Ley del Aborto: 5 expertos nos hablan sobre la ley de Interrupción del Embarazo
Diferentes voces hablan sobre la reciente sanción de la Ley 27.610 de Interrupción Voluntaria del Embarazo, que atraviesa sus historias y nos transformará como sociedad mediante su implementación.
“Para ser madre se necesita el DESEO”
Mercedes Romero Russo
Quién es y qué hace: es escritora. Autora de los libros Luciérnagas en frascos y Los mil y vos. Actualmente se encuentra por lanzar una novela para el sello Penguin Random House. @mercedesromerorusso.
Hablar sobre mi aborto me llevó nueve años. Nueve años de entrar en modo alfa cada vez que alguien sacaba el tema, de levantarme de mesas a buscar algo, de mirar la pantalla de un teléfono, como si ahí estuviesen las respuestas a las preguntas más difíciles de la vida. El aborto te cambia para siempre, pero no tanto como el silencio. En 2009, conocí al segundo chico con el que me acostaba. Estaba enamorada, o eso creía. Y a los 19 años también creés que si la saca antes de acabar no pasa nada. Pero al tercer día de atraso me hice el test con mi hermana: positivo. Lo que a muchas mujeres debe llenarlas de felicidad a mí me devastó. No tengo vergüenza de admitirlo. Desde el primer instante supe que no quería ser madre en ese momento y con alguien con quien no veía futuro. Lo llamé por teléfono y, sin dar vueltas, se lo dije. Me dijo que era mi cuerpo, que íbamos a hacer lo que yo quisiera. Le dije que no estaba preparada económicamente, pero sobre todo no estaba preparada psicológicamente. Porque para ser madre, ante todo, se necesita el deseo, algo que ninguno de los dos tenía. Mi único deseo era que todo terminara. Lo que no sabía era que eso apenas estaba comenzando.
La semana anterior al aborto aprendí todo lo que no había aprendido en el momento adecuado. Leí foros y así averigüé todo lo que se podía saber del misoprostol, comercializado bajo el nombre Oxaprost. Hablé con mujeres de Suecia que tenían una ONG para facilitar el proceso de aborto domiciliario en los países donde era ilegal. Entendí que las mujeres somos todas iguales: vivimos y padecemos las mismas problemáticas. Y que tejemos nuestras propias redes, sin que otros las puedan ver. Pasé días y noches frente a una computadora porque era mi cuerpo. Pero él también puso el suyo: en las farmacias le decían de todo, le pedían que se retirara. Al cabo de una semana conseguimos Oxaprost. Y un sábado a la noche, lo hicimos en la casa de él, que vivía solo. A la hora empecé a sentirme mal. Vomité. Tuve un dolor que jamás había experimentado. El aborto había empezado.
Yo había leído que pasando las tres toallitas por hora, podía ser riesgo de hemorragia. Cada vez me sentía con menos fuerzas, el dolor me diezmaba como un relámpago. Le dije a él que necesitaba ir a un hospital. Él me decía que iba a pasar, hasta que, en vez de pasar, me desmayé. Tengo recuerdos borrosos de caminar colgada de él por la calle, y deambular por los pasillos del Pirovano, donde varios médicos me revisaron. Lo habíamos hecho mal.
Era julio, hacía frío, estaba acostada en una mesa de metal congelada mientras los médicos debatían cómo seguir. Ahí nadie estaba impactado. Me veían con los ojos de la costumbre. Uno de ellos me dijo: “Vas a estar bien. Acá nadie te va a juzgar”. Solo entonces lloré. “Me da mucha vergüenza”, le dije. Al otro día me desperté en la sala de maternidad, con llantos de bebés. Él se acercó, me acarició el pelo. Ya no podíamos ser lo que antes nacía en nuestras miradas. Esa tarde me llevó a mi casa y nunca más lo vi. No lo culpo. Fue demasiado para los dos.
Desde que compartí mi experiencia recibí 1022 historias reales. Son historias tan tristes que a veces hasta siento que tuve suerte. Hay puntos en común: las depresiones que los psiquiatras no entienden, el miedo a confiar, a nunca ser madre, porque no pudiste, o no lo merecés. Pero después, las variables eran infinitas. A las mujeres nos tocaba –nos toca aún– atar la realidad con alambres, poner el cuerpo. Nos tocaba esperar que, si existía un Dios, fuera uno que entendiera que la maternidad no tiene nada que ver con genética o instinto. El deseo puede venir de forros pinchados, pastillas que no funcionaron, dudas, pero es deseo. Y es el que nos hizo salir a las calles y unirnos en un mismo grito junto con millones de mujeres para que hoy sea ley.
“La sexualidad se aprende”
Sol Despeinada
Quién es y qué hace: médica y docente en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Comunicadora de salud sexual y reproductiva en Filo.News. Da cursos, charlas y talleres en Ciudad Cultural Konex. Columnista en Radio Nacional Rock. @sol_despeinada.
Todo lo que habita en el universo de tu sexualidad fue aprendido en algún momento de tu vida de forma explícita e implícita. En Argentina el Estado decidió históricamente que las empresas privadas nos vendan toallitas y tampones y sean los únicos que nos hablen del tema, y si teníamos un poco más de suerte nos hablaban sobre embarazo no deseado, pero no mucho más. No hablar de otros temas durante los últimos 30 años tuvo un precio muy elevado que todavía hoy estamos pagando: alta circulación de infecciones de transmisión sexual, embarazo adolescente y complicaciones y muertes por aborto clandestino. En el año 2021 debería estar prohibido que sigan muriendo personas por infecciones prevenibles, tratables y curables. ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Por qué las instituciones educativas dan por sentado que las personas saben cómo usar bien un preservativo? Quienes afirman que ese conocimiento se brinda en su hogar, ¿cómo aseguran que en su familia tienen el conocimiento adecuado? ¿Cómo aseguran que existe la suficiente confianza para que esa persona se saque todas sus dudas en su casa? En este sentido, la sanción de la ley 26.150 en el año 2006 estableció que debe dictarse Educación Sexual Integral en todas las escuelas del país y en todos los niveles. La ESI articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos con perspectiva de género y derechos humanos, necesarios porque es justamente este el motor de la discriminación, lo que se castiga y se odia: la sexualidad y cómo se ejerce. Hay infinitas perspectivas para abordar esta cualidad del ser humano y hay que desmitificar que hablar de sexualidad es sinónimo de hablar de sexo. La ESI promueve el respeto por el cuerpo propio y el ajeno, por la diversidad, cuestiona los roles tradicionales de género para eliminar las desigualdades, el conocimiento de la forma y función de los genitales, previene el abuso sexual en la infancia y mejora la comunicación entre niños, adolescentes y adultos para generar confianza e intervenir ante una situación de riesgo, de ser necesario. Trabaja los vínculos y la prevención de embarazos no deseados.
La ESI es una herramienta necesaria para que las personas puedan tomar decisiones pudiendo evaluar riesgos y oportunidades con información y criterio propio. Permite gozar de una sexualidad en cualquiera de sus configuraciones, con lo más valioso que podemos experimentar: la libertad de elegir. La legalización del aborto viene a recordarnos que todavía las mujeres y diversidades tenemos que pedirle al Estado poder decidir sobre nuestro cuerpo. Esta conquista no es el fin de una lucha, sino el principio.
Ampliar derechos
Nelly Minyersky
Quién es y qué hace: abogada tucumana de 92 años, directora de la maestría de Derecho en la Universidad de Buenos Aires, referente en la lucha por los derechos humanos, militante histórica por el feminismo e integrante de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal en Argentina.
Estábamos muy ansiosas a principio de año hasta que llegó la pandemia, hubo otras prioridades y, como a todos, nos atravesó. De repente, sucedió y en cuatro semanas, después de muchos años, fue ley. El aborto es algo que empieza y termina y la ley no obliga a nadie a abortar. En cambio, ser madre es una responsabilidad de por vida y en eso estamos ahora porque hay que seguir apoyando a todas las mujeres. Esta ley amplía derechos y no los quita, tal como lo hicieron en Argentina la ley de divorcio o el cupo para acceder a puestos políticos. Las leyes son muy importantes, pero no son suficientes; cuando tenemos leyes positivas, son instrumentos que tenemos que hacer valer. Por eso nunca es demasiado en la educación y prevención de los derechos humanos. Estamos trabajando mucho en el Ministerio de las Mujeres el tema cuidado y violencia de género para poder dejar de escuchar las frases “no me golpea tanto” o “por lo menos no me golpea adelante de los chicos” y, claramente, luchar contra los femicidios. Por ser parte de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal en Argentina muchas me identifican como referente del feminismo, pero no sé si lo soy, soy una defensora de los derechos humanos. Con la edad que tengo, atravesé varias dictaduras, la guerra civil española y la Segunda Guerra Mundial. En el ámbito laboral, en los hogares, en los hospitales, se trata de legislar la igualdad. El debate de esta ley en 2018 generó que saliera el tema del clóset, que empezara a hablarse. Ahora todos debemos seguir trabajando en lo que hay de base, que es un grito que tiene que ver con la igualdad y con la democracia.
“Ahora debiera desaparecer la muerte materna”
Mario Sebastiani
Quién es y qué hace: médico de la División de Tocoginecología y miembro del Comité de Bioética del Instituto Universitario del Hospital Italiano de Buenos Aires. Actualmente, se desempeña como médico obstetra en dicha institución. Autor del libro #AbortoLegalySeguro. @mariosebastianiok.
Hemos perdido 37 años con la penalización del aborto. Esto ha significado miles de internaciones por complicaciones del aborto y algo más de 3000 muertes de mujeres en edad reproductiva. He escuchado siempre: “Qué difícil es la despenalización del aborto” y nunca: “Qué difícil es la penalización del aborto”. Como si penalizando nuestra moralidad quedara al reparo. Dirijamos la mirada hacia el futuro. Desde las 4.06 horas del 30 de diciembre del pasado año tenemos una ley que ha despenalizado el aborto. Por lo tanto, de ahora en más y hasta las 14 semanas, las mujeres pueden peticionar una interrupción del embarazo sin dar explicación alguna sobre los motivos. De alguna manera, esta fórmula estimula la autonomía y la responsabilidad de las mujeres. El Estado y los equipos de salud, en cambio, nos obligamos a ofrecer consejería y asesoramiento sobre la estrategia de interrupción; asimismo, le daremos la medicación y le ofreceremos una anticoncepción efectiva para evitar un nuevo embarazo no deseado. Y los profesionales que no quieran efectuar estas prácticas deberán informarlo a las autoridades y explicar los motivos de su objeción de conciencia. Dado que el derecho a una objeción de conciencia implica que un profesional no está en desacuerdo con la norma jurídica sino que pide estar eximido de efectuar esa práctica, es obligatorio que el objetor derive inmediatamente a otro profesional o institución donde se pueda dar respuesta al derecho que le asiste a un/a paciente. Hasta ahora, los profesionales usaban la objeción de conciencia como una herramienta moralizadora o disuasiva del aborto así como de la ligadura tubaria, la vasectomía o la prescripción de anticonceptivos. Muchas veces, estas objeciones no partían del fuero íntimo de un profesional, sino que emanaban de la jefatura del servicio o de la dirección del Hospital o del Colegio Médico.
Entiendo que a partir de esta nueva ley disminuirán notablemente las complicaciones infecciosas u hemorrágicas, y debiera desaparecer la muerte materna. Asimismo, podremos saber, de una vez por todas, cuántos abortos hay en nuestro país, qué edad tienen las mujeres y, con un debido consentimiento informado y con la debida privacidad en el contexto de una investigación científica, podremos saber cuáles son los motivos de los abortos. Sin datos, no hay políticas públicas. Dentro de la legalidad de la práctica y alejados de la clandestinidad, se podrá ofrecer la ley de ayuda de los 1000 días a las mujeres que deseen seguir adelante con su embarazo. Es de esperar también que con la ley todos nos obliguemos a trabajar en la implementación de la educación sexual integral y estimulemos la anticoncepción universal.
Esta ley no solo era necesaria para la salud pública, sino que viene a poner en un nivel de igualdad la dignidad de todas las mujeres.
1000 días decisivos
Luisina Troncoso
Quién es y qué hace: puericultora docente, diplomada en Nutrición Materno Infantil. Autora de los libros Los primeros 1000 días de tu hijo y Fácil y nutritivo (Editorial Planeta). @mamasabebien.
Estaba a las corridas por la calle cuando sonó mi celular. Era mi amiga Maru Ibáñez contándome emocionada que, además de la ley de IVE, se había enviado al Senado el proyecto de ley del Programa de los 1000 días. Como militante de esta iniciativa, escuchar que se iba a reglamentar me dejó en un estado entre el shock y la alegría absoluta. Este proyecto, además de acompañar, proteger y apoyar integralmente a las embarazadas, puérperas y recién nacidos, incluye la ley de trombofilia, por la cual muchas personas con este desorden tienen afectada la posibilidad de gestar cuando así lo desean. Apunta a bajar la mortalidad, malnutrición y desnutrición, además de prevenir la violencia, protegiendo los vínculos tempranos, el desarrollo emocional y físico y la salud de manera integral de las personas gestantes y de sus hijos e hijas hasta los 3 años de vida. El proyecto destaca como objetivos:
Disminuir el impacto negativo de las patologías prevalentes relacionadas con la nutrición en el embarazo.
Asegurar la lactancia exclusiva por 6 meses.
Favorecer la lactancia materna complementaria a los 12 meses y promover la extensión de la lactancia materna hasta los 24 meses.
Promover el estado nutricional óptimo de todos los niños y niñas del país.
Instruir y guiar a la embarazada y a su entorno en la crianza y buenos hábitos alimenticios.
Como profesional, seguiré luchando para que las puericultoras seamos reconocidas como personal de salud y podamos matricularnos.
Entonces recapitulemos: Educación sexual para poder tomar decisiones informadas, plan de los 1000 días si decidís maternar y Ley IVE 27.610 si decidís no hacerlo.
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