Gastón Portal: "El que realmente crea no crea, sino que saca el monstruo que tiene dentro"
Sacar el monstruo que tenés dentro, de eso se trata esencialmente la vocación artística para Gastón Portal.
Inquieto, honesto, abierto, osado, trabajador incansable... Si hubiera que elegir adjetivos para describirlo a él y a su recorrido, esos serían los primeros.
La mayoría rápidamente lo asocia al mundo de la producción televisiva, de los ciclos de humor y entretenimiento, pocos saben que estudió cine en la FUC y que a sus 48 años está por dirigir su primer largometraje.
“No sabés lo joven que sos a los 40 años” le dijo alguna vez Gonzalo Agulla, frase que le quedó grabada y que lo lleva hoy a sentir que sigue empezando.
Pero no estamos frente a cualquier comienzo. Gastón re-inicia, se recicla, capitaliza experiencia, que es mucha, se despeja.
Bienvenido, Gastón Portal, a Cómo crean los que crean.
-Cuando te contacté por esta entrevista me contaste que siempre tomabas notas en cuadernos de tus ideas...
-Cuando siento que si me olvido eso voy a sufrir, lo escribo. Esa es la primera instancia. De ahí a que se comience a trabajar pueden pasar años o meses. Tomo notas porque hay una frustración terrible que es cuando vos tenés la idea y la olvidás... Hay un capítulo de Mad Man con el que me siento totalmente identificado en la que [los protagonistas] necesitan una idea para el día siguiente, para una campaña, entonces se quedan a laburar toda la noche, tienen la idea extraordinaria, después se relajan, festejan, empiezan a chupar, se duermen y cuando se despiertan la olvidan, no la recuperan nunca más. Cuando vos tenés la idea es como cuando estás en pareja y pensás que va a ser para siempre. Siempre crees que te vas a acordar porque es tan obvia. Y cuando te la olvidás a veces estás 15 días repasando, tener puntas de lo que era y no podés recuperarla.
-Trabajás para la tele. Imagino que trabajar para tele significa trabajar bajo la presión de tener que gustarle a muchos.
-Ya no. Yo laburé para la tele, tuve una productora que terminé de vender este año, laburé en programas de entretenimientos, de hecho, fui director de programación de un canal… O sea, toda esa presión la viví con el minuto a minuto y todo eso. Desde que empecé a hacer las ficciones que hago (Las 13 esposas de Wilson Fernández, La última hora, entre las últimas) ya no laburo para eso. Directamente no me interesa el rating. De hecho, tuve la suerte de que los concursos en los que participé ni siquiera fueran para un canal especifico. Y la verdad es que trabajar para Canal 7 o Canal 9 -con un producto que ni siquiera tiene que ver con el target del canal- es saber que no hay conflicto en ese sentido.
-Pero a alguien le tenés que gustar...
-Sí, pero no lo pienso. En todo lo que hice sólo funcionaron las cosas que a mí me gustaban y de pedo. Cada vez que pensé en el público no me funcionó.
-¿Sentiste que alguna vez desoíste tu deseo por estar pendiente del supuesto deseo de los demás?
-Mil veces. Hice programas de televisión con fórmulas y salieron como el culo. Y de pronto funcionaban los programas más inexplicables, por ejemplo, PNP. Era una sección que editaba en radio para mi viejo, grababa el audio de la tele y hacía compaginaciones, antes del VHS, imaginate. Con casettes grababa el audio de la tele. Una locura. Te hablo del 84, por ahí. Estaba en la secundaria. Y después lo editaba en mi casa, lo grababa en VHS. Y jamás creímos que iba a funcionar. Y la tele de hoy, por desgracia para la tele, sería impensable sin ese recurso, todo es refrito de todo. Y eso empezó así, en el living de casa con unos amigos. Nunca me hubiera imaginado que eso iba a funcionar. Lo mismo Noti Dormi. Fue mi primer programa como productor ejecutivo, era imposible pensar que iba a funcionar. No existía la trasnoche, no había rating. Estaba Kenya que auspiciaba y mi viejo...
-¿Qué era Kenya?
-Era una marca de televisores. Mi viejo les vendió el programa y poníamos dibujos animados, funcionaban esas cosas. Igual la tele tiene algún contacto muy vago con lo artístico. La ficción para mí es una expresión artística muy concreta, y cuando hablás de ficción -creo- el que realmente crea no crea, sino que saca el monstruo que tiene dentro. Y lo tiene que sacar, de la manera que pueda. No hay lugar para especular demasiado. Tenés más chances de que la cosa funcione, de que salga bien si sos honesto con eso.
-¿Cómo es tu rutina de trabajo?
-No tengo rutina, laburo mucho mejor bajo presión. Esa es la verdad. Me levanto muy temprano porque llevo a las chicas al colegio y me quedo despierto. Generalmente escribo a la mañana en mi casa o en bares.
-Debe haber momentos en los que están los chicos en casa, ¿cómo los manejás?
-Pasa que me gusta mucho estar con los chicos.
-¿Pero podés hacer ambas cosas a la vez?
-A veces sí, a veces no. Es mejor si no están (para el trabajo) pero realmente me produce una sensación muy placentera. El más chico tiene un año y de pronto estoy escribiendo, aparece un minion al lado... Ese momento no solo no me saca de eje, sino que me provoca algo lindo. Pero, por ejemplo, ahora estoy en un proceso en que no tengo nada concreto ni rodaje próximo. Estoy escribiendo medio suelto, en realidad estoy terminando de escribir una sinopsis para un largo que voy a presentar pronto. E hice lo mismo para un largo que está presentándose. Es más libre el laburo.
-Si estuvieras en otra instancia, necesitarías irte a un café.
-Claro.
-Sos guionista y director, ¿con qué rol te identificás más?
-Con ninguno, es lo que te digo del monstruo, de lo que sacás. Son formas de expresarlo. Me gusta mucho escribir, sinceramente me gustaría vivir solo de eso. Pero la adrenalina de la dirección...
-Se te mezclan los roles, ¿no?
-Creo que son parte de un mismo proceso. No le encuentro diferencias, hablando de la ficción. Es como decir: "¿De dirigir qué te gusta más, el momento en el que le hablás al cameraman o al actor?".
-Te escuché decir en otra nota que terminabas de delinear los personajes después de profundizar un poco con los actores...
-Creo que el cine -para mí hacer una miniserie es hacer cine en otro formato- es el arte quizás más plural de todos. Siempre me causa gracia cuando escucho: “la obra de tal tipo", yo considero exactamente todo lo contrario. Obviamente sale de vos, decidís ciertas cosas pero yo trato de incorporar y de sacarle la última gota de sangre a todos los que están dentro del proceso, tanto técnico como actores. Sería soberbio y algo pelotudo pensar que vos vas a escribir un personaje cerrado, de hierro y va venir un actor a interpretar eso que escribiste. Porque, en el mejor de los casos, va a cumplir tus expectativas, que ya es un aburrimiento. Lo interesante es que esa persona que aparece, que tiene un mambo encima, le empiece a meter de sí y aparezca otra cosa; por eso yo termino de escribir el guión después de encontrar los actores. Es con ellos.
-Juegan sus monstruos también.
-Exacto. Cuando yo me reúno con ellos, como estamos ahora, sé que actúan bien, no tengo que probar eso. Solo hablo de ellos y espero que me abran sus miserias, lo oculto de ellos. En general hay una idea de que el actor tiene que ser un papel en blanco y entonces el personaje crece solo. Yo pienso exactamente lo contrario. Trato de conocer al actor porque si en una de ésas el personaje puede agarrar esas cosas que el actor nunca se anima a sacar, ya no es un personaje, es una persona nueva. Estás agarrando algo real, que no podés escribirlo. Y cuanto más inteligente y oscuro sea el actor, mejores cosas salen.
-Un exorcismo.
-Más o menos. Muchas veces me dijeron que no pueden creer que todo eso que tenían y que trataban de ocultar sirviera para hacer algo bueno. No bueno de bondad, sino útil al trabajo. Es como una catarsis. Y es muy útil porque ves la diferencia. El guión es realmente una herramienta, es parte de una cosa que se va a terminar transformando. Y transformando hasta el último momento, estamos acá, aparece un perro y tal vez lo incorporamos y tal vez toda la escena sucede con el perro. No es un ejemplo delirante que suena lindo. Es real.
-¿Y cuál es el momento de mayor clímax creativo?
-Pimponeando, cuando me escucho contar las cosas es cuando más cosas se me ocurren.
-¿A quién?
-A otros, a mi co-guionista o a alguien.
-Y si estás muy bloqueado o desconectado, ¿qué hacés? ¿Hay algún ritual o ejercicio que te reconecte?
-Ritual ninguno, la verdad que no. Muchas veces te bloqueás porque tenés que llenar algo y dar una vuelta y no lo encontrás, pero es por momentos. Realmente lo único que siento que me fluye es tener ideas, esa es la verdad. Sería muy felíz si pudiera laburar y vivir solo de eso.
-Y si te acostaste peleado con tu mujer o tenés una discusión por la mañana y tenés que escribir, ¿cómo hacés para poner entre paréntesis todo ese conflicto cotidiano y concentrarte en la ficción?
-Nunca lo pongo entre paréntesis, lo pongo adentro. Soy un desastre, meto todo lo que considere fértil adentro. Todo. De alguna manera es una cagada para la otra persona porque nunca estoy relajado del todo. Ahora estamos hablando pero si algo de esto me sirve, ya estoy pensando cómo meterlo.
-¿Te ves en unos años escribiendo literatura?
-Sí, es más, me veo solamente haciendo eso. Cuando se me canse el físico de dirigir ojalá pueda vivir solo de escribir. Es lo que más me gusta.
-¿Esa sería una meta?
-Meta no, pero sí me gustaría poder vivir de esa manera, solo haciendo esas cosas que me gustan. Esa es la gran meta: no hacer nada que no me guste. Es una meta difícil de conseguir. Ahora tomé el toro por las astas. Yo estudié cine y de repente me salió lo de PNP y me metí, estuve en una productora...
-¿Los proyectos de largo en los que estás son para dirigir?
-Claro, sería mi ópera prima. Tengo que recuperar el tiempo perdido.
-Ganado quizás en otro sentido.
-No me arrepiento de nada.
-No es lo mismo un director de cine con todo el bagaje que vos tenés que uno recién salido de la universidad.
-Estoy seguro de que hubieran surgido cosas que hoy diría que no tendría que haberlas hecho. Ninguna de estos dos guiones son los que escribí como ópera prima. Tengo cinco guiones de los cuales solo filmaría estos dos. Los otros ya cambiaron, quizás retomo alguna idea o concepto. Pero uno también va cambiando. Ya no es la misma persona.
-Tal vez los monstruos ya salieron.
-Salieron o cambiaron. O crecieron, los monstruos también maduran.
-Por último, si pudieras hacer un viaje en el tiempo, ¿qué le diría tu yo de 100 años a tu yo del presente?
-¿Me tengo que imaginar lo que tengo para madurar de acá a 60 años? Si algo que uno no puede prever es la madurez, por lo tanto es bastante difícil el reto, quizás hasta impracticable hacerlo bien. Hay una cosa que me dijo Gonzalo Agulla, que tiene algunos años más que yo, cuando recién tenía 40: "Vos no sabés lo joven que sos a los 40 años, tenelo en cuenta". Y ahora que tengo 48 me doy cuenta de lo joven que fui en esta década, que fue la que más produje y más cosas hice. Cinco series, tres hijos, me asocié con una multinacional, entré en convocatoria, levanté la convocatoria, vendí, me fui. Todo eso en 8 años. Creo que me diría: “Empezás ahora a vivir. Sea lo que sea". ¿Cómo no voy a aprovecharlo? ¿Cómo voy a pensar todo el tiempo que envejezco, que me voy a morir? No tiene ningún sentido. Ahora se empezaron a morir los abuelos de mi mujer, 100 años, 102. Mi abuela, la única que me queda, tiene 97 años. Se puede vivir hasta ahí. Yo creí que nunca iba a pasar los 30, ya los pasé y me siento hecho. Y cuando vos tenés una pasión o sos curioso, ya no existe el aburrimiento. Y si no existe el aburrimiento, estás listo para vivir diferentes momentos.
-Muchas gracias, Gastón.
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