Los viajes de bodas, según pasan los años
Desde las antiguas vacaciones de un mes y la semanita en Bariloche hasta las propuestas más innovadoras
El amor es todo lo que dicen que es el amor. Lo explicó Irving Berlin en las 3000 canciones de sus 101 años de vida. Y lo mismo pasa con la luna de miel a la que ya le cantaron The Beatles con el tema de Mikis Theodorakis en la BBC en 1963, cuando usaban flequillo. Las costumbres han ido cambiando desde que la llamaron así al relacionarla con la dulzura pegajosa del mimo.
En el Deuteronomio del Antiguo Testamento se dice que cuando el hombre esté recién casado no saldrá a campaña militar ni se le impondrá ninguna obligación para que alegre a la mujer que ha tomado como esposa. Se pensaba en vacaciones por lo menos durante un mes, porque la fragilidad de la mujer debía protegerse después de su iniciación sexual.
Luego se asoció con el turismo masivo a las ciudades románticas de Venecia o la Costa Azul de Francia. Con el mundo globalizado se multiplicaron los destinos. De la misma forma que en la Argentina lo habitual era Bariloche, hoy se viaja a todas partes sin olvidarse de los lagos del Sur. Siempre se eligen bellezas naturales, con sol y buen tiempo, playas de aguas templadas, alejadas porque los recién casados no necesitan compañía. Más los incentivos de spa con masajes para dos, aceites vegetales, velas con fragancias, media luz, relax. Y por último, pero no menos importante, la humedad que lubrica los sentidos para andar con un salto de cama estilo Marilyn, de buen algodón, pesado, diseñado como bata porque la desnudez completa es poco sexy. Habitualmente, el flamante matrimonio tendía a escaparse de la propia fiesta y algunos no anticipaban dónde iban a ir.
Es lo que hizo el hijo de Lady Di, el príncipe William, cuando llegó con Kate Middleton en helicóptero a las islas Seychelles.
La fiesta en la playa
Otras parejas, que no protagonizaron la boda del siglo, pueden casarse en el mismo lugar donde pasarán su luna de miel. Es más simple y económico porque se ahorran los gastos de la fiesta, etcétera, luego de la clásica incógnita de a quién invitar o no. Aunque pueden perderse los regalos de la lista de casamiento, porque una cosa es una recepción, otra saludarán en el atrio y más aún que lo hagan lejos. En ese sentido, la industria de la luna de miel tiene programas para todos los gustos y bolsillos, desde hacerlo en el mismo hotel, un yate hasta un castillo.
También varía la duración. Un par de semanas es más común que un mes y hay versiones light muy breves.
La luna de miel es un momento tan grato que no se limita a la primera boda, sino que da gusto repetirla, con papeles o no. Por ejemplo, Elizabeth Taylor, que se casó ocho veces, prefirió quedarse en su bungalow N° 5 en el hotel Beverly Hills.
Las celebridades, ya acotadas a Celeb en la prensa del corazón, marcan nuevas tendencias, como los casamientos del mismo sexo. Un caso es el de Ellen De Generes y Portia de Rossi. Ellen, talentosa comediante y muy premiada en TV, fue una de las primeras en salir del placard en 1997 y decir que era lesbiana. En la crónica de su casamiento en 2008 se dio un amplio detalle del vestuario con Ellen usando simples pantalones blancos y Portia, un tutú rosa que recordaba a la Cenicienta. No hubo sacerdotes, sino amigos para oficiar la ceremonia, lo que se ha hecho frecuente. En este caso con Wayne W. Dyer, psicólogo universitario, autor de varios libros de autoayuda para luchar contra los miedos, entre ellos, Tus z onas erróneas, que vendió 35 millones de copias. El banquete fue vegetariano y los novios compartieron su primer baile (a la manera del Danubio Azul ) con Ribbon in the Sky, con Stevie Wonder.
La hermosa balada se puede bajar al celular o verla en YouTube.
Y la luna de miel fue antes, en Italia, a modo de compromiso.
Innovaciones tecnológicas igualmente impactantes en el escenario de la luna de miel a la luz de un tiempo tan diferente al de Grace Kelly con Rainiero, que recibieron de regalo un yate de Aristóteles Onassis para irse a Mallorca.
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