La postal: cuando le hacemos photoshop a la vida de los otros
¿Te encontraste observando a otra persona y comparando solo una parte de ella con toda tu realidad?
Hoy vamos a dedicarle esta columna a las postales. En general tenemos presente dos tipos de postales: la de papel, que llegaba a destino por correo… postal, y la digital, que llega en microsegundos desde un dispositivo móvil hasta otro. En cualquiera de sus versiones, el concepto de postal resulta útil para revisar nuestra mirada sobre nosotros mismos y sobre los otros.
La postal muchas veces actúa en nosotros como un filtro. Y, como cuando aplicamos filtros en una búsqueda para obtener un resultado más acotado, el resultado impide ver más allá. En el filtro de postal podemos identificar dos límites:
• La postal retrata un instante (no muestra un proceso).
• La postal implica un recorte (no muestra qué hay a los costados de la postal).
Pensemos en este ejemplo: queremos con todas nuestras ganas tener una pareja y vemos en el instagram de una amiga la foto de ella con el novio en un globo aerostático. Morimos de envidia con esa escena, sin saber si el paseo fue un bálsamo en un día de peleas o si a los pocos metros el paisaje se convirtió en un basural. Es posible que nuestra amiga esté feliz con el novio, paseo en globo incluído (¡bien por ella!), pero no es la postal la que nos va a dar la suficiente información para sacar esa conclusión.
¿Siempre es más verde el jardín del vecino?
El filtro de la postal no permite ver la realidad del otro en su multidimensionalidad. ¿Cuántas veces observamos a alguien con ese filtro? Y cuando lo hacemos, ¿qué sensación aparece en nosotros si justo estamos buscando algo que esa postal nos muestra?
Por otra parte, mientras que con la imagen del otro saltamos rápidamente a la conclusión de que lo que allí aparece es representativo de su realidad, cuando observamos nuestra propia situación la abordamos en toda su complejidad: nos comparamos en nuestra totalidad con sólo una porción de lo que el otro es (o, mejor dicho, sólo una porción de lo que nosotros vemos que el otro muestra que es).
Nos miramos a nosotros mismos sin aplicar el filtro de la postal sino haciendo más bien lo contrario: la foto (mental o no) que tomamos de una escena feliz suele venir con peros. A diferencia de cómo vemos a la otra persona, para nosotros mismos no usamos photoshop:
• Vemos el proceso, más allá del instante: "Me llevó años convencerlo de hacer el paseo en globo".
• Vemos el panorama, más allá del recorte: "En la foto no se ve que también estaba el sobrinito de él, que estuvo llorando todo el viaje".
Evitar el doble photoshop
Si nos encontramos con la sensación permanente de que siempre es más verde el jardín del vecino intentemos el ejercicio de evitar el doble photoshop. Cuando alguien nos hace un relato de su realidad ya está realizando una primera edición; no sumemos a ésa una segunda edición —la nuestra— que photoshopea el relato del otro al punto de volverlo una postal que encandila por su lustre.
Asumamos que nadie es sólo lo que muestra en un momento sino que también es lo que no muestra en ese momento, e intentemos pasar del relato en un solo plano que el otro nos ofrece a una mirada multidimensional. Y apliquemos esta mirada más rica tanto para observar a los demás como para observarnos a nosotros mismos.
¡Seguimos en contacto!
Mercedes
Para afinar tus búsquedas, además de evitar el filtro de la postal, podés leer sobre los mandatos (un tipo específico de postal), en Ojo con los mandatos, otra de las entregas de Buscando(me)
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