Fuerza femenina: ¿a qué mujer vas a ayudar este año?
Extender la mano a otra mujer, profesional o emocionalmente, es tan gratificante que genera adicción. Y, en el proceso, todas mejoramos
Lo experimentamos cada día, cuando nos queda la oreja colorada después de sostener el celular durante cuarenta minutos por esa amiga que sigue obsesionada con ese histérico o cuando recibimos el mensaje cargado de amor de mamá cada mañana, preguntando de corazón cómo estamos.
El espacio exclusivo entre mujeres existe desde el primer segundo de la vida: es el vínculo materno que nos ubica de lleno en la complejidad y la fertilidad de las relaciones femeninas. Sigue en la infancia, con las primeras amigas que te comparten juguetes y chupetines, y en la adolescencia, cuando atravesás con ellas los cambios más importantes y conversás al pasar asuntos que te moldearán para siempre.
Desde que somos chicas, las mujeres vamos juntas al baño. Y esa costumbre de acompañarnos es lo que vuelve poderosa una agrupación de mujeres, cualquiera que sea su forma.
Desde redes solidarias hasta un simple llamado a una tía que siempre tiene un consejo infalible, la respuesta es invariablemente “SÍ”, porque hay algo de pertenecer al grupo que nos fascina y nos reconfirma que juntas podemos mucho. Entre mujeres, nos animamos a desterrar estereotipos y a deshacernos de mandatos.
Además, solo nosotras entendemos a full el alcance de nuestros vaivenes hormonales.
TO BRAG
¿Conocés la expresión “to brag”? En inglés significa “presumir”, y es un verbo con el que pocas mujeres logramos identificarnos. A diferencia de los hombres, nosotras no estamos acostumbradas a presumir de lo que hacemos, a creérnosla –por más que las condiciones estén dadas para eso–. En lugar de fanfarronear, nos inscribimos más en las filas del deber cumplido. Y es entonces cuando surgen las agrupaciones espontáneas de mujeres, como una forma de autobombo necesario. Ayudarnos a explotar mutuamente nuestras aptitudes, ya sea en el ámbito laboral o en el personal, es una fuerza que solo se retroalimenta. Además, es un autorregalo: nos mete en una cadena positiva, nos da una perspectiva de nuestras propias vidas y nos impulsa a seguir ayudando.
FORMAS DE ASISTIR
1. Dar ayuda profesional: uno de los mayores desafíos de las mujeres es lograr una buena organización que potencie el uso del tiempo, que nos permita cumplir con nuestras responsabilidades, pero que también deje espacio para materializar lo que deseamos. El día nos queda corto, a todas, y esto es más evidente para las que somos mamás y queremos estar presentes sin dejar de ejercer como profesionales. Pero, fuera de lo estrictamente logístico, todas atravesamos momentos de crisis vocacionales, situaciones en las que no sabemos cómo hacer para crecer profesionalmente, para pegar un salto en la empresa o para lanzarnos al emprendimiento con el que siempre soñamos. Lo bueno de recurrir a la ayuda profesional de otra mujer es la empatía que surge naturalmente por el género: el encuentro entre dos mujeres revela puntos de conexión que van más allá de lo laboral y que permiten llegar a un puerto más certero y seguro.
- Mentoreá. Si sentís que tenés cierta experiencia que podría serle útil a una compañera de trabajo a la que ves medio perdida o a una empleada que depende de vos y que te manifiesta la necesidad de crecer, podés proponerle un par de encuentros de mentoreo. Se trata de una forma de relación que tiene doble vía de aprendizaje: cualquier mujer que se destaca en su profesión y mentorea a otra también se beneficia de los aportes de su aprendiz y, en el camino, redescubre por qué le gusta lo que hace. Porque, aunque ya lo hagas mecánicamente, cuando transmitís tus habilidades a otros, te das cuenta de que ahí hay un valor adquirido.
- Ofrecé tu experiencia. Si tenés una amiga o conocida que quiere zambullirse al emprendedorismo –y es lo tuyo–, proponele un encuentro, mostrate disponible. Podés ayudarla a pensar cómo presentar su idea de manera atractiva y segura, contarle sobre otros modelos de negocio parecidos y asesorarla para abandonar progresivamente la relación de dependencia, si es eso lo que necesita su proyecto para despegar. De nuevo se aplica el mismo principio: lo que vos das por sobreentendido puede ser una total novedad para el otro.
2. Dar ayuda económica: no todo el mundo tiene acceso a créditos bancarios o préstamos familiares. Hay muchas mujeres que estarían eternamente agradecidas con una cifra módica que las habilite a hacer algo que quieren, como comprarse un libro que necesitan o hacer un curso virtual, por ejemplo. Y también hay situaciones difíciles en concreto: una mujer que recién se separó puede tardar algunos meses en acomodarse económicamente, y unos pesos extra pueden salvarla. Otra idea es aportar en un crowdfunding, un modelo de financiación colectiva para contribuir a que un proyecto vea la luz. Si no te sobra nada a fin de mes, podés contribuir con una organización con horas de trabajo. Un vínculo que empieza por lo económico puede transformarse con el tiempo en una relación de crecimiento e inspiración mutua.
3. Dar ayuda emocional: ¿cuántas veces viste a una mujer atravesar un mal momento y pensaste: “Le diría todo esto”? ¿O sentiste que te gustaría aconsejarla, decirle lo que harías vos en su lugar? No se trata de ir más allá de lo que podés dar ni de lo que la otra persona te está pidiendo, pero tal vez puedas ofrecerle herramientas sutiles y valiosas. La propuesta es desafiar el propio corazón, forzarlo a un poco más de compasión para poder extender una mano a otra mujer que tal vez lo necesite.
- Sacale jugo a la diferencia de edad. La juventud es vulnerable. Hay muchas adolescentes a las que les podría ser útil el consejo de alguien mayor para encarar sus relaciones o conversar sobre el rumbo de sus vidas, o decidir si se van o no a vivir solas. No se trata de bajar línea: el simple relato de lo que hiciste vos cuando tenías su edad ya puede ser una enorme ayuda.
- Acompañá. Sintonizá con las situaciones de mayor vulnerabilidad de la mujer. La maternidad, por ejemplo, es un momento clave para la ayuda emocional. Si ya sos mamá y tenés cerca a alguien que va a serlo y tal vez está lejos de su propia mamá o de su familia, podés ofrecerle tus consejos. Es muy angustiante atravesar este momento trascendental de la vida en soledad.
SER RED
Conectar a dos mujeres, pasar un dato, compartir la experiencia de un médico o un servicio cualquiera que ya probaste puede ser información muy valiosa para otra persona. ¿Cuántas veces nos sentimos solas en procesos que, acompañadas, hubieran sido mucho más fáciles? Algunos ejemplos:
- Pasar el dato de un médico especialista.
- Contactar a una conocida con otra que está en su misma área profesional para que intercambien experiencias.
- Presentar a dos mujeres que no se conocen y sentimos – la intuición es otra de nuestras virtudes– que juntas van a potenciarse.
- Conseguir una niñera para una mujer que necesite dejar a sus hijos al cuidado, lo que, a la vez, implica darle trabajo a otra mujer.
El altruismo es un sentimiento que nos impulsa a contribuir a una sociedad más positiva, a desdramatizar nuestros propios problemas mientras damos lo que tenemos a otros, fortaleciendo nuestra autoestima en el proceso. A su vez, colaborar constructivamente con otros nos hace sentir más plenas.
Y vos... ¿A qué mujer vas a ayudar en 2018? También leé: Amor de verano yLos mejores secretos de las lectoras de enero
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