La Emperatriz y El Emperador en el Tarot: ¿Qué nos puede aportar esta pareja a nuestra vida?
La tarotista terapéutica y estudiosa de la obra de Jung Silvina Pizarro nos cuenta que, la primera, nos guía para sentir y crear; el segundo, para planificar nuestro próximo paso
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Solemos creer que las cosas que necesitamos están afuera. Y, sí: hay un montón de opciones y oportunidades allá afuera. Pero tenemos otro lado, también. Hay una frase del terapeuta Carl Jung que dice: “Quien mira para afuera, sueña. Quien mira para adentro, despierta”.
La tarotista terapéutica y estudiosa de la obra de Jung Silvina Pizarro nos dice que todo lo que hacemos, soñamos y/o planificamos tiene una base subterránea. “En psicología transpersonal esto se llama emocionalidad. Somos seres sintientes. Sentimos alegría, entusiasmo, euforia. Sentimos tristeza, nostalgia, aburrimiento. Sentimos amor, paz, tranquilidad. Sentimos empatía, generosidad. Sentimos enojo, ira, culpa o miedo”, expresa.
Agrega que eso que sentimos es “la base” a partir de la cual “creamos” aquello que, creemos, está allá “afuera”. “Nuestros estados de ánimo, sentimientos y emociones atraen ciertas cosas a la vez que le cierran las puertas a otras. Este terreno de nosotros mismos pertenece, en una gran parte, al reino del inconsciente. Aquello que no conocemos de nosotros mismos y que, sepámoslo o no, ‘digitaliza’ nuestra realidad”, se explaya. La energía femenina es el reino del eros (la emoción y el sentimiento) y el de la intuición (“la inteligencia del inconsciente”, dice Carl Jung).
Pizarro nos cuenta que en el terreno del coaching ontológico se plantea una cuestión muy similar: son nuestras creencias las que construyen nuestra realidad. Si creemos que nos vamos a enfermar, es muy posible que caigamos en cama. Si creemos que merecemos lo mejor de la vida, es muy posible que la vida nos traiga lo que precisamos para avanzar en los sueños del alma. “Para develar las creencias que me nutren y las que no, tengo que escucharme por dentro justamente para hacer consciente lo inconsciente. Esas respuestas no están “allá afuera”: son parte de nuestra más profunda interioridad”, señala.
Según dice, le interesa pensar que dentro de nosotros mismos tenemos una parejita: dos Arcanos Mayores del Tarot simbolizan estos “dos polos” de la condición humana: La Emperatriz y El Emperador. Ella lo explica así:
- La Emperatriz (Arcano Mayor N°3) escucha a su corazón para crear. La intuición, esa “vocecita” que generalmente solemos descartar, es su brújula. ¿Cómo sería esto? Muy simple. Tan simple que da miedo. Lo que me hace bien desde un punto de vista integral, lo nutro. Lo que me hace mal, lo limpio. Hay un libro fantástico para quien quiera saber más sobre La Emperatriz, que es Mujeres que corren con los lobos, de la psicóloga junguiana Clarissa Pinkola Estés. Respecto de lo tóxico (sobre todo lo que es interino, lo que nace desde adentro de nosotros mismos), la autora dice: “A veces hay que limpiar la maleza”. La Emperatriz, en síntesis, representa un gran poder que nos pertenece a todos, en tanto condición humana. Reconocer lo que nutre el corazón para crear a partir de ese alimento y limpiar lo que no para que nuestra danza por la vida sea fluida como el río.
- Respecto de El Emperador (Arcano Mayor N°4), este representa la plenitud y la unidad. Nos da el equilibrio y la perspectiva para “mirar allá afuera” y planificar nuestro próximo salto. Nuestro próximo paso.
“Mientras que para La Emperatriz la verdad es su sentir y su intuición, para El Emperador la verdad proviene del logos (la palabra, el orden, la disciplina, la estrategia y la planificación, entre otros). Mientras que la primera actúa desde sus estados internos, el segundo lo hace más desde los eventos externos. Mientras que La Emperatriz es lo numinoso en nosotros, El Emperador es lo consciente. Ambos operan por turno. Comprender que hay capas de nosotros mismos que no conocemos (inconsciente) y que hemos nacido para conocerlas, entiendo, es un desafío de lo más motivante”, reflexiona.
¿Cómo saber cuáles son los estados internos que generan eso que llamo “realidad”?, se pregunta Pizarro. “Es muy simple. Para conectar con La Emperatriz, cuyo reino es del amor (terreno del eros) basta con preguntarnos cuánto amor y confianza siento por mi propia persona. Ambos pilares, el del amor propio y la confianza son mucho más poderosos de lo que en verdad sabemos”.
¿Qué pasaría si decidimos tratarnos a nosotros mismos como tratamos a las personas que amamos?, también podríamos preguntarnos. “Nuestra vida cambiaría por completo porque son los estados internos los que construyen nuestra realidad (eventos externos)”.
Pizarro suma en la reflexión: “Si cuando algo nos sale mal, en vez de castigarnos nos preguntamos: ¿Qué me viene a enseñar este fracaso?”. Y luego cita a la tarotista sistémica Cristina Bernardes para responder: ‘El dolor me viene a mostrar cuál es mi próximo salto cuántico’. Dicho de otro modo: ¿Cómo pretender que ‘allá afuera’ seamos queridos si nosotros mismos no tenemos el gesto de amarnos? ¿Qué es lo que nos decimos cuando tenemos un logro o un fracaso? La realidad es que los logros están para celebrarlos y los fracasos para seguir aprendiendo y expandiendo nuestra única y auténtica esencia”.
“Somos naturaleza”, agrega. “Así como ningún árbol es igual al otro; nosotros, tampoco. En este sentido, entrenar el amor propio (que nada tiene que ver con el egoísmo) y la autoconfianza nos permite crear nuevos canales de percepción para elegir, de un modo más sano y nutritivo, qué de todo lo que brilla allá afuera es o no para mí”.
La tarotista reflexiona: “Si elijo una carrera para cumplir con mandatos: ¿Voy a ser feliz? La realidad es que la vida sabe y si no seguimos a nuestro corazón para trazar este viaje que se llama existir vamos a sentir que todo nos cuesta o que nos sale mal cuando en verdad se trata únicamente de un acto de sinceridad interna. Como dice un refrán: ‘Ocúpate de darte lo que mereces y la vida hará el resto’”. Este es el gran poder de nuestra energía femenina: escuchar al cuerpo (que es el receptor fundamental de la emocionalidad que somos).
Respecto de El Emperador, Pizarro apunta: “Es él quien finaliza una etapa para darnos la fuerza necesaria para iniciar la nueva. Pues él tiene la capacidad de ‘mirar más allá' y fabricar lo nuevo a partir de la estrategia, la planificación y la disciplina”.
Para dar un ejemplo concreto: supongamos que un día decidimos que nos vamos a mudar. Bien, la que va a ver la “futura vivienda” es La Emperatriz. Esto es lo aconsejable. Ella más que mirar los nuevos lugares, los siente. Sabe que su cuerpo es el indicado para decidir dónde sí y dónde no. El lugar en el que más liviana y fluida se sienta, es. El Emperador, en cambio, es el que lo ordena y lo decora. Ahora ¿qué pasaría si dejamos de lado nuestra intuición y elegimos únicamente ‘por conveniencia’?
Como señala la autora de Jung y el Tarot, Sallie Nichols: ‘Comprender que ambos operan por turno y darle lugar a cada uno en el momento oportuno es un ejercicio que indefectiblemente traerá fruto, puesto que aquello que nos sucede en la vida es, en la gran mayoría de los casos, un “reflejo” del vínculo que decidimos tener con nosotros mismos’.
De todos los animales somos los únicos que tenemos el don del pensamiento. El gran tema es: ¿Qué pasa si el pensamiento lo gobierna todo? Hay una parte de nosotros mismos (muy poderosa) frente a la cual estamos ciegos. Esa parte que no vemos construye lo que vemos “allá afuera” (y lo que no, también).
Para concluir, Pizarro dice: “Somos estados internos (emocionalidad e intuición) y también somos eventos externos (experiencias que provienen del afuera y nos transforman). Entre ambas existe una sincronía constante. Aquello que mi interior vibra por dentro, se materializa afuera. Por todo esto es muy recomendable prestarle atención a algo tan simple como: ¿Qué siento en este vínculo, en este trabajo, en este contexto? En general, la respuesta la tiene el cuerpo: ese templo de emociones que somos”.
Más información: IG @silvinapizarrotarot
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