Julieta Díaz: "Después de separarme tuve que trabajar para volver a mi centro"
En un alto de grabación, resguardadas en una salita cerrada del comedor de Telefe, nos encontramos con Julieta. Es la tercera vez que ella es tapa de OHLALÁ! y, si bien nos habíamos prometido ya no repetir, con Juli quisimos hacer una excepción, porque nos interesaba especialmente su última transformación personal. En estos 11 años de revista, charlamos con ella antes de ser mamá, cuando armó su familia y también ahora, cuando se recupera de su separación, encuentra su propia forma de vida y protagoniza Pequeña Victoria, la nueva tira del prime time, donde la acompañan las acrices Inés Estévez, Natalie Pérez y Mariana Genesio. La serie tiene un argumento disruptivo y tentador: cuatro mujeres deciden criar juntas a una bebé, en una alternativa de red maternal, que inspira nuevas formas de familia.
¿Y cómo es tu manera hoy? Tengo muchos amigos separados con hijos que me dicen que una de las cosas que ganan después del duelo de la separación es esa soltería que se te arma algunas veces por semana...
Al principio era medio angustiante. Pero hay días que estoy sola en mi casa y lo disfruto. Estar sola en el living, leyendo, comiendo cualquier cosa, sin pensar en tener que cocinar... Pero a veces me pasa que veo los juguetes de Elena y me pega medio mal porque pienso: "¿Qué hago que no estoy con mi hija? ¿Cómo no está acá?". Me siento un poco culpable, pero también lo disfruto. Unos días sola, sin hija, a veces los disfruto.
¿La extrañás?
Yo soy una madre muy cariñosa y la disfruto un montón, estoy súper atenta, pero no tengo ese apego de no poder irme de viaje sola, por ejemplo. Me doy cuenta de que la extrañé cuando veo una foto o cuando le mando un mensaje y me responde. Pero puedo estar días sin verla y de vacaciones, viajando, laburando, y no extrañarla mal, no sufrir. Suena injusto o raro para una persona que sí está todos los días con sus hijos, pero es verdad que a veces la demanda es pesada.
Y está bien poder decir que una también lo disfruta y liberarse un poco de la culpa, ¿no?
Es que la idea, cuando una tiene hijos, es vivir con ellos todos los días. Si estás bien con el padre o la madre, eso es lo que pasa. Una lo hace para siempre, pero después no resulta. Estamos hablando del dolor de la ruptura de la estructura familiar, de darle eso a tu hijo, de tener vos eso. Porque una lo arma para mucho tiempo, o para toda la vida. Yo ya no creo en "para toda la vida". Nosotros tenemos una muy buena relación con el padre de Elena. Si yo estoy con ella por el barrio sola o con una amiga o amigo, él a veces se viene un rato, se toma un té en mi casa, juega con ella, la ve, la extraña. Pasa un rato y de paso ella está con los dos al mismo tiempo, le podemos dar esa armonía. Para que no la confunda, yo le explico: "Mamá tiene una casa, papá tiene una casa, no somos más novios, pero sí somos familia". Es complejo. Nos puede ver todavía juntos con ella, porque seguimos siendo un tándem. Porque para ella fue doloroso y es doloroso a veces. Una vez estábamos haciendo un pícnic, era un lindo día, en el pasto, con juguetes, libros, comiendo unas empanaditas, y pasó el padre un ratito y ella nos dijo que quería dormir una noche más con los dos. Imaginate, ¡justo dormir! Porque si hubiera sido otra cosa, tipo ir al teatro... No, ella quería dormir.
Pero a veces me pasa que veo los juguetes de Elena y me pega medio mal porque pienso: "¿Qué hago que no estoy con mi hija? ¿Cómo no está acá?".
La cotidianidad, quería ella.
La intimidad. De alguna manera, eso es lo que hacen las parejas. Ella decía: "Please, una noche más" y lloraba. Estábamos los dos llorando con el padre y le explicábamos que no podemos porque no somos más novios. Pero sí podemos compartir este momento, fuimos a tomar un helado los tres juntos... Pero fue duro.
Muchas parejas vuelven solamente por el deseo de los hijos. O se mantienen unidas porque están fuertes en esa intención.
Sí, en una época se decía: "Es por mis hijos". Pero yo creo que si una no está bien, se tiene que separar, y si no estás bien pero querés seguir, la laburás. Pero cuando no querés estar con esa persona, que es el padre o la madre de tus hijos, ahí se complicó lo que armaste.
¿Y qué cosas compartís con Elena?
Ahora que está un poquito más grande, le gusta ayudar, cocinar y hacer cositas. El otro día hicimos unos panqueques de harinas de almendras con leche de almendras y un huevo orgánico. Al principio nos salían medio mal, pero después nos salían bárbaro. Ella los comía con miel, chocha, ¡y yo también! Estaba bueno, porque era algo que sabíamos de dónde salía, lo habíamos hecho nosotras, sano y rico. Cuando comés algo sano, lo comés de otra manera.
Porque vos sos vegetariana desde hace mucho, ¿no?
Desde hace 15 años, más o menos. Ahora hace unos meses que estoy comiendo pescado, probando a ver qué hago. Por ahora estoy re contenta. Dos o tres veces por semana como pescado, porque salgo mucho a comer con amigos...
"Sigo trabajando para volver a mi centro, es una deconstrucción. Estuvo buenísimo volver a encontrarme, volver a preguntarme qué quiero".
Es verdad que la instancia familiar te obliga más a cocinarte y cuando estás sola te da más fiaca...
Cuando yo estaba casada, la noche era el momento en que nos encontrábamos con el papá de Elena a cocinar y comer... Ese era el ritual. Él hacía unos buñuelos de arroz integral con espinaca y romero. Suena muy gourmet, pero era muy sencillo. O fajitas mexicanas vegetarianas y él les ponía pescado o pollo. Hacíamos verduras al horno con quínoa o porotos, pastas o fideos de arroz con alcauciles, tomate y ajo. Cocinábamos mucho. Yo me crié comiendo muy simple; mi vieja, que es vegetariana, me decía: "Si querés te cocino carne a vos". Y yo le contestaba: "No, acá en casa como lo que vos hagas". Porque me gustaba su comida, y afuera, con mi viejo o con mis amigas, comía carne. Mi vieja me crió con arroz integral, ensalada, verduritas al vapor...
Pero te gusta cocinarte, ¿cierto?
Ahora no me cocino tanto. A la noche, cuando estoy sola, me hago una sopa. Porque durante el día le doy power a la comida y a veces me paso, entonces a la noche tengo unas sopitas congeladas de arvejas y verduritas.
Hace algunos meses hice un detox de 21 días sin lácteos, sin azúcar, sin harina. Fuerte. Lo que más extrañé cuando lo terminé era el tiempo que me obligaba a mí misma a prepararme algo, a cocinarme. Es lindo invertir ese tiempo en vos.
Yo hice el detox del sirope durante diez días. Es tremendo, pero realmente te mueve, porque la comida te dopa, las harinas son como dopamina para el cerebro. Si yo tengo que elegir entre papas fritas, que me vuelven loca, o un guiso de lentejas rico y bien hecho, o pizza de arroz yamaní con verduritas, prefiero comer esto [estamos almorzando unas hamburguesas de garbanzos y puré verde]. Porque lo disfruto, siento que es más sano, que no engorda. Si no, tenés que caer en las pastas, la ensalada...
Yo también me separé después de 12 años... Y a veces me preguntan: ¿cómo hiciste para volver a ponerte de pie? ¿En qué te apoyaste vos?
Yo tuve que trabajar, y sigo trabajándolo, para volver a mi centro. Porque a mí me pasó que la pareja y la familia me desdibujaron un poco. Tuve que volver a encontrar mis líneas. Alquilar un departamento (porque me fui yo, la casa era de él) y armarlo todo de nuevo fue, por un lado, doloroso y, por otro, una deconstrucción. Estuvo buenísimo volver a encontrarme, volver a preguntarme qué quiero yo. Y ojo, que no estoy haciendo apología de la separación, porque una puede hacer ese caminito dentro de la pareja... Yo defiendo las nuevas maternidades y las nuevas paternidades, pero no estoy en contra del formato clásico de familia... Pasa que eso no necesita propaganda porque es el mandato, es lo común, es lo primero a lo que una va. Ese modelo se defiende o se desarma solo, después es una la que tiene que encontrar la manera propia. Por eso No soy tu mami [su última película, dirigida por Marcos Carnevale] en algún punto funcionó, porque está esa cosa de "la mujer trabaja y tiene hijos y las mujeres que no quieren tener hijos, está todo bien". En la realidad no es tan así, sigue habiendo una cosa de que la mina que no tiene hijos es medio rara.
Es fálica o algún problemita tuvo...
La mina que es muy alfa es una conchuda o una yegua y el tipo que es muy alfa es un buen líder. Es duro y se la banca, tiene un par de huevos. Bueno, no, yo tengo ovarios, y no tiene que ver con un feminismo berreta de taza de café, tiene que ver con las situaciones de todos los días en las que una tiene que volver a acomodarse. Mis amigas a veces me dicen: "Qué machirula que sos". Me salen cosas machirulas a mí también.
¡A todos! Estamos todos deconstruyéndonos, me parece que hay que tener una mirada compasiva y amorosa porque también venimos de algún lugar. No es que ahora nacimos todos del repollo del feminismo.
Yo tengo la misma mirada que vos, para mí esa es la palabra: compasiva. Y amorosa. ¡Y abierta! A aprender, a entender... Para mí, la palabra "compasiva" es una palabra hermosa, porque tiene que ver con la amorosidad, con el respeto. De lo que habla también No soy tu mami en ese caso es de entender las razones del otro o de la otra. El otro tiene sus razones y vos tenés las tuyas. Esta cosa que tenemos, sobre todo los argentinos, de polarizarnos por la necesidad de aferrarse a una identidad o a una idea. Yo soy apasionada: cuando me gusta algo, voy a morir. Pero no me siento en una mesa con un tipo que es un machirulo para tratarlo mal, o con uno que come carne para tratarlo mal, o con uno que no quiere votar lo que quiero votar yo para tratarlo mal. ¡No! Yo debato, respeto, hasta le digo: "¿Está rico el bife? Disfrutalo".
Creo que son momentos de tanta incertidumbre que todo lo talibán se pone más a flor de piel porque uno quiere darse seguridad con alguna certeza.
Y no va. En Argentina creo que está pasando eso, seguimos re divididos. También yo me muevo en un mundo con una línea ideológica o de valores relativamente parecidos, pero hay otros lugares y otras formas. Te digo lo que hago yo: trato de estar muy abierta a las razones del otro, a tratar de ser muy clara con lo que me pasa a mí, lo que yo quiero, lo que necesito, lo que siento. A mí me gusta conectarme con la gente, con el otro, conectarme de verdad. Me conecto de la misma manera con una amiga que con una persona que no conozco. Esperando a que el dentista me atienda, quizás hay una chica a mi lado y a lo mejor terminamos hablando de los hijos y conectándonos de la misma manera, con el corazón en la mano, sin conocernos, que con una amiga.
Eso es muy femenino. Te sentás con un extraño en un cumpleaños, le contás que te acabás de separar y después te preguntás: "¿Por qué hice eso?".
Total, es verdad que es muy femenino. A mí me gusta eso. Además, cuando salgo a la calle, me cruzo con la gente que me conoce y que yo no conozco y me relaciono desde el agradecimiento. Yo soy muy charlatana, me gusta hablar, monologueo, pero en algún momento me digo: "Pará con el ego", hay que dar vuelta la cámara y ver qué le pasa al otro. A veces tengo que hacer un trabajo para eso. Soy un poco egocéntrica en ese sentido, me crié de una manera muy solitaria porque soy hija única de padres separados, entonces éramos mi vieja y yo o mi viejo y yo. Ahora estoy más sociable, se ve que la separación y la necesidad de...
... de construir puentes diferentes...
Sí, también cuando una está en proceso de separación sufre mucho. Cuando volvés a armarte te agarra esa necesidad de vivir, y una siente que vivir es salir. Pero vivir también es quedarse en casa leyendo un libro tranquila tomando un té, mirando el cielo, estando con una amiga en patas... O saliendo hasta las 4 de la mañana a tomarse un vino y cagarse de risa.
A buscar otros circuitos.
Ahora, cuando me toca el fin de semana libre, salgo viernes, sábado y domingo. Digo: "Voy a ver una banda, voy a restaurante nuevo, voy a ver una obra de teatro, voy al cine". Hay tanta, pero tanta oferta de teatro que no llegás: el under, el off, el on, 80 libros en la mesa de luz para leer, películas y series, ¡ahh! Paren el mundo que me quiero bajar. Me acuerdo de que una semana que venía de salir con gente, pasándola muy bien, me agarró la tristeza del duelo y me planteé ir un poquito para adentro y pasar un domingo sola. Por suerte, como soy teatrera, me saqué dos entradas de dos obras del off que quería ver desde hacía años, una a las 12 del mediodía y la otra a las 5 de la tarde. Esto no fue hace mucho. Me levanté, desayuné en casa tranquila, me fui a la obra de teatro, volví, almorcé sola en la esquina de casa y ahí me empecé a bajonear. Me clavé unos fideos y pensé: "Uy, por alguna razón me clavé el carbohidrato". Fui a mi casa, me acosté en la cama, lloré desesperadamente durante una hora, me quedé dormida, dormí una siesta, me levanté, me lavé la cara, tomé un tecito, me fui a ver la otra obra de teatro...
¿Eran dramones lo que fuiste a ver o te pegaron para arriba?
Eran muy lindas obras. Una era Los días de la fragilidad, muy hermosa, y la otra, Encarnación Ezcurra, una obra de Lore Vega, muy buena, sobre la mujer de Rosas, de la mujer política, con música en vivo. Disfruté mucho, las gocé. Pero era raro estar sola ahí, era como imponerme eso. Me tocó un domingo gris, hacía un poco de frío y me fui a mi casa otra vez a llorar otro rato.
Ahí te tenés que clavar un brownie.
Creo que algún chocolate me comí en el medio, seguro. El segundo llanto fue tipo 6 de la tarde, después hablé con una amiga, las dos llorando. Me impuse un poco eso, y estuvo bueno, porque ahí una sigue avanzando con el duelo, si no, lo tapás.
"Siento que para estar bien con alguien, primero hay que estar muy bien con una misma. Es un cliché, pero es así. Yo estoy en camino de estar bien conmigo misma".
¿Te pasó que te armaste como un nuevo circuito de amigas porque las históricas están casadas o en pareja y aparecieron amigas más jóvenes o que salen?
En general, todas mis amigas son madres, de casualidad se dio así, no es que yo elijo. Este último tiempo estoy muy conectada con muchas actrices, con Gloria Carrá, Laura Novoa, Julieta Novarro, Celina Font, Paula de Luque, que es una directora... Después tengo otros amigos que son como familia: María, que vive en Misiones, Aisha y Sol, que viven en París, Sofía, que vive en Los Ángeles... Tengo un montón de amigas íntimas que no viven acá, pero estamos por WhatsApp (¡gracias WhatsApp!, ¿no?) conectadas a full.
¿Fueron un sostén postseparación?
Sí, eso de llamar a la 1 de la mañana o llamar después de una discusión y que del otro lado te contuvieran. Llegué a llamar a una amiga en París, porque a esa hora no vas a llamar a tu terapeuta o a tu vieja. Está bueno contar con tu vieja, pero hay cosas que no le podés decir porque después le queda información de tu pareja... De vez en cuando sí, un poco de mamá en esos momentos está bueno, que te maternen un poco, pero me gusta el rol de intercambio con amigas. Que hoy ella me llame llorando y mañana la llame yo, y la que está del otro lado en un minuto es la licenciada que te dice: "La vida es así, sabiduría y amor" y, dos minutos después, tiene 14 años de edad emocional y está llorando porque el tipo le clavó el visto o porque la hija de quince no quiere salir con ella a comprar verdura orgánica. Es una forma de maternarnos entre nosotras.
De afuera es más fácil verlo.
En algún punto, es casi como charlar con una misma. Atahualpa Yupanqui decía, citando a otra persona: "Un amigo es uno mismo con otro cuero". Sos mi parte sabia, fría y amorosa, que puede ver esto sin tanta neura ni tanto compromiso emocional.
Y cada amiga tiene un espejo diferente. Sabés a quién ir en cada momento.
¡Sí! Eso es una guachada, jaja. Pero en general me cagan a pedos y me gusta. Todas mis amigas son así: muy amorosas, muy inteligentes, muy contenedoras, pero cuando me la tienen que decir, me la dicen. El amigo te tiene que decir la verdad. "Estás pasada, boluda, le estás quemando la cabeza a tu hijo, a tu pareja, estás siendo injusta con eso, estás siendo desagradecida, te estás haciendo mierda a vos misma, te enroscaste, paráaa".
¿Tenés amigos varones?
Pocos. Me cuesta un poco la amistad con el hombre, creo que tiene que ver con mi parte machirula. Algo de mi generación o de cómo me crié... Para mí, amistad entre hombre y mujer es porque no hay piel o ya curtiste y ya pasó, entonces no hay tensión sexual ni ninguna pregunta. Me interesa tener amigos varones, eh. Me encanta el interlocutor varón, incluso con todo esto de la revisión feminista.
Es lindo pensarse junto con un hombre, es una mirada muy distinta al diálogo que podemos tener con una amiga mujer. En general, traen algo más llano...
A veces más directo, más llano. A veces son enroscados también. Para mí es muy importante que el hombre no tenga la necesidad de ser el chongo, el cavernícola. A mí me gusta el tipo más físico, más directo, el tipo alfa que va para adelante, que se hace cargo, que puede gestionar, que puede activar en su vida, pero también un tipo sensible: me parece muy lindo un tipo que puede hablar con el corazón en la mano, que no tenga miedo de mostrarse. Va más allá del hombre y la mujer, tiene que ver con las personas, porque hay personas que tienen las dos cosas.
¿Qué te pasa con el amor? ¿Ya estás abierta o disponible para eso, para una relación?
Siento que para estar bien con alguien primero hay que estar muy bien con una misma. Es un cliché, pero es así. Estoy en camino de estar bien conmigo misma, todavía estoy buscándolo, hay algunas cosas con las que todavía no estoy muy conforme. Por supuesto que puedo armar una relación linda con alguien y disfrutar un montón, pero para que realmente fluya y vaya muy bien, o por lo menos como a mí me gustaría que fuera, yo tengo que sentirme... Creo que tengo que seguir trabajando, supongo que tiene que ver con el proceso del duelo. De preguntarse qué pareja quiere una ahora, también para qué es la pareja, qué es para mí, para qué quiero yo estar con alguien, qué lugar ocupa en mi vida, en mi cabeza, en mi tiempo... Ahora también está la maternidad..., ¿y cómo lo unís? El hijo por acá y si estás con alguien..., ¿se unen? Y si el otro tiene hijos también, ¿cómo se une todo eso? Pero primero, antes que todo eso, tiene que ver con una misma. Yo todavía estoy en proceso, buscando nuevas terapias para trabajar, ahora estoy haciendo Gestalt, por ejemplo, estoy bien encaminada (creo), estoy contenta con eso, me siento bien.
Todavía estás sanando, es todo un proceso...
Sí, sanando y buscando. Estoy saliendo justo de la bisagra, pero todavía estoy en la bisagra.
Maquilló Costy Yabés. Peinó Ignacio Mora para Estudio Olivera con productos Schawarzkopf Professional. Agradecemos a Micaela Galarce y Altea (@altea_flores) por su colaboración en esta nota.
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