Hubo un tiempo...
Hubo un tiempo en que madre era un libro abierto, no había cortinas, no había filtro casi de su vida íntima, a excepción del que pone el inconsciente.
Así como existió aquel tiempo, también existió otro en el que el madre, en la frontera del agotamiento, decidió escribir únicamente de o a partir de su faceta de madre, ni más ni menos que el propósito por el que la habían convocado, ceñirse al propósito, se dijo, no extralimitarse.
Curiosamente uno de los comentarios que más había recibido en relación al espacio que tenía a su cargo era que reflejaba a la mujer-madre, real, de carne y hueso, en la totalidad de sus facetas, y no caía en la temática.
Madre hoy se siente lo suficientemente distante de sí misma como para permitirse volver a hablar de ella, en tercera persona. Nunca se ha sentido tan cómoda evitando la primera.
¿Qué puede contarles madre de ella en estos últimos meses?
Que su vida sentimental está dada vuelta, sumamente caotizada, puesta entre paréntesis.
Que no hace más que distanciarse cuando, en el fondo, quiere lo contrario.
Que salvo con su progenitora, quien la atiende por teléfono preguntándole: "¿cómo sigue la novela?", madre ya no abre la boca. ¡Se pudrió de escucharse!
A la comedia dramática de su vida sentimental, a madre se le suma una ansiedad in crescendo por definir proyectos laborales que viene empujando hace siglos.
Ya le duelen los bíceps y tiene los nudillos rojos, lastimados, de tanto golpear las puertas que no se abren...
¡Que sí se abren!, se dice, más paciencia tenete.
Ah, sí, madre se ha vuelto una profesional de la paciencia, una guerrera contra la angustia, madre domina sus emociones, dirige sus hábitos mentales.
Por cierto, madre odia que le den la lata. Relajate, no te enrosques, estate en el presente. Puuf, se ríe, mirá quién habla.
A madre le llama poderosamente la atención esta evangelización de la buena onda y la presencia (de la que todos somos portavoces) cuando todo, absolutamente todo, hasta un caramelo, está puesto en escena para que mentalmente nos fuguemos, para que nos evadamos hacia un espacio que no es el que estamos ocupando, y a un tiempo futuro o pasado.
Madre sigue fantaseando, cada vez con más hambre, con irse a las sierras. "Irse a la sierras", piensa madre cuando lo escribe, le suena tan parecido a "irse a la mier...". Al diablo. Con sus hijas y su trabajo. Si ella puede, podría hacerlo. Sabiendo que aquel diablo, aquel escenario no será el paraíso, pero sí un entorno más saludable.
Madre no quiere repetirse, madre sabe que no tiene los ovarios para encarar aquel sueño sin un compañero.
Madre seguirá esperando que el sapo-príncipe se materialice para el día de mañana encarar juntos aquello.
Madre extraña leer sus confidencias, las de lectoras. A madre le encantan las personas que abren su vida como ella lo hacía antes, sin maquillaje ni pose.
Madre ha crecido estos últimos meses, "dolores de crecimiento" le diagnostica su propia progenitora cada vez que ella le dice: "me duele el pecho".
Sí, madre sabe, madre entiende, madre acepta .
Madre crece.
Aun así, hay días en los que a madre le gustaría interpretar la escena de la niñita sola y dolida, que otro la abrace y ella poder desarmarse, llorar a moco tendido, sentir las palmaditas sobre su espalda y escuchar: "no pasa nada, mi amor, no pasa nada".
Madre, en fin, acaba de ver el tráiler de La Juventud, la última película de Paolo Sorrentino... y se emocionó cuando hacia el final Harvey Keitel afirma: "Dices que los sentimientos están sobrevalorados. Pero es mentira. Los sentimientos son lo único que tenemos".
Madre se siente tan viva.
Madre se siente agradecida.
...
PD: ¡Ah, sí, volvieron las nenas! ¡Bienvenidas a casa, Lupe y China!
¿Cómo están ustedes? Si tuvieran que elegir una palabra que represente su momento presente, ¿cuál sería?
PD2: ¡Que tengan un hermoso viernes y fin de semana! Como siempre, para escribirme por privado, me encuentran en FB.