Lucía Chain, la diseñadora que tiñe sus prendas con remolacha, yerba mate y cebolla
Al entrar al taller de Lucía en Bernal, quedás en evidencia. Acá no hay lugar para el ritmo frenético, el ruido y el estrés. Es como un mundo paralelo. Tranquilo. Ensimismado. Ella entra, despliega telas y moldes y se olvida de todo lo que pasa afuera. Trabaja en silencio. Tiene una flamante máquina de coser Brother recién traída de uno de sus viajes, pero también tiene una Bee Brand antigua, de su abuela húngara que se dedicaba a la sastrería, ahí, como testigo de todo su trabajo. Su abuela fue la que le enseñó a coser. Le confeccionaba la ropa cuando era chica y logró que se fanatizara cosiendo camisas y sacos: "Son mis prendas preferidas para diseñar. Supongo que me lo contagié de ella", cuenta.
Lucía es una de las grandes exponentes del slow fashion, pero su agenda no tiene nada de slow. Acaba de volver de Helsinki, donde presentó su colección Verano 2019, y ahora está trabajando ya en la colección Invierno 2019 y en varios diseños que le hacen por pedido. Además, se prepara para viajar a una expo en Milán y al Fashion Week de Chile.
¿Cómo se pronuncia tu apellido? ¿Chein o Chain?
Se dice Chain, pero afuera todos lo pronuncian en inglés, tipo "cadena". Piensan que la marca se llama así a propósito por la cadena de valor y de producción de mis diseños.
Igual, entiendo que tu cadena de producción tiene un único eslabón: Lucía.
Sí, hago todo sola.
¿Todo sola quiere decir realmente todo sola? ¿No tenés a alguien que te ayude a coser o a teñir?
No, casi nada. Estoy muchos días sin dormir.
Está acostumbrada a las noches de trabajo intenso. Estudiando Diseño de Indumentaria en la FADU, no paró ni un segundo hasta recibirse y ganar el Semillero UBA en 2014. Salimos al jardín. En la casa de sus padres, donde Lucía tiene su taller, hay un patio-jardín, con una pajarera, una porción generosa de pasto, suculentas, cactus y flores varias. Su mamá se asoma por la ventana de la cocina que da a ese espacio verde. Está amasando algo, pero mientras, chusmea, orgullosa, las fotos que le sacamos a su hija haciendo lo que ella le ve hacer casi todos los días: teñir ropa en el jardín. Pero con tinturas poco convencionales: cebolla, remolacha, yerba mate, repollo colorado y otros alimentos que poco a poco va incorporando en su paleta de colores.
INFLUENCIA FAMILIAR
La naturaleza está en sus venas desde siempre: su papá es floricultor y su mamá, profesora de Biología. Lucía empezó a hacer una dieta vegetariana a los 14 y se acostumbró a ir y venir del campo, acompañando a su papá a buscar cultivos. "Mi modo de vida siempre fue fiel a esta filosofía sustentable y mis conceptos están relacionados con mi vida; me inspiran mi familia, mis amigos, los valores que me enseñaron". Sin ir más lejos, su colección Verano 2019 se llama Los Feriantes y está inspirada en su padre: "Cuando era chica, papá vendía su producción en ferias locales de acá, de Zona Sur. Cuando lo visitaba con mi hermano, corríamos y nos metíamos en todos los puestos. Era una aventura tremenda".
¿Te dejás influenciar por las tendencias de moda globales del momento o tratás de siempre hacer la tuya?
Miro muy poco afuera, tengo algunos diseñadores que admiro y sigo en las redes, pero no influyen tanto en mi trabajo.
¿A quiénes seguís en Instagram?
Soy fan de un diseñador inglés, Craig Green, que mezcla sus textiles con estructuras de madera. Lo sigo, pero no tengo nada que ver con su estilo. También me gusta Cecilie Bahnsen. Es superfemenina, no tiene nada que ver conmigo ni con la sustentabilidad, pero me encanta.
TARGETLESS
La mayoría de sus clientes son internacionales. Sin embargo, eso es todo lo que sabe de ellos; Lucía no tiene un target definido para sus productos: "Mi idea es que mi marca sea para todos. Si la quiere usar un niño, que la pueda usar; si la quiere usar una abuela, que la pueda usar también. Me cuesta definir un cliente en rangos de edad o de sexo".
Tu usuario tiene más que ver con una mentalidad o con un estilo de vida que con un tipo de cuerpo.
Sí, es por eso, entre otras cosas, que hago todas las prendas bien holgadas, para que cualquiera las pueda usar.
¿No te gusta tanto marcar la figura?
No es tanto mi estilo. Igual, en la colección de verano que presenté ahora en Finlandia incursioné bastante con las transparencias. Quise jugar un poco con la sensualidad y me reconcilié un poco con el cuerpo.
Lo que viene
Su novio es paisajista. Otra influencia más de la naturaleza que se cuela en su vida. Vive en Maschwitz, a casi 2 horas de Bernal, y viene mucho a acompañarla y cebarle mate.
¿Qué proyectos tienen juntos?
Estamos pensando en la posibilidad de irnos a Eslovenia.
¿Por qué Eslovenia?
Porque es campo, porque él tendría trabajo. Ese es nuestro sueño, pero estamos viendo. Hay que ahorrar un poquito.
¿Y te gustaría en algún momento abrir un local propio?
No es lo mío vender, pero sí, necesito tener un local. Lo pondría en un barrio, obvio. El año que viene seguramente.
O sea: estás entre apostar todo acá y poner tu local o irte a Eslovenia...
Sí. El tiempo dirá qué decidimos.
Y en algún momento del proyecto, ¿entra la idea de familia?
Me encantaría, pero para ser madre primero quiero estar estable en un lugar y que sea bien alejado de la ciudad. Si tengo un hijo, tiene que crecer entre ovejas y vacas.
¿Y les vas a coser la ropa a tus hijos?
¡Sí, me encantaría!
Impacto cero: estos son los dogmas del diseño de Lucía Chain
- Apoyo a la industria local. Sus proveedores son del interior del país, principalmente cooperativas algodoneras del Chaco. "Varios diseñadores de Buenos Aires estamos tratando de darles trabajo a ellos. Se generó una gran red de apoyo y es hermoso".
- Cero explotación animal. En otros momentos trabajó con lana, pero prefirió no hacerlo más: "Quiero que mi ropa no tenga ningún tipo de explotación animal. Aunque supuestamente haya lanas cruelty-free, no tengo manera de corroborarlo".
- Moldería funcional. Lucía desarrolla sus moldes según el tamaño del textil que le entregan. Los prepara con las telas en mano, pensando en generar la menor cantidad de residuos posible. "Todo el material es importante. Hay que encontrar en el desperdicio un valor".
- Tintura orgánica. Logra los colores con tintes naturales de distintos alimentos, cosas que suelen terminar en la basura, como piel de cebolla, corazón de palta, agua del remojo de los porotos negros. Nada se tira. Hasta el agua que queda después de teñir se usa para regar.
- Durabilidad. Las prendas Chain tienen una calidad excelente que, con el cuidado adecuado, resiste el paso del tiempo. Una leyenda que borda en sus prendas dice: "Tratala con amor, arreglala cuando se rompa y compostala cuando la dejes de usar".
- Precio justo. El precio de los productos Chain contempla todo el trabajo que implicó su producción, la calidad de sus materiales y las condiciones de trabajo de quienes intervinieron. "Hay que preguntarse siempre por qué un pantalón cuesta $100 y otro $1000".
- Ropa biodegradable. Todos los materiales con los que Lucía fabrica su ropa son compostables. Esto quiere decir que, si se dejan de usar, las prendas se pueden dejar en la naturaleza para que se biodegraden solas, sin dañar el ecosistema que las rodea.
Verano 2019: Los feriantes
- Diseños genderless, ideados para mujeres y hombres por igual.
- Colores pasteles logrados a base de tinturas orgánicas.
- Siluetas holgadas que se acomodan a todos los cuerpos.
- Transparencias que le aportan sensualidad a la colección.
- Influencia sastrera en camisas, pantalones y sacos.
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