Fuerza femenina: ¿cómo vamos a aprovechar nuestros nuevos espacios de poder?
Conocé la marca que nuestro equipo artístico dejó en la ciudad, porque todas #SomosMuchaMujer
“¿Y si OHLALÁ! deja una marca en la ciudad?”. Enseguida la idea nos entusiasmó y pusimos manos a la obra: Vale Boquete tomó la dirección de arte del proyecto, convocamos a los artistas Javier Brizuela, Mara Caffarone y Alejandro López Mella, salimos a buscar una pared y dimos con el spot perfecto: el GCBA habilitó pintar una pared que linda con el Centro Integral de la Mujer Elvira Rawson (en Salguero 765), un lugar al que van mujeres víctimas de violencia sexual y/o doméstica. Así que si pasás por la calle y ves el mural ohlalero, sumate a nuestra voz y subí tu foto con el hashtag #SomosMuchaMujer .
Es un hecho. En los próximos años, el impacto que tendremos las mujeres será más grande que nunca. Las estadísticas lo anticipan: en poco tiempo seremos mayoría en ámbitos en los que antes ni siquiera teníamos entrada. Para tomar dimensión de lo que sucede a nivel internacional, alcanza con pensar, por ejemplo, que en Inglaterra se espera que, en menos de una década, la mayor parte de los médicos sean mujeres. En nuestro país las cosas no serán tan distintas. Actualmente, casi todas las carreras universitarias tienen más estudiantes femeninos que masculinos y somos nosotras las que conformamos desde hace algunos años la mayoría de los egresos. Lo mismo sucede en el campo de la investigación: más de la mitad de los investigadores y becarios del CONICET pertenecen a nuestro género. El avance no se reduce solo a lo académico, es también político, deportivo, artístico. Y a esto hay que sumarle las tareas de crianza y educación que tradicionalmente nos fueron asignadas. Existe una gran diferencia entre un futuro repleto de mujeres que avanzan y un futuro femenino. ¿Cómo vamos a aprovechar semejante fuerza?
Nosotras
El fenómeno de movilización que se vive por estos días en América y Europa tiene la función de reforzar la conciencia de grupo. Cuando esta conciencia se apodera de nosotras, los cambios suceden. Millones de mujeres trabajando pueden ser solo millones de asalariadas, o bien pueden ser agentes accionando a favor de su grupo. Cuando las mujeres entendemos que somos parte de un colectivo con problemáticas similares, más allá de nuestra raza o clase social, pensamos en función de todas: amigas, hijas, sobrinas o compañeras que no conocemos. Y desde el lugar en que estamos, tomamos dimensión de nuestro poder. ¿Creés que es casual que hoy hablemos de “violencia simbólica” justo cuando los centros de ciencias sociales se colman de investigadoras feministas? ¿O que la violencia obstétrica sea más visibilizada en el momento en que los hospitales se llenan de trabajadoras mujeres? Esto pasa cuando accedemos a espacios de poder pensando en clave de género.
Express yourself
Antes, para saber “qué pensaban las mujeres” había que mirar los grandes medios de comunicación, dirigidos, en su mayoría, por hombres. Si nos sentíamos cómodas o no con cómo se nos representaba o si nos parecía que un producto nos subestimaba, eso quedaba reservado para nosotras. Hoy, con las redes sociales, todas somos un canal de comunicación. Es ese reflejo de conectarte para contar lo indignada que estás por las agresiones verbales que recibís en la calle o lo exigida que te sentís con los modelos que los medios te proponen. Poco a poco, vamos descubriendo que no somos las únicas que nos sentimos indignadas con la cantidad de injusticias que nos suceden por el hecho de ser mujeres. Hablar, compartir, debatir sobre lo que antes quedaba solo en tu círculo, tiene repercusiones enormes. La expresión es el comienzo de la onda expansiva y por eso todas somos un poco responsables: si le pasa a una, nos pasa a todas.
Otras búsquedas
En el ámbito femenino existe, en este momento, un redescubrimiento de nuestras funciones biológicas y un interés genuino por indagar en nuestra naturaleza. Basta con observar de cerca el fenómeno de los círculos de mujeres y los grupos femeninos en las redes sociales, para detectar lo dispuestas que estamos a desafiar la manera en que fuimos educadas sobre nuestra sexualidad y nuestros cuerpos. Poco a poco, “menstruación” deja de ser una palabra tabú y celebramos la sensibilidad que nos despierta. Eficaces o no, la copita menstrual, las toallitas ecológicas, los libros de ginecología natural, son señales de esa búsqueda. Muchas nos rebelamos a las imposiciones estéticas. Vemos (o somos) chicas que dejan de depilarse, que se atreven al topless, que entran a las redes de ciertas marcas para pedirles que dejen de exigirnos lo imposible. Nos movilizamos por quienes son humilladas por amamantar en público y dejamos de creer dócilmente en cualquier cosa que los otros tienen para decir sobre nuestros cuerpos. Buscamos nuestras propias fuentes de información en otras mujeres y nos identificamos con referentes reales en nuestra vida cotidiana. Y a través de su honestidad nos enteramos de que la menopausia no es un infierno, que no haber tenido un hijo no nos condena a la infelicidad y que somos muchas, muchísimas, las que encontramos dificultades para establecer relaciones de pares con los hombres. Descubrimos que no estamos solas en nada de lo que nos afecta y los fantasmas empiezan a desvanecerse.
¿Qué sigue?
Aunque expresarse en las redes, conocernos mejor y tomar las calles son armas poderosas, la nueva fase del feminismo recién comienza. Marchar es importante, pero hay ciertos puntos que vamos a tener que mirar de cerca en los años que se vienen:
Organizarnos: los actos espontáneos sirven para presionar a las autoridades sobre los temas urgentes, pero es necesario que algunas de nosotras sigamos empujando el carro aun cuando los temas parezcan apagarse en la agenda. Países como Islandia son un ejemplo: ahí se armó un partido llamado Alianza de Mujeres, que trabaja exclusivamente por cuestiones de género. Gracias a él, el Parlamento pasó a estar ocupado en un tercio por el sexo femenino.
Mirar los números: en 2015, un informe del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) señaló que Argentina ocultaba los datos concretos referidos al presupuesto de políticas de género. Por ese entonces, la ONG Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLa) vislumbraba la realidad a través de una investigación: solo 0,0018% del presupuesto nacional se destina a nuestra problemática. A pesar de la relevancia que el tema adquirió durante 2016, el Gobierno porteño redujo la ejecución del presupuesto de programas contra la violencia de género a una cifra aún menor.
Conseguir claridad legal: la ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres incorporó la figura del “femicidio” en el Código Penal. Sin embargo, su desarrollo es insuficiente ya que no da mayores detalles sobre lo que significa esta forma de homicidio o agravante. La ley debe ser modificada ya que, además, no tipifica otros delitos ni aclara las penas que deben cumplir los responsables de ejecutarlos.
Recuperar la protección simbólica: hoy no existe un espacio para denunciar el modo en que los medios tratan a las mujeres. La baja de la Ley de Medios y la suspensión del Observatorio de la Radio y la Televisión contra la Discriminación, compuesto por la ex AFSCA, el Consejo Nacional de las Mujeres y el INADI, hizo que los mensajes violentos queden librados a la voluntad y el criterio de sus emisores.
Asegurarnos aliadas: el Estado no destina ni un centavo a ayudar a organizaciones para mujeres. Las únicas que funcionan son las que tienen ayuda internacional. Idealmente, se debería contemplar un incentivo por parte del Estado.
Garantizarnos una educación sexual: la ignorancia y la brutalidad en el campo sexual afectan mucho más a las mujeres que a los hombres. La formación de una sexualidad responsable es una forma de protegernos. Pero, a pesar de que la ley 26.150 establece que la educación sexual integral es un derecho que debería ser ejercido en cada colegio, sigue sin haber rastros de ella.
Pensar el futuro
Las aguas del universo femenino están agitadas. Y navegarlas no es fácil. No solo porque lo que pasa nos interpela, sino porque esta nueva luz que juntas arrojamos sobre el sistema es una luz que atraviesa nuestras vidas íntimas también. No es solo cuando marchamos que la problemática se nos revela en la cara. En nuestro día a día, casi todas sentimos necesidad de rever la forma en que nos relacionamos con los hombres, las políticas que se aplican sobre nosotras en las empresas en que trabajamos y la manera en que nos desenvolvemos en lo público. Así, entendemos que actitudes simples como contestar o no a un comentario molesto en la calle ahora son una postura. Si esto es tan complejo, es porque está directamente relacionado con nuestras emociones e ideales, vinculados con el amor, el erotismo y la felicidad. No se trata solo de leyes y presupuestos, se trata también de reaprender a amar y a ser libres. El temblor que se siente es real, los cimientos de un modo de pensar caerán tarde o temprano. Hay que agradecerles a las mujeres que abrieron caminos para nosotras. Ahora es nuestro momento.
Agradecemos a Alba su colaboración en esta nota, donándonos las pinturas para el mural.
¿Qué te inspira de todo este movimiento? Si pasás por la calle y ves el mural ohlalero, sumate a nuestra voz y subí tu foto con el hashtag #SomosMuchaMujer:También ¿Cómo se convirtió Emma Watson en un ícono del feminismo? y Emma Watson sobre su foto en Vanity Fair: "No entiendo qué tienen que ver mis pechos con el feminismo"
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