Finde XXL. 4 destinos no tan lejanos para relajarse y pasear
ROSARIO
Por Candelaria Palacios.
DISTANCIA desde Buenos Aires: 300 km.
Nunca había estado en esta ciudad ribereña y conocerla me sorprendió. Me pareció el destino ideal para una escapada por la distancia justa (tardamos menos de 3 horas en llegar), por el clima y por el mix de propuestas que tiene: cultura, historia, playa, mucha gastronomía y propuestas para chicos. Es de esos destinos en los que te terminás imaginando cómo sería tu vida ahí, de las ganas que te dan de quedarte.
Qué hacer: el aire de río, sus casas coloniales, su arboleda y sus parques te van a hacer bajar ese cambio que tanto necesitás.
- Visitá el Monumento a la Bandera: los chicos flashean con este ícono nacional. Su tamaño es impactante y las escalinatas son ideales para saltar y correr. Además, se puede subir al mirador por $20 (los menores de 5 no pagan) y tener las mejores vistas de Rosario. Un dato: no dejes de pasar por "la llama eterna", el homenaje al "soldado de la patria", que está siempre encendida y es lo que más sorprende a los chicos.
- Tomá todo el helado que puedas: como me dijo un pizzero al que le pregunté a dónde ir para conseguir uno rico, "es difícil encontrar un mal helado en Rosario", que, entre muchas otras cosas, es la capital nacional del helado. Te recomiendo Gianduia (@gianduiagelateria), una de las mejores heladerías, con sucursales por toda la ciudad.
- Hacé playita: hay varias opciones para pasar el día o un rato junto al río, pero si vas pocos días como yo y no te querés ir muy lejos, la opción es el balneario La Florida, que está en la zona norte de la ciudad y tiene una infraestructura impecable. Por $150 podés alquilar sombrilla y disfrutar de las vistas del río Paraná.
Dónde dormir: como fui en familia, nos hospedamos en un apart que nos hizo sentir como si estuviéramos en casa: con una cocina totalmente equipada, mucho espacio compartido (nuestro departamento tenía 70 m2), dos baños y todo el confort de un hotel. Toallas y sábanas suaves, bañadera con hidromasaje y un desayuno increíble. Carat Apart Boutique (@carat.apartboutique)se encuentra en uno de los barrios más lindos de la ciudad y a una cuadra de la avenida Pellegrini, donde vas a encontrar miles de propuestas para salir a comer, tomar un helado o bolichear. Una de las cosas que más agradecí fue la atención amorosa de sus dueños, que son una familia local. Reservá en: www.carat.com.ar
Ideal para: hay propuestas para amigas, familias y parejas. Pero a mí me fascinó para ir con niños.
TERMAS DEL ARAPEY
Por Agustina Vissani.
DISTANCIA desde Buenos Aires: 524 km.
Te dicen "termas" y pensás en un bondi del PAMI, unas piletas tipo Cocoon y una cancha de bochas. Cero tentador. Pero estos días la realidad superó por mucho la expectativa. Viajamos a ciegas y nos encontramos con un megalugar súper recomendable para familias con niños. Después de manejar las seis horas desde Buenos Aires, dejamos los bolsos, nos pusimos los trajes de baño y nos zambullimos en una de las piletas calentitas. El cuerpo ya estaba relajado, un par de minutos más y la mente también se puso en off. Cuatro días de disfrute y desenchufe.
Qué hacer: el principal atractivo son las megapiscinas de agua termal, con un promedio de 39° de temperatura, que tienen muchísimos beneficios. Son relajantes, antiestrés, estimulan la circulación sanguínea, reducen el insomnio y son muy efectivas en diversos problemas de la piel como dermatitis, acné, rosácea y psoriasis.
- Arapey: un pueblito rural de menos de 300 habitantes ideal para recorrer en bici. En el medio del pueblo hay una inmensa pileta de agua termal de acceso libre, una zona de juegos para niños y un camping súper limpio y cómodo.
- Acuamanía: a menos de una hora de Arapey encontrás este parque acuático con toboganes (de hasta 18 metros de altura). Abren sábados, domingos y feriados y la entrada es de $630 para niños y $850 para adultos.
- El castillo de El Principito: a una hora y media de Arapey, podés visitarlo en el camino de ida o de vuelta. El Parque San Carlos, en Concordia, es una extensión de setenta hectáreas con las ruinas del Castillo de San Carlos (donde Antoine de Saint-Exupéry tuvo un aterrizaje forzoso y debió pasar unos días hasta reparar su avioneta), el monumento del Principito sobre el asteroide, un jardín botánico y unas lindísimas playitas de río.
Dónde dormir: nosotros paramos en Altos del Arapey Club de Golf & Hotel Termal y quedamos impresionados por el nivel de este resort 5 estrellas. ¿El plan? 24 horas de relax all inclusive con 5 piletas de agua calentita (y una de agua más fría), cabalgatas, bicicleteadas guiadas hasta el pueblo, clases de yoga, spa y kids club para los niños con actividades divertidas todo el día. El desayuno, almuerzo y cena son banquetes de una calidad que supera a muchos resorts de renombre internacional. Si contratás una estadía mínima de 4 noches, la habitación doble con servicio all inclusive queda en US$280 la noche. O US$316 la noche sin promo. Más info: altosdelarapey.com
Ideal para: unas minivacaciones con niños chiquitos (te resuelven todo) o una escapada de a dos a puro relax.
COLONIA DEL SACRAMENTO
Por María Eugenia Castagnino.
DISTANCIA desde Buenos Aires: 470 km (auto)
Debo confesar que tengo una fascinación por esta ciudad, que puedo adivinar que viene de mi amor por los lugares con historia. Ya caminé sus callecitas empedradas tantas veces..., pero no me canso nunca. Entrar al casco antiguo de la ciudad a través de la Puerta de la Ciudadela es un pasaporte a otro tiempo, a bajar el ritmo y a conectarse con el pulso del país vecino.
Qué hacer: llevá unas buenas zapas, perdete entre sus calles y tomá nota de algunos highlights imperdibles:
- Subí al faro: tiene 26 m de altura y fue construido en 1857. Desde ahí vas a poder ver todo el casco histórico desde lo alto y tener una panorámica perfecta del río. Abre todos los días, de 10 a 18.30.
- Posá para las fotos en la Calle de los Suspiros: es una de las callecitas más emblemáticas del centro histórico, con construcciones de estilo portugués, casitas con paredes de piedra, techos de tejas y aberturas pequeñas.
- Comé rico (y con vista al río): uno de mis lugares preferidos para hacer un alto con buena gastronomía y las mejores vistas es Lentas Maravillas (@lentas.maravillas). Su propuesta de slow food tienta con sus ensaladas, sándwiches y pastelería casera, en un caserón lleno de detalles y atendido por sus dueños.
- Regalate un atardecer perfecto: puedo pecar de poco objetiva, pero creo que Colonia tiene uno de los atardeceres más hermosos y potentes del mundo. Vas a ver que la rambla se llena de gente, que se sienta en banquitos estratégicamente ubicados para esperar que el cielo se tiña de un naranja furioso. Es un espectáculo natural que no podés perderte (¡y encima gratuito!).
Dónde dormir: si querés dejarte abrazar por el espíritu de la ciudad, lo ideal es que el alojamiento respete la impronta colonial. Yo elegí la Posada del Virrey (@posadadelvirrey), una casona con 13 habitaciones ambientadas delicadamente –lo genial es que ninguna es igual a la otra–, en donde vas a sentir que el virrey te prestó su cuarto para descansar. Está ubicado a media cuadra del muelle de Colonia y tiene un novedoso sistema "by yourself" en el que te dan un código para entrar a la casona y a tu habitación, sin depender de nadie. Las tarifas arrancan en los US$78 en base doble, con desayuno incluido. Datazo: hay descuento del 25% con Club La Nación, reservando en www.smreservas.com/clublanacion.
Ideal para: una mini luna de miel con tu pareja, porque tiene el mix perfecto entre historia, mística y cercanía.
SAN ISIDRO
Por Belén Ardila.
DISTANCIA desde Buenos Aires: 30 km.
Era el Día de los Enamorados y con Emi, mi novio, teníamos ganas de celebrar escapándonos de la rutina. No podíamos irnos lejos y se nos presentó una idea que parecía hecha a medida: pasar el fin de semana en San Isidro; cerca, pero respirando otro aire. El resultado fue hasta mejor de lo soñado, nos conectamos con la naturaleza, nos relajamos, disfrutamos y volvimos renovados.
Qué hacer: San Isidro te invita a respirar hondo y conectarte con los olores, sonidos y colores que lo caracterizan.
- Comé algo en la calle Tiscornia: podés almorzar, merendar o cenar en un ambiente súper relajado y con una oferta gastronómica variada y seductora. Conviven varios estilos y diferentes propuestas, pero mis preferidos son Lo de Facu (@lodefacu) y La Anita (@laanitarestaurant).
- Visitá la Catedral: un clásico que nunca pasa de moda. Si querés sentir que viajaste en el tiempo y estás viviendo en la época colonial, no dejes de visitar el edificio más imponente de San Isidro. Está protegida por la plaza Mitre, un espacio caracterizado por su feria artesanal, donde podés encontrar todo tipo de curiosidades. Funciona los sábados, domingos y feriados de 10:30 a 19.
- Andá a cenar libre de preocupaciones: dejá el celular en el hotel o apagalo y regalate una noche para vos. Fuimos a cenar a Alo’s (@alosbistro), un restaurante de estilo francés con mucha oferta vegetariana, en el corazón de La Horqueta; si bien es un poco alejado, con el auto estás en 15 minutos. Tiene un patio con una huerta orgánica propia, por lo que todos sus platos cuentan con ingredientes frescos y de estación. El espacio es para pocos comensales, con cocina a la vista y barra, lo que lo convierte en un planazo para disfrutar de a dos.
Dónde dormir: el hotel San Isidro Plaza es un espacio increíble en el medio de la arquitectura colonial de la zona. Está decorado con obras de artistas independientes y es súper minimalista. El cuarto era muy lindo, pero lo que más nos enamoró fue la vista que nos regalaba desde el balcón: un jardín con una pileta, vegetación y la Catedral de San Isidro de fondo, que le da una pincelada colonial al paisaje (datito: elegí la habitación 305, es la que tiene la mejor vista). Además de pileta, tiene un gimnasio, un sauna, un desayuno riquísimo, cochera y una vista hermosa que te hace sentir en el Virreinato del Río de la Plata del año 1800. Podés conseguir habitaciones desde US$176 + IVA en base doble. Más info: @sanisidroplazahotel.
Ideal para: olvidarte de las preocupaciones y escaparte de los ruidos de la ciudad sin tener que alejarte tanto.
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