momento me sentí incómoda. Bah, un poco, por la situación de que era Guille, pero él me hizo sentir cómoda.
Y tu personaje es una mujer muy power para la época, muy transgresora y rebelde. ¿Vos tenés algo de eso?
No, cero. Yo soy RE buena. Está mal que lo diga yo, pero creo que para mis papás fui como la hija ideal. Nunca generé problemas, en el colegio me iba bien, nunca me rateé. No tuve la necesidad de hacer nada de rebelde. No lo soy. Casi lo contrario, soy de acatar órdenes.
¿Te sentís más cómoda en esa posición, un poco más sumisa?
Sí. Solo impongo cuando hay algo que realmente me incomoda. Pero, por lo general, soy abierta, me dejo llevar.
Cuando charlábamos sobre esta tapa, todas coincidíamos en que se te ve como una mujer más sólida, muy plantada.
Sí, creo que es una solidez que te la dan los años, cumplir 30, las experiencias por las que pasé, el ir evolucionando en el trabajo, el armar mi propia familia, ir creando mis propios sueños. Siento que es la evolución natural de ir pasando las etapas. Más allá de que trabajé mucho desde chica, nunca quemé ninguna etapa, siempre viví lo que tenía que vivir. Eso es clave. Ahora que soy mamá y veo a mis hijos, me gusta que los chicos sean chicos, me gusta que los teenagers sean teenagers. Pero a la edad que tengan que serlo, no antes ni después.
¿Y en qué valores te apoyás hoy para sentirte bien plantada?
Mi familia, básicamente. Siempre me criaron con mucha conciencia de lo que era importante en la vida. Y en este ambiente, te pueden pasar cosas muy lindas, pero después volvés a tu casa y si no tenés a tu familia ahí, estás sola. Creo que es la base para no marearte. Yo siempre tuve muy en claro que a mí me encanta esta profesión y todo, pero mi familia es mi refugio. Por eso, me encantaría poder duplicar el modelo de mis viejos y criar a mis hijos tal como me criaron a mí.
¿Se te pasó ese momento de la vida en el que una hace mucho para la mirada de los otros?
Lo que pasa es que si te digo algo, no me lo vas a poder creer, pero nunca me importó lo que pensaran los demás. Una tiene que ser segura en la vida, tenés que hacer cosas que te gusten, que ames de verdad, y si vos lo amás y estás contenta, estás feliz, tenés gente que te apoya, eso es suficiente. Siempre va a haber gente a la que le va a gustar y que piense como vos y gente que no, todos somos diferentes.
Entiendo que, felizmente, tu hijo Noah está recuperado (en octubre de 2016 le diagnosticaron cáncer de hígado). No quiero llevarte a recordar esos días de angustia, pero sí me interesa saber cómo te transformó esta experiencia, como mujer y como mamá.
No sé si particularmente me transformó. Pero sí me hizo darme cuenta de cuáles son las cosas importantes, de darle el valor a lo que sí importa de verdad. Por ahí una se preocupa tanto por pequeñas cosas, si te fue mal en un trabajo, si alguien te contestó mal, si algo salió como no esperabas, y cuando te cambia la perspectiva de la vida, ahí ves las cosas que realmente te mueven.
Y a nivel pareja, ¿también te hizo descubrir cosas de Mike?
Nosotros siempre fuimos muy unidos, las pasamos todas juntos y bancándonos, con mucho amor.
Pero esto fue una situación límite para los dos, ¿o no? Uno, por lo general, en esos momentos transita emociones menos lindas...
Sí, claro, pero ya no quiero conectarme con el pasado. Creo que es momento de empezar a pensar en el futuro. Lo único que me sale decir es que lo que pasamos con Noah es lo peor que le puede pasar a cualquier padre. Los sentimientos son inexplicables, no te los podría expresar en una entrevista, pero sí puedo decirte que me encantaría empezar a pensar en el futuro. Gracias a Dios, mis hijos hoy están muy bien y felices. Y siento que es tiempo de empezar a proyectar.
Siempre das gracias, sos muy creyente y decís que ese vínculo que tenés con Dios te ayudó a sostenerte. ¿Qué poder tiene la oración?
Yo no podría vivir sin rezar ni hablar con Dios. Me siento bien cuando lo hago, me hace estar conectada, con una fuerza que me protege, que me cuida, que me guía. Si no tenés fe, no existe todo lo demás. Tenés que ser muy positiva en la vida. Tenés que pedir las cosas y las cosas llegan, tenés que ser paciente y pedir con fe, pero con fe de verdad.
En todo este proceso, ¿en ningún momento te pasó de enojarte frente al dolor..., esa sensación de “por qué me toca a mí”?...
No, nunca me pasó eso de conectarme con el enojo o el “¿por qué yo?”, sino que me daba más fe todavía. La verdad es que durante el tiempo del tratamiento de Noah el apoyo de la gente fue algo indispensable para nosotros, el saber que todos estaban ahí haciendo fuerza... No hay persona que no me haya cruzado afuera, en el supermercado o en la calle, que no me haya dicho que estuvo rezando por nosotros. Sentí ese poder de saber que no estaba sola. Estoy muy agradecida con la gente.
Y habiendo dejado esto atrás, ¿sentís que estás preparada para lo que venga?
Después te cuento. Ojalá que sí. Ahora estoy en la etapa de proyectar el futuro y conectarme solo con cosas lindas. Llegó el tiempo de disfrutar.
¿Qué soñás para lo que viene?
Ahora quiero, paso a paso, ir reconstruyendo la vida, de a poco. Conectarme de nuevo con el trabajo y disfrutar de la familia. Y también quiero ayudar para agradecer. Ahora estoy organizando una gala para el Hospital Garrahan y sueño que se llene de gente que tenga ganas de ayudar. Creo que la profesión te da esto: que la gente te escuche, que esté interesada, o el poder inspirar a otros a creer que todo es posible, que todo se puede superar. Cuando voy a ver a los chicos en los hospitales, es de lo que hablo.
Contame un poco de tu vida en Canadá... ¿Qué diferencias hay entre la vida de allá y la nuestra? ¿A qué te cuesta acostumbrarte?
Me acostumbré un montón. Ya son diez años casi que vivo allá y quizás al principio me chocaba comer muy temprano, pero ya me acostumbré: como temprano y lo re disfruto. Igual, sigo manteniendo mis costumbres: tengo mi mate, mi tele, mis amigos argentinos... Siento que me podría ir a vivir a cualquier lado, pero sigo siendo argentina.
¿Y te copa estar en permanente movimiento? Esto de no estar instalada siempre en un mismo lugar...
Me encanta. Si estoy acá por dos meses, ya me aburro y me quiero ir, estoy: “Bueno, ¿cuándo me voy?”. Y si estoy allá, lo mismo. Me gusta mucho viajar y conocer, es lindo. Aunque es una minimudanza: viajo con doce valijas cada vez que vengo para acá.
El otro día te escuché decir que eras como una especie de “mamá canguro”, que te gusta llevar a tus hijos a todos lados, ¿qué pasa cuando no lo podés hacer? ¿Te agarra la famosa culpa maternal?
No, cero, porque soy re madre, re presente. Hay días en los que está bien que se queden en casa y no vengan, porque después llego a casa, me tiro al piso, juego, estoy, los llevo, les hago planes, vamos a comer.
¿Y cómo fomentás esto que decís de “quiero que los chicos sean chicos, no quemarles etapas”?
¿Viste cuando a los chicos les agarran esos ataques y decís: “Bueno, tomá el teléfono, mirá YouTube”? Ahora trato de distraerlos, de llevarlos afuera a jugar, de que estén conectados con la naturaleza, que toquen instrumentos. Me gusta más como madre, y siento que ellos disfrutan más jugando a la pelota que sentados mirando YouTube.
¿Es verdad que hacen colecho? ¿Duermen todos en tu cama?
Sí, es verdad.
¿Por qué esa cara?
Y... ¡porque no es fácil que duerman solos! Estoy en esa transición de querer moverlos a su cuarto, pero es imposible... Lo tendría que haber hecho mucho tiempo antes, me parece. Ya estoy medio jugada.
¿Y qué descubriste de Mike como papá? ¿Qué te conmueve de él cuando lo ves en ese rol?
Es un súper papá. Me conmueve todo: tiene una re paciencia, es re presente, se sienta, les lee cuentos, les crea historias, les hace campamentos en el jardín de casa..., y lo veo y digo: “Ay, tanta producción”. Por ahí yo no lo hago, no les voy a hacer la carpa. Pero él piensa todo el tiempo cosas para hacer con los chicos. Y cambia pañales, los baña... Somos un buen equipo.
Es una crianza verdaderamente compartida. ¿Y la clave para ser un buen equipo a nivel pareja, cuál es?
Nosotros nos conocemos un montón, sabemos cuáles son nuestros puntos débiles y nos complementamos muy bien. Tenemos mucho humor, nos reímos un montón, esa es una de las claves, y también hacemos cosas solos y la seguimos pasando bien. A veces me preguntan qué pienso cuando pienso en Mike... No sé, es como algo que va mucho más profundo que decir “mi marido”, es como el 50% de lo que soy yo. No me veo separada en mi foto, no es que digo: “Ah, somos él y yo”. Es mi familia. No me veo haciéndole algo mal o lastimándolo o a él haciéndome algo mal o lastimándome. Lo siento como de mi sangre.
Y a pesar de estar así de unidos y de pensarse como uno parte del otro..., ¿hay un espacio donde vos seguís cultivando tu propia individualidad, una Luisana más “egoísta”?
Cuando sos mamá, cuesta más eso. Ni ropa me compro. Ya no pienso en mí, pienso en mis hijos. Mi “yo” egoísta ya pasó a quinto plano. Pienso todo en función de mis hijos y eso me da felicidad. Sí me voy a hacer masajes alguna que otra vez, me voy a hacer una limpieza en mi cara, me voy a hacer las uñas, los pies. Sigo haciendo cosas que hacemos las mujeres solas, pero si vos me preguntás qué me da más placer, a mí me da más placer dedicarme a ellos. Me encanta cocinar, me encanta estar en mi casa. Me gusta la vida de mamá, la paso bien. Siento que ese es mi lugar, mi momento. Yo creo que es mi mejor rol. Por ejemplo, ahora vengo acá y estoy sola y este es el momento de Luisana, pero mi Luisana más genuina es en mi casa, con mis hijos. Eso es lo que espero y es por lo que me levanto todos los días y digo: “Ah, bueno, esta es mi misión”. •
Maquilló Paola Dessaner con productos Mac Cosmetics. Peinó Rocío Menes para Bebe Sanders. Agradecemos la colaboración de la familia Castillo, Falabella y Bernie Catoira en la realización de estas fotos.
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