Éxodo por el Coronavirus: "Me fui a vivir a España en plena pandemia”
Con la pandemia, España se volvió uno de los destinos favoritos de quienes deciden irse, al menos un tiempo, a vivir lejos de nuestro país. Pero ojo, llegar a Europa no es tan simple como armar la valija y aterrizar. Te contamos la historia de Sabrina (37) y Agustín (40), que se mudaron a España en agosto, para comenzar una aventura en familia con Augusto (7), Benjamín (4) y Felix (2).
"La decisión la tomamos en marzo de 2019. Con mi marido habíamos vivido un tiempo en Barcelona, siendo recién casados, y siempre quisimos volver a abrir ese capítulo. Tuvimos nuestro primer hijo en 2013, después llegaron dos más y la energía estaba puesta en formar una familia, así que la experiencia de vivir afuera quedó en un cajón. En 2018, cuando nació nuestro último hijo, nos empezamos a preguntar si era momento, ya que los chicos eran, justamente, chicos. Evaluamos la posibilidad de ir a Madrid y empezamos a pensarlo seriamente. Nos encontramos con que era muy cuesta arriba conseguir la visa de trabajo como emprendedores y los dos queríamos encontrar estabilidad, más allá de que sabíamos que España está en crisis.
El primer paso había sido tramitar la ciudadanía: por mi ascendencia española no podía sacarla, buscamos especialistas y una abogada encontró que había posibilidades con la italiana. A las semanas me avisó que estaban todas las actas de la rama de la familia de mi papá y que había una ley que aplicaba justo. A mí se me caían las lágrimas, son procesos re profundos de reencontrarnos con nuestra historia. En un mes tenía todo reconstruido, solo faltaba el turno. En Argentina se tardan tres o cinco años, porque está muy colapsado el sistema; el otro camino era presentar todo en el lugar de origen, que tardan, aproximadamente, tres meses. Tenía que viajar a Milán sin garantías: podía pasar una semana, 10 días o 45. Finalmente viajé, las cosas empezaron a fluir, el trámite avanzó y en febrero salió. Me dieron el DNI italiano, volví a Buenos Aires y al otro día cerraron las comunas por el covid. Fue como mágico.
Ya con los papeles, en mayo, durante el confinamiento, nos pusimos a pensar qué hacer con este proyecto. Queríamos avanzar, pero había un montón de obstáculos. Internamente había hecho una reconciliación con la idea de que si no pasaba nos quedábamos en Argentina, que, igual, seguía siendo un re buen plan.
Fue un proceso complejo y movilizante. Pensaba: "¿Cuántas pandemias hay por siglo? ¿Nos tenemos que mudar justo este año?". Pocos días antes de volar, lloraba y decía: "No sé si puedo hacer esto, ¿qué estoy haciendo? Tengo trabajo, está mi vieja, mis amigas..., ¿por qué?". La duda se presenta muchas veces, de muchas formas.
El 19 de agosto, finalmente, nos subimos al avión. Los chicos estuvieron tranquilos, acompañaron... El más grande se angustió mucho antes de irnos y las primeras semanas en Madrid seguía triste, el de 4 se hizo pis muchísimas noches y el de 2 todavía duerme con nosotros. Ahora estamos en el desafío de empezar a estabilizarnos.
En lo personal, yo estoy aprendiendo a armarme de mucha paciencia, para acompañarlos y para sostenerlos... Igual, me asaltan los miedos. Casi todos tienen que ver con el mundo afectivo del que te distanciás. Tenés la virtualidad, pero estás lejos, estás armando tu vida del otro lado.
Cuesta, pero todo vale la pena. Acá, salgo a la calle y siento seguridad en el cuerpo. Varias veces me pregunté si quería pagar este costo; extraño como loca, pero siento que ahora puedo apostar a construir.
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