La Toscana: un recorrido por los pueblos más lindos de Italia
A mis 18 años me enamoré de la peli Bajo el sol de Toscana y desde ese momento viajaba a esta región italiana con mi imaginación cada vez que volvía a ver esas escenas entre campos de girasoles, helados de frambuesa, vestidos blancos arriba de una Vespa y atardeceres desde balcones medievales. Diez años más tarde logré hacerlo realidad. La clave es organizar el itinerario y contemplar las diferentes actividades culturales de esta región: desde lo gastronómico hasta lo artístico.
Alquilar un auto es imprescindible y lo ideal es tomar como punto de partida la ciudad de Florencia. Acá, mis cinco preferidos en modo roadtrip. ¡Vas a enamorarte!
Radda in Chianti
Entre los valles de Arbia y Pesa, este pueblo toscano está rodeado de viñedos y bodegas que podés conocer a través de visitas guiadas o reservando una mesa para un almuerzo veraniego a la sombra de una parra. A 15 kilómetros de la plaza Ferrucci y por un camino de tierra, podés conocer la Ostería Di Fonterutoli, propiedad de la familia Mazzei desde el siglo XI, en donde producen su propio vino desde hace 24 generaciones y sirven un menú exquisito. Bonus track: las mesas tienen una vista privilegiada al valle. A la hora de la siesta, los locales se guardan en sus casas y en las calles solo se escucha de lejos el motor de algún auto turista o las ruedas de una bici que pasa cerca. Eso sí, los negocios más importantes, como las heladerías, no cierran. Lo Sdrucciolo es parada obligatoria para un cucurucho o unas crepas con chocolate y avellanas. Por último, mis souvenirs preferidos: una colección de postales para escribir a mano y una cuchara de madera con el mango de cerámica pintado a mano. Podés encontrar los objetos típicos y productos regionales en la calle principal, Strada Chantigiana.
San Gimignano
A este pueblo, lo llaman "el Manhattan toscano" por su propio skyline de torres medievales y su atractivo megaturístico. A pesar de la cantidad de viajeros que lo visitan, su escenografía con calles de piedra, iglesias con campanarios y plazas rodeadas de pizzerías y gelaterías parece el set perfecto para una peli. Está rodeado por una muralla de arquitectura gótica y cuenta con trece torres típicas que van a hacerte mirar para arriba constantemente durante el recorrido. Las dos plazas centrales, del Duomo y Cisterna, son puntos de encuentro y paradores clásicos para contemplar el movimiento y el paso del tiempo de este lugar. En el Palacio del Popolo podés subir hasta el mirador de la única torre abierta al público (la Torre Grossa, de 54 metros, ¡la más alta de todas!). El precio de entrada es de €9 e incluye el ingreso a los museos de la ciudad. Para disfrutar de una vista panorámica de los alrededores del pueblo, el mejor spot es la Rocca di Montestaffoli, una fortaleza construida para proteger a San Gimignano de los ataques de Siena. En los mercados de la calle vas a encontrar sus productos típicos, como el queso pecorino, el azafrán y el vino blanco Vernaccia. Además, si sos fan del helado, no podés irte sin probar los de la heladería Dondoli, que dicen ser los campeones mundiales de este manjar italiano. Son súper caseros e incluyen sabores gluten free. Además, si tenés tiempo y ganas, podés anotarte a una clase para aprender a hacer tu propio helado.
Monteriggioni
Este pueblo es una joyita en el itinerario toscano porque muchos viajeros lo pasan de largo y tiene un encanto especial que no vas a encontrar en otros. Está ubicado en una colina y rodeado de árboles de olivos y un fuerte circular con puertas abiertas en forma de arco a través de las cuales podés ver el paisaje que hay alrededor y conectarte con la naturaleza. El pueblo tiene un área de no más de 100 km2 y esto lo hace mucho más íntimo y acogedor. Dicen que la Iglesia de Santa María Assunta y la Piazza Roma inspiraron a Dante Alighieri y también fueron parte de la escenografía de la película La vida es bella. ¡Imposible no inspirarte en esas calles! Te recomiendo que prestes atención a todos los detalles que hay dentro del pueblo: las grandes macetas en las paredes con sus diferentes tipos de flores, los perros durmiendo la siesta, los buzones de correo grabados, las ventanas cerradas y también las que están abiertas (¡seguro te encuentres con alguna vecina saludándote o colgando la ropa!), los carteles y señales pintados a mano.
Si estás tentada de un buen y abundante plato de pastas, Il Pozzo es el mejor restaurante del pueblo. También vas a encontrar el taller de un artesano que hace joyas a mano y un local que vende frascos de miel pura y hace degustaciones generosas.
Montepulciano
Siguiendo la ruta, en el camino a Montepulciano, tomate un respiro y hacete un ratito para frenar y observar los campos de girasoles: ¡sin dudas, es la postal más buscada para las fotos! Una vez dentro del pueblo, andá directo en búsqueda del Café Poliziano, un hermoso bar histórico que tiene un balconcito privilegiado al final del salón. Si la mesa está libre, zambullite porque es súper cotizada. Lo difícil va a ser levantarte para seguir viaje: ¡vas a querer quedarte ahí para siempre! Asegurate de probar el postre tiramisú antes de seguir recorriendo.
La Piazza Grande es el corazón de esta ciudad, el punto más alto y también la sede de eventos y festivales locales como el Bravio delle Botti en el mes de agosto, una carrera de parejas empujando cuesta arriba un barril de ochenta kilos. Además, en las afueras pero no demasiado alejado, está la Iglesia de la Madonna de San Biagio, que es para muchos el principal atractivo del pueblo. Está ubicada en medio de la campiña con vistas fascinantes a Montepulciano de fondo.
Datos útiles
¿Cómo llegar?
Con Alitalia hay vuelos directos a Roma y desde la capital podés tomar un tren a Florencia. Desde ahí, recomiendo alquilar un auto para el itinerario toscano.
¿Dónde dormir?
Lo más práctico es hacer base en Florencia o Siena y salir a recorrer los pueblos durante el día con el auto. Una gran opción precio-calidad en Siena es www.sienavip.it, justo afuera del casco histórico, con 7 habitaciones divinas y desayuno incluido.
¿Cuándo viajar?
En verano, la vida local es más animada y los paisajes son más coloridos. Julio y agosto son los más concurridos, por lo que si podés viajar durante junio o septiembre, aún mejor.
LO QUE NO PUEDE FALTAR EN TU MOCHILA
- Cámara de fotos. Es casi obvio, pero toda la ruta es una postal para cansarte de tomar imágenes.
- Diario de viaje. Para escribir en papel lo que más te gustó de cada pueblo. Registrá sensaciones, comidas, olores, recuerdos. Así te queda un minijournal de cada pueblo.
- Una playlist con canciones tanas para el roadtrip. ¿Cómo te ves cantando al viento los hitazos de Mina, Eros Ramazzotti, Nino Bravo y Laura Pausini?
- Calzado cómodo para patear y patear hasta que se haga de noche. Olvidate del taco, acá mandan las zapatillas all day long.
- Protector solar sí o sí. El sol de La Toscana no es solo el título de una peli, pega fuerte.
- Euros en cash por si algunos lugares no aceptan tarjeta. En algunos comercios chiquitos lo vas a necesitar.
- Un vestido camisero para caminar fresca y cómoda. En verano, hace calor, así que cuanto más fresca, mejor.
- Google Maps en el teléfono para completar tu itinerario a tiempo. O, si querés hacerlo al estilo vintage, un buen mapa con todas las rutas de la zona.
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