Historia de vida: "Con mi familia, doy la vuelta al mundo"
El espíritu trotamundos de Rosana Kozac la impulsó a iniciar un viaje en motorhome que ya lleva siete meses, diez países visitados y miles de anécdotas compartidas.
"Decidí viajar, para romper con todas las reglas"
Nací en Carlos Casares, una pequeña ciudad del interior de Buenos Aires. A los 13 años, con mi familia nos fuimos a vivir a General Pico y desde entonces adopté esa ciudad pampeana como mi lugar en el mundo. En 1997, con una mochilita decidí salir de casa y viajar, para romper con todas las reglas y conocer más allá de lo que tenía al alcance de mis manos. En una de mis vueltas a Argentina, conocí a Guillermo en General Pico, también él un viajero que llegaba de recorrer Kosovo en bicicleta. Después de planificar el destino de nuestro amor, decidimos seguir camino juntos, empezando por Alemania. Y en los semáforos de Kreuzberg, Berlín, debuté como artista callejera. En 2002 formamos nuestra compañía, Zircaos, y comenzamos a trabajar haciendo espectáculos de calle y de teatro. Nuestra hermosa profesión nos permitía hacer lo que más nos gusta: viajar y conocer otros lugares y culturas. Saber que un día podés estar desayunando en Kazajistán y al mes siguiente, estar viendo un atardecer en China. Soy una convencida de que siempre se puede ir tras los sueños, solo se necesita abrir las alas.
"¡Se agrandó el equipo!"
En 2007, al regresar de China, decidimos parar un tiempito, pensando en la llegada de un hijo. Y en julio de ese mismo año, lloramos de felicidad al ver en la primera ecografía la imagen de ¡dos! "porotitos" latiendo sin parar. Nueve meses después, ¡se agrandó el equipo! Llegaron Alma y Quintín, que llenaron de magia y descubrimientos nuestras vidas. Dos pequeños tripulantes de primerísimo nivel que, desde que empezaron a dar sus primeros pasos (uno de ellos aún gateaba), se subieron a un avión y se sumaron a nuestro proyecto viajero.
"¿Y si vamos a darle la vuelta al mundo?"
Hace dos años, cuando compramos el motorhome en Italia, a los 20 minutos de sacarlo de la agencia, nos miramos con Guille y, casi sin pensarlo, dijimos: "¿Y si vamos a darle la vuelta al mundo?". Decidirlo no nos costó absolutamente nada. La conclusión a la que llegamos fue que ganas no nos faltaban y que solo era cuestión de echarle gasóil a la camioneta y meterle para adelante, porque estamos convencidos de que la vida es lo único que tenemos y que ocupar el tiempo en hacer todo aquello que nos hace felices es lo mejor que nos puede pasar. Y acá estamos, en el camino. Hace siete meses que nos embarcamos en esta aventura, un viaje más entre los tantos que hemos hecho en los quince años que llevamos juntos, solo que más largo y ambicioso.
"Soy la encargada de llevar a mi familia a buen puerto"
Para viajar, una buena organización es fundamental. Nos dividimos las tareas, cada uno tiene su función. Guille es el que analiza todo, el encargado de la logística, de las hojas de ruta, un copiloto al que no se le escapa ningún detalle. El maestro de la escuela en casa, el que se encarga de la burocracia, de todos los papeles para cruzar fronteras, el que lleva la listita de nuestros gastos del hogar, porque este viaje –como todos los otros– está hecho de la manera más económica posible.
Yo, en cambio, soy puro impulso. Y la conductora oficial del equipo. Siempre me gustó manejar; puedo pasar horas y horas frente al volante. Así que soy la encargada de llevar a mi familia a buen puerto. También me ocupo de la ropa, disfruto de los mercados, de pedir las contraseñas de Internet, de la organización de la casa, de la técnica del motor y muchas cosas más.
"Las clases son por la mañana"
Alma y Quintín cursan segundo grado en una escuela de General Pico, pero antes de cada viaje nos anotamos en el Servicio de Educación a Distancia del Ministerio de Educación. Este servicio está destinado a hijos de diplomáticos, deportistas y artistas que viajan al extranjero por determinado tiempo y quieren llevar a su familia. El sistema es muy simple: ellos te brindan toda la bibliografía y el material para que uno como padre les pueda ir enseñando diariamente durante el viaje. Hay un apoyo constante a través de Internet y aulas virtuales para consultar. Cada cierto tiempo, el Ministerio envía exámenes para poder evaluar a los niños, que a su regreso se reincorporan a su escuela. Tanto ellos como nosotros nos llevamos muy bien con el sistema a distancia. Solo es cuestión de saber organizarse. Guille es el que arma las clases y el encargado de dárselas todas las mañanas, en la camioneta, mientras seguimos avanzando y por la ventana van cambiando los paisajes.
"Siempre rumbo al este"
Nuestra "vuelta al mundo" la arrancamos en Italia, desde el pueblito de Canzo. Salimos de ahí en mayo, siempre rumbo al este. Los tres primeros países fueron Eslovenia, Croacia y Bosnia. Al entrar en Bosnia, la imagen fue demasiado impactante; había cementerios dispersos por todos lados: a los costados de la ruta, en los campos, a la vera de los pueblos, de las ciudades, de las casas. Llegamos a Mostar y nos encontramos con una ciudad que, a veinte años de terminada la guerra y haber quedado destruida, comenzó a andar de nuevo. Nos impresionó ver a la gente sonriendo por las calles a pesar del entorno, porque las casas donde viven parecen coladores. Están llenas de agujeros de balas. Nos daba escalofríos de solo pensarlo. Y sin embargo, cuando ves a la gente sonreír y abrazarse, decís: "Guau, ¡qué fuerza!".
De Bosnia, cruzamos a Serbia. No bien entramos, averiguamos dónde quedaba el pueblito fundado por el cineasta Emir Kusturica. Es un lugar chiquitito que queda subiendo una colina. Ese fin de semana justo había un festival de música rusa, así que aparte de disfrutar dos días a puro piano y violín, tuvimos la suerte de conocer personalmente a Kusturica, que para nosotros es un referente. Después le siguieron Macedonia, Bulgaria y Grecia. En Grecia, bajamos hasta el mar, donde encontramos una playa solitaria, hermosa, en la que nos pasamos unos días de relax total porque necesitábamos unas verdaderas vacaciones entre tanta travesía.
"Tienen la edad ideal para hacer lo que estamos haciendo"
Alma y Quintín, que ya tienen 7 años, son dulces, curiosos e interesados por todo lo que los rodea, así que este viaje para ellos es un sinfín de descubrimientos y aventuras diarias. Tienen la edad ideal para hacer lo que estamos haciendo en familia. Disfrutan muchísimo de todo, se hacen de amigos en cada lugar que visitamos, y también lloran algunas veces cuando tienen que dejarlos; hay muchas despedidas, pero con el sabor de haber cultivado nuevas amistades. De los dos, Alma siempre es la más dispuesta a probar todo lo que nos convidan..., ¡es casi una experta en gastronomía étnica! A diferencia de muchos de los chicos de su edad, crecieron sin tele ni acceso ilimitado a la tecnología, más bien conectados a la naturaleza y al mundo artístico. Por eso, les encanta el arte, visitar museos y leer mucho. Claro que también algunas veces extrañan su lugar.
"Hay que buscarse la vida todos los días"
Viajar es movilizador, divierte y alimenta el alma. Pero para los que piensan que es estar planchado todo el día bajo unas palmeras tomando agua de coco..., no hay nada más alejado que eso. La vida del viajero también pasa por tener algo para hacer todos los días. Por la mañana, la escuela con Quintín y Alma. Luego, preparar el almuerzo, rebuscárselas y ver qué inventamos para comer en estos países tan diferentes, en los que no sabés si en el envase dice "leche" o "jabón en polvo". Siempre falta algo..., llenar los depósitos de agua, buscar alguna señal de Internet para comunicarnos, reparar algo de la camioneta, hacer algún trámite, encontrar un lugar (¡y si está bueno, mucho mejor!) para estacionar y dormir, estar alerta siempre. Tener sol para que el panel solar esté cargado y tener electricidad dentro de la casa. Leer, editar los videos que hacemos para dar a conocer nuestra historia. Pasear, conocer, aprender. En definitiva, hay que buscarse la vida todos los días.
"No tenés nada... y al rato sentir que tenés todo"
Un viaje es como la vida misma, un sube y baja constante. Sentir que no tenés nada y, al rato, sentir que tenés todo. Desde Grecia, cruzamos la frontera hacia Turquía. Entramos en un pueblito cruzando unos campos con trigales, con gente en tractores y parvas de pasto. Fue solo llegar a este lugar llamado Balavanzic y preguntarle a la primera persona dónde podíamos parar: a partir de ahí, no dejaron de darnos regalos. No sé cómo sucedió todo, pero fue como por arte de magia. Uno nos ofrecía un mapa, otro traducía lo que queríamos decir con un celular. Y nos regalaron frutas, verduras, quesos, yogures, pan, choclos. Eran unas veinte personas dándonos cosas a modo de bienvenida. Fue maravilloso.
De Turquía pasamos a Irán, donde estamos ahora. Cuando se termine nuestra visa, cruzaremos a Pakistán, y de ahí a la India, Nepal, Birmania, Tailandia y Malasia, en el sudeste asiático. Después ya veremos en dónde podemos subir la camioneta a un barco para mandarla a casa. Y ahí volver hasta nuestro lugar en el mundo, General Pico.
"Vivir en movimiento es casi una filosofía para nosotros"
Ahora estoy en el motorhome, escribiendo. Por la ventana, veo un parque lleno de verde. A mi lado, Guille les da clases de Matemáticas a los mellizos. Esta es la vida cotidiana que elegimos. Viajar nos nutre, nos moviliza, despierta sensaciones que se duermen si nos quedamos quietos. Vivir en movimiento es casi una filosofía para nosotros. Tener una "casita" de 2 x 7 metros es andar livianos, con pocas cosas materiales. Andamos en bloque, abiertos a lo que nos suceda, buscando soluciones a medida que se presentan los "problemas". Siempre rodeados de gente maravillosa, eso nos llena de energías para seguir andando.
Sumate al viaje online
A medida que dan la vuelta al mundo, Rosana y Guille suben a Internet videos y fotos en los que van contando y compartiendo su experiencia. Cada capítulo es publicado semanalmente en el diario Maracó Digital. Ahí también podés encontrar los capítulos viejos. ¿Los imperdibles? El 12, que muestra cuando se encuentran con Kusturica; el 13, cuando llegan al primer pueblito turco; y el 17, donde se ven los globos aerostáticos de Capadocia.
Más info: en Facebook: Zircaos Vuelta al Mundo; en YouTube: Zircaos.
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