Finanzas: qué es el costo de oportunidad y cómo medirlo
Jonatan Loidies orador TEDx, especialista en PyMEs, marketing e innovación y director de la consultora Set Consulting y nos acerca en esta oportunidad un concepto que como emprendedor y hombre o mujer de negocios no podés dejar de lado: el de costo de oportunidad o aquello que estás dejando de lado al tomar una decisión (algo de lo que ya estuvimos hablando bastante esta semana). Tomá nota y ponelo en práctica.
"El concepto de costo de oportunidad les suena a todos, pero también es casi seguro que muchos no saben claramente cómo tenerlo en cuenta. Al igual que tantas otras herramientas económicas, la noción de costo de oportunidad parece demasiado ingenua para ser útil o significativa, pero generalmente son las ideas más sencillas las que se pasan por alto. Para comprobar esto, preguntate a vos mismo: ¿tendría alguien un negocio que produjera, por ejemplo, el 8 o 10% sobre el capital invertido, si ese mismo capital pudiera conseguir, por ejemplo, el 16% en otro negocio con un riesgo similar?
El director académico del Instituto Technion de Liderazgo de Israel (más conocido como TIM), Shlomo Maital, aclaró lo que significa el costo de oportunidad de una forma muy simple: "Los economistas en lugar de preguntarse ‘¿cuánto me cuesta esto?’ o ‘¿cuánto tengo que pagar por ello?’, insisten en determinar el costo de las cosas formulando la pregunta así: ‘¿a qué tengo que renunciar para conseguir esto?’. Esta pregunta, más bien extraña, tiene una gran capacidad analítica si se hace un uso frecuente de ella. Todos los auténticos costos son oportunidades perdidas de una u otra clase, pero no todas las oportunidades perdidas se ven representadas en el talonario de cheques. Algunos costos tienen una extraordinaria habilidad para ocultarse".
Para que la idea te quede más clara, te voy a dar un ejemplo de la vida real a la que le cambié algunos nombres para no revelar la fuente. Francisco era un comerciante de la zona de Recoleta. El tenía una ferretería en una de las esquinas más importantes del barrio. Todos lo conocían y contaba con una extensa lista de clientes. Era feliz y el negocio le permitía vivir muy bien. Pero un día no tuvo mejor idea que asistir a un curso sobre dirección de empresas y un profesor le dio una muy mala noticia. Su negocio no era negocio, o por lo menos, no como él creía que lo era.
Francisco recuerda ese día como uno de los peores de su vida de empresario. Estaba cursando un módulo de finanzas cuando de repente el profesor a cargo le hizo una pregunta: '¿quién de ustedes tiene una empresa o comercio?' Al ver que nadie levantaba la mano Francisco respondió: 'Yo tengo un negocio'. 'Muy bien', dijo el profesor, y repreguntó: '¿Gana dinero? No importa cuánto'. 'Sí', respondió Francisco. '¿Está seguro?', volvió a preguntar el profesor. 'Sí, estoy seguro'. 'Muy bien ¿se anima a hacer un caso sobre su comercio y ver si realmente gana dinero?'. 'Por supuesto', dijo Francisco, un poco enojado por la forma en que se había dado la conversación.
A continuación, el profesor le pidió que escribiera en el pizarrón sus ingresos, egresos y la rentabilidad neta. Francisco lo armo rápidamente y cuando terminó, el profesor lo miró y le pregunto: '¿Está seguro que esa es su rentabilidad neta?', 'Totalmente', respondió Francisco. 'Ve, le dije que usted no estaba ganando dinero, o mejor dicho, no el que usted cree'. Y procedió a explicarle.
'¿Está seguro que esa es su rentabilidad neta?', 'Totalmente', respondió Francisco. 'Ve, le dije que usted no estaba ganando dinero, o mejor dicho, no el que usted cree'.
Francisco había realizado un muy detallado estado de resultados en donde figuraban los ingresos, los costos variables y todos los costos fijos y semi-fijos. También había realizado, para sorpresa de todos, un análisis que incluía los impuestos y la amortización. Pero había obviado algo que el profesor preveía. No había incluido ni su sueldo, ni el alquiler del local.
Cuando el profesor le agregó un sueldo de un gerente y un alquiler promedio de un local de esas características en esa zona, el resultado cambió bruscamente: pasó de ser muy interesante a ser negativo o cercano a cero. Con una sonrisa en la boca Francisco le dijo: 'Solo deben registrarse los ingresos y egresos efectivamente realizados', algo que recordaba de sus años de contabilidad en la secundaria y que le había dicho más de una vez el contador. 'Tiene razón –dijo el profesor- pero el hecho de que no los haya pagado no significa que no estén ahí. Eso es su costo de oportunidad'.
La experiencia le sirvió mucho a Francisco, quien solo unos meses después decidió mudar su negocio y alquilar el suyo. Esto le permitió obtener una rentabilidad mayor, ya que paga la mitad de lo que cobra por alquilar su local a otro inquilino. Este es tan solo uno de los tantos ejemplos que hay sobre el costo de oportunidad, algo que todos creemos conocer, pero que pocas veces usamos debidamente".
Muchas veces, a la hora de administrar un emprendimiento y generar rentabilidad, hay opciones que se nos pasan por alto por el simple hecho de no hacer un análisis detallado de la situación o por no contemplar nuestro propio sueldo dentro de la ecuación. De ahí que sea tan importante llevar un registro de todo y armar un plan económico de acción. Si aún no lo hiciste no te pierdas el contenido que ya publicamos al respecto, "Cómo armar un plan de ahorro para concretar tus proyectos".
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