Gastón Pauls: “Si fuimos adictos, ahora pasemos a ser personas que dicen”
A la cabeza de Seres libres, que representa sus más de 13 años de recuperación de las adicciones, nos habla sobre la opresión social, su relación con el tiempo y su paternidad.
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Entre fotos de prueba en el living de su casa, Gastón Pauls busca su celular y le da play a una lista de reproducción musical. Su voz se acopla a la de Michel Polnareff y a la par cantan “Love me, please love me”. Detrás de él, en un sillón, están Muna (12) y Nilo (9) con miradas chispeantes ancladas en su papá.
¿Cómo estás?
Muy bien, paradójicamente, porque son tiempos muy difíciles para el mundo. Estoy en un momento de entender muchas cosas y de disfrutar, principalmente con mis hijos, que son lo que más me importa en la vida.
¿Cómo es esa relación que tenés con Muna y Nilo?
De agradecimiento por haberme elegido como padre y de mucha profundidad. Tengo una relación de mucha sensibilidad y compañía. Estamos juntos mucho tiempo, y cuando veo la cercanía que tengo con ellos, sé que algo está bien.
Como si esa relación fuese un reflejo de cómo estás vos...
Es el reflejo, o debería serlo. Estamos en un mundo que plantea que el éxito es llegar a determinado nivel laboral o económico, y para mí el éxito está en la relación con mis hijos. No tengo dudas de eso.
Pensando en el niño que fuiste, ¿te ves un poco en ellos?
Sí, en la timidez, la curiosidad y el buen corazón de Nilo; en el desenfado, la sensibilidad y el humor de Muna.
Te gustan las fotos..., tenés muchas en tu casa y compartís en tus redes. ¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?
Muy bien. Mi primer profesor de teatro, Carlos Gandolfo, me dijo en una de mis primeras clases: “Después de los 30 uno se tiene que hacer cargo de la cara que tiene”. Yo ya no tengo 30, tengo casi 50, y cuando me miro al espejo, las arrugas están por una buena razón, hasta cuando tienen que ver con dolores y llantos, o con sonrisas. Me gusta cuando veo lo que veo, donde convive lo triste y lo alegre.
¿Te imaginás un encuentro con ese Gastón que fuiste?
Estoy en un encuentro constante. Hay cosas que de niños sabemos y que la vida adulta te va matando. El sistema educativo y la misma sociedad te van diciendo: “No, eso no”. Estoy revalorizando un montón de cosas del Gastón de niño. Durante mucho tiempo me peleé con mi timidez y hoy me parece que te convierte en una persona más observadora. Me encantaría que ese encuentro fuera físico y abrazarme y decirme que todo va a estar bien.
¿Llevás una rutina que ayude a tu bienestar?
A la mañana agradezco despertarme. Nos vamos a dormir recontra confiados en que al otro día nos vamos a levantar, pero es medio mágico, porque no sabemos dónde estamos cuando dormimos. Vaya uno a saber a qué planeta, a qué cosmos, a qué universo nos fuimos, pero al otro día, despertamos. Hoy agradezco haber descansado, pero por sobre todas las cosas, despertarme. Esa es mi principal herramienta para estar feliz con lo que tengo: agradecer lo que soy.
¿Meditás?
Sí, pero lo hago a mi manera. Me di cuenta de que lo hacía de niño, naturalmente. En mi cuarto, solo y en silencio, hacía ejercicios de respiración sin saber que eso se llamaba “meditación”.
Ese diálogo interno que tenemos con nosotros mismos...
Ese es el diálogo con un poder superior. Cuando estás conectado con eso, estás conectado con la fuente. Cuesta retomarlo, sobre todo en una sociedad que todo el tiempo te está hablando, gritando, mostrando, ofreciendo, imponiendo.
¿Cómo surgió Seres libres, tu programa de tele?
Es el resultado de más de 13 años de recuperación de las adicciones y de llevar el mensaje de que se puede vivir bien a gente que ahora mismo está drogándose.
¿Qué es para vos hoy la libertad?
Es consciencia, descubrimiento, compañía y algo que se puede contagiar. Así como se contagia la enfermedad, podemos contagiar esperanza, amor, salud, oportunidades, vida. La libertad es poder decir lo que viene del alma. Es poder, entre todos, cantar una canción que abrace a todo el planeta en conjunto.
¿Cuál sería el mensaje que le compartirías al mundo?
Que se animen a ser. No importa cómo ni de qué manera, mostrá quién sos y compartilo sin miedo al ridículo, a la descalificación, al juicio, al castigo. Este es un mundo que te invita a que copies porque es más fácil y funciona.
¿Creés que esa incomodidad con el mundo quizá sea parte de lo te llevó a consumir?
Son cosas que van sumando a la frustración. Cuando por muchas razones te invitan a callarte, la descalificación de un sector, el no sentirte parte de un grupo o no saber bien dónde ni con quién queres estar. También hay algo con relación a la curiosidad que te lleva a consumir.
O esa sensación que te hace creer que no sos suficiente...
Cuando tenía 10 años, mi maestra explicaba cómo sacaban el petróleo y yo levanté la mano y le dije que me parecía que estaba mal sacarlo porque si estaba debajo de la tierra, por algo era. Me mandaron a dirección. Años después, varios geólogos mencionan que fue un gran error sacar el petróleo, que hay otras opciones de energía. No estaba equivocado, algo de lógica tenía desde el sentido común de un niño. Pero creí por muchos años que estaba equivocado. Ese es el gran error social para mí, presente en un montón de otras cosas.
¿Cuál sentís que es tu rol en el programa?
Intentar mostrar la verdad. En los medios de comunicación casi nada es lo que parece y lo que trato de hacer con Seres libres es no caretearla, hablar de lo que nos pasó y nos pasa, específicamente con la adicción, que significa “no decir”. Si fuimos adictos, ahora pasemos a ser personas que dicen. No es mucho más que eso, que, a la vez, me parece un montón y un gran desafío poder hablar libremente de eso en cámara.
¿Estás abierto al amor?
Estoy abierto. Estoy solo, bueno, no, estoy con mis hijos... Pero disfrutando de encontrarme con esta parte mía. Soy bastante solitario y en esta etapa es más consciente todavía. Elijo este momento y también me lo respeto. •
Producción de Eloísa Von Wernich.
Agradecemos a Herencia y a Perramus por su colaboración en esta nota.
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