La guerra y el arte: la historia oculta detrás de cinco pinturas icónicas
Desde el Guernica de Picasso hasta obras de ideología fascista; te contamos las historias bélicas que inspiraron la creación de cinco pinturas emblemáticas
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Las guerras existen, lamentablemente, desde los inicios de la humanidad. Cada una de estas batallas traen consigo consecuencias profundas para quienes las atraviesan y se convierten en parte de la memoria colectiva de la sociedad. En cada época, los artistas asumieron la tarea de plasmar estos enfrentamientos bélicos a través de sus pinturas.
En sus lienzos se ve la historia de los vencedores y los vencidos, el drama humanitario, los momentos claves de una guerra y, también, el punto de vista que cada autor tiene sobre estos hechos.
Analizamos cinco obras emblemáticas que retratan la guerra y la historia que se oculta detrás de sus pinceladas.
1. Los fusilamientos del tres de mayo (1814)
Francisco de Goya y Lucientes
La historia detrás de una de las pinturas más famosas de Francisco de Goya y Lucientes incluye engaños, traiciones y levantamientos. A principios del siglo XIX, Napoleón Bonaparte les ofreció a los reyes españoles un pacto: permitirles a sus tropas pasar por la frontera para atacar en conjunto a Portugal. El rey Carlos IV aceptó sin sospechar que las verdaderas intenciones del emperador francés eran conquistar a la península Ibérica en su totalidad. En 1808 la tensión causada por los invasores escaló al punto de desembocar en la rebelión de los madrileños. Dicho levantamiento fue sofocado rápidamente y las consecuencias no tardaron en llegar: a la madrugada del día siguiente varios de los presuntos agitadores fueron ejecutados sin juicio previo.
En su pintura Goya retrata emotivamente los últimos momentos de estos hombres antes de ser ajusticiados. Compositivamente la obra está dividida en dos secciones: por un lado, el ejército francés y, por el otro, los españoles fusilados y los que aguardan su turno. Estas diferencias en la forma en que están pintados tiene un gran simbolismo: la luz solo acompaña al pueblo, los abraza y permite que los espectadores podamos distinguir la identidad de sus cuerpos. Dentro de este grupo llama la atención el hombre de rodillas con sus brazos en forma de cruz, la blancura de su camisa ha sido interpretada por los historiadores como un símbolo de inocencia y de esperanza frente a un contexto oscuro.
2. ¡Escocia por siempre! (1881)
Elizabeth Thomson
Goya no fue el único en retratar a las guerras napoleónicas. Elizabeth Thomson inspiró su cuadro ¡Escocia por siempre! en la batalla de Waterloo en 1815. En este enfrentamiento el ejército británico junto con el prusiano vencieron finalmente al emperador francés después de casi una década de combates. La derrota de Napoleón y su encarcelamiento en la isla de Santa Elena generó una pausa en los conflictos bélicos que afligían a Europa. Sin embargo, el precio de la victoria fue alto: se estima que se perdieron más de 50.000 vidas en tan solo doce horas.
Varias décadas después de Waterloo, la artista homenajeó la valentía del batallón de los Scots Greys en un cuadro imponente de casi dos metros de ancho. En la pintura se ve a los soldados amenazantes con las armas en alto y a los caballos desbocados galopar hacia nosotros como si nos estuviesen por arrollar. Este tipo de encuadre es algo que hoy en día estamos acostumbrados a ver en escenas de series como Game of Thrones o Vikings, pero para la época esto era algo poco común. Antes de que el cinematógrafo se inventara, Thomson pintó una escena llena de acción en la cual el espectador no observa desde un lugar seguro, sino que es expuesto al terror que produce la batalla.
3. Malvinas. Tiempos de guerra (1982)
Pablo Suarez
El 2 de abril de 1982 comenzó la guerra por la recuperación de la soberanía de las islas Malvinas. Esta decisión fue tomada por la Junta Militar, liderada por el general Leopoldo Fortunato Galtieri, en un contexto de baja popularidad y de crisis económica. El conflicto armado fue acompañado con una fuerte campaña propagandística en la cual se buscaba transmitir una visión triunfal del combate y así legitimar al gobierno de facto. Ejemplo de esto es que —incluso a pocos días de firmar la rendición— los grandes medios de comunicación afirmaban que el país tenía la victoria asegurada.
En la pintura de Pablo Suarez se ve un diario anunciar que la Argentina destruyó un buque inglés; una radio acompaña, aunque permanece muda para los espectadores. La sensación que la obra emana es la de una profunda soledad: sobre la mesa hay una taza vacía y un paquete de cigarrillos, estos objetos son huella de que alguien estuvo ahí aunque su cuerpo esté ausente para quien mira.
4. En picada sobre la ciudad (1935)
Tullio Crali
Muchas veces nos imaginamos a los artistas como personas a favor de la paz, sin embargo, la realidad no siempre se condice con el estereotipo. De hecho, en Italia a principios del siglo XX, el movimiento artístico denominado Futurismo veía a los conflictos armados como algo deseable. De ideología fascista y misógina, este grupo apoyaba el militarismo, el nacionalismo extremo y la violencia.
Uno de los adscriptos a este movimiento fue Tullio Crali, quien retrató el conflicto armado desde un punto de vista muy particular. A sus 24 años, Crali aprendió a pilotear aviones y quedó fascinado con la vista que le ofrecían las alturas. Sus cuadros reflejan los bombardeos y la lucha aérea desde ángulos vertiginosos. Dentro de sus pinturas se destaca “En picada sobre la ciudad”, una obra en la cual coloca al espectador dentro de la cabina de un avión de combate que pareciera que está a punto de estrellarse de frente contra una ciudad.
5. Guernica (1937)
Pablo Picasso
Resulta imposible observar al Guernica de Picasso sin sentirnos profundamente conmovidos. La razón es que tanto la obra como la historia detrás de las pinceladas reflejan la crudeza y desesperación de la guerra. Sin embargo, cuando el artista malagueño comenzó su pintura no buscaba condenar las consecuencias de los conflictos armados. En 1937 el gobierno le había encargado un cuadro para el pabellón español en la Exposición Internacional de las Artes y las Técnicas en la Vida Moderna en París. Al principio Picasso no encontraba el tema adecuado y pasaron semanas sin que el proyecto avanzara. Esto cambió cuando la prensa internacional dio a conocer los bombardeos que la ciudad vasca había sufrido a manos de las tropas alemanas. Las imágenes que circulaban eran impactantes, dado que Guernica no era un punto de interés militar, las víctimas eran civiles, mayormente mujeres y niños.
Si bien la obra está inspirada en este hecho histórico, el cuadro es una denuncia contra la crueldad humana sin importar quiénes sean los atacantes. En la pintura se observan las consecuencias de la guerra en doce figuras pintadas en blanco y negro: un niño muerto en brazos de su madre, un soldado herido, una persona atrapada en un edificio en llamas y un caballo que se contorsiona de dolor. Las interpretaciones sobre qué significan cada una de las partes del cuadro son múltiples y han sido material de discusión entre los historiadores del arte. Más allá de las distintas lecturas posibles, resulta indiscutible que el Guernica es un grito en contra de la guerra.
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