“Estoy en un cumple”: cuando la multidemanda te lleva a ser siempre la colgada
Todos están en una y vos estás en cualquiera. Un término nuevo que nos invita a pensar qué pasa cuando somos siempre la que está en otra sintonía.
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OHLALÁ! cumple años, y podría decirse que, literal y simbólicamente, “estamos en un cumple”. ¿Qué significa esta frase que probablemente hayas escuchado de boca de un hermano, un sobrino, un primo o que incluso podés haber incorporado? Hoy en día, “estar en un cumple” es “estar en cualquiera”, no entender de qué están hablando los demás, qué está pasando a tu alrededor. Estar colgada, estar en otra, estar desorientada. Nada nuevo. Las formas de nombrar lo que nos pasa van cambiando, pero podríamos decir que, en la mayoría de los casos, refieren a lo mismo.
Pero ¿por qué esta frase nos convoca? Además de estar atravesando nuestro número aniversario, claro está, el significado que se le da a la expresión nos habla de un estado al que la pandemia, de alguna manera, nos habituó. La multidemanda a la que estamos sometidas, con el trabajo en casa, los chicos y la logística de la escuela para quienes tengan hijos, la atención que requiere la virtualidad y la cantidad de cuestiones a organizar que cambian constantemente en función de los contagios en nuestro entorno, hacen que “estar en un cumple” probablemente sea una forma viable de transitar un momento tan pesado.
Por otra parte, estamos realmente en un cumple cuando nos damos cuenta de que estamos fuera de muchos de los códigos que manejan hoy los más jóvenes, que nos devuelven una imagen de nosotras mismas que nos lleva a asumir que, probablemente, seamos menos jóvenes de lo que creíamos.
ESTAMOS OUT
Sí, no entender nada cuando escuchás hablar a dos adolescentes probablemente te haga sentir “en un cumple”. Como un territorio de resistencia y afirmación de identidad, en la adolescencia suelen construirse códigos propios que dejan afuera a los demás grupos etarios (sobre todo a los padres y las madres). De la mano de las nuevas plataformas, hoy en día, van surgiendo términos que aluden propiamente a las prácticas que allí se llevan a cabo: streamers y gamers como Coscu juegan en Twitch (plataforma donde se hacen transmisiones en vivo) y, haciendo uso de la espontaneidad, sus ocurrencias quedan plasmadas luego en la jerga de los miles de adolescentes que presencian el juego.
Las nuevas plataformas y el uso que los adolescentes hacen de ellas marcan una clara línea divisoria, y tienen su correlato en los lenguajes que utilizan. Hace poco, una nota en emojipedia señaló que usar en los comments de TikTok el emoji de la carita sonriendo con lágrimas denota tener más de 35 años. Los chicos y chicas hoy usan la calavera para decir que se murieron de la risa.
Todas estas cuestiones pueden impactarnos por momentos, porque son muestras de que, de a poco, nos vamos quedando “afuera” de algo. ¿Por qué puede pesarnos el hecho de que se nos considere “viejas? ¿Tiene esto relación con una noción de la finitud de la vida y de la inminente y filosófica presencia de la muerte? ¿O nos hace sentir poco atractivas, poco activas? No es un dato menor el hecho de que la madurez suele estar culturalmente asociada en los hombres a la sensualidad y en las mujeres al desgaste. Si bien hay muchas cosas que están cambiando en cuanto a cuestiones de género, asociar socialmente la edad de la mujer con una sensualidad que puede no estar ligada a los cánones hegemónicos sigue siendo una cuenta pendiente.
Más allá de las cuestiones de género, que pueden pesar mucho: ser jovial es un valor, mientras que ser joven puede estar ligado a la ingenuidad y la falta de experiencia, rasgos que no son necesariamente atractivos para cualquiera. La madurez es interesante porque está relacionada a la forma en que se vivieron esos años. “Haber vivido muchos años pero con poca experiencia lleva a una vida en la que se anhela permanecer joven, pero para vivir algo que no se vivió aún”, nos dice nuestro experto. Por eso puede la inmadurez ser tomada como un signo de época: se quiere ser joven para reparar una falta: de crecimiento, de experiencias, de vivencias con significado. Vivir las etapas con plenitud según sus momentos es, sin dudas, un signo de sabiduría.
UNA DISPERSIÓN PANDÉMICA
Por otro lado, influye el contexto. Si lo que queremos es “dejar de estar en un cumple”, estos tiempos no ayudan. Está demostrado que la atención que requiere una videollamada no es la misma que la que se necesita en una reunión cara a cara, sumado al estrés que a mucha gente le genera verse a sí misma en la pantalla, estar pendiente de que no suene el timbre para que el perro no ladre o que no aparezca detrás de la cámara algún miembro de la familia.
El teletrabajo puede tener cosas muy buenas, pero si hay algo que la virtualidad genera, es una simultaneidad en las demandas que puede resultar agotadora. Este tiempo fue particularmente extenuante para padres con chicos pequeños: el año pasado, por tener que trabajar desde casa sin ninguna ayuda de abuelos o niñeras; y este, por el tetris logístico de llevar y retirar en horarios escalonados a los chicos a la escuela. Las demandas laborales no suelen contemplar estos momentos, y la vida se vuelve un sinfín de tareas a cumplir en el mismo momento. La virtualización de la vida desconoce el espacio, es puro tiempo simultáneo.
No es loco pensar, entonces, que la dispersión venga a tratar de alivianarnos algo, como mecanismo. Aparece muy ligada al agotamiento, y lo que hace es trasladarnos a otro lado, probablemente para ponerle pausa a ese hacer desenfrenado que la vida cotidiana nos exige.
Si bien existen personas que son de por sí dispersas, todos somos de alguna manera susceptibles de estar dispersos, según la vida que llevemos. Es evidente que si una persona tiene una cantidad infinita de cosas para hacer en un tiempo finito, las obligaciones y pendientes se van a superponer en su cabeza en un intento de abarcar todo.
UNA COSA A LA VEZ
Una buena manera de tratar de hacer foco y no pretender atacar veinte pendientes en simultáneo es aplicar la conciencia plena. Consiste en el simple hecho de proponerte empezar y terminar de hacer algo, dedicándole una franja horaria sin interrupciones. Puede ser muy difícil en estos tiempos, pero si disponés de dos horas, proponete un objetivo que pueda cumplirse en ese tiempo: ya sea responder mails, hacer las compras o terminar un pendiente del trabajo.
Más allá de la pandemia, sabemos que hay un modo de ser actual, que, mediante la simultaneidad de estímulos, mails, notificaciones y comentarios en las redes sociales, nos convoca todo el tiempo a distraernos. Las redes sociales se manejan mediante la “economía de la atención” y están, precisamente, diseñadas para captarla. Por eso los movimientos de desconexión están teniendo tantos adeptos en Europa y el mundo.
Hacer foco puede resultar difícil, pero vale la pena hacer el esfuerzo. Obligarse a no mirar el celular hasta no terminar la tarea que estamos haciendo nos va a traer a largo plazo más gratificación que estar constantemente pendientes de las notificaciones (¿te preguntaste cuántas veces interrumpir una tarea para mirar el teléfono realmente valió la pena?; la mayoría de las veces sacamos nuestra atención de algo importante solamente para encontrarnos con un “jaja” como respuesta de una conocida en un grupo de WhastApp).
LO BUENO DE ESTAR EN TU PROPIO CUMPLE
Siempre y cuando no esté ligado al estrés, la ansiedad y el desborde, “estar en la tuya” puede tener su lado positivo. No solamente por las ventajas de la tendencia JOMO (Joy of Missing Out), o sea, dejar de estar pendiente de lo que hicieron el fin de semana todos tus contactos, lo cual probablemente te quite mucho más de lo que te aporte (¡tu tiempo!); sino también por tratar de encontrarle el lado positivo a elegir, por momentos, la levedad en detrimento de lo pesado de la vida.
Si bien las personalidades creativas no se caracterizan por ser dispersas (para crear, hay que poder hacer foco), lo cierto es que en el proceso creativo sí se hace uso de la dispersión, en el sentido de poder explorar, “flotar”, activar la llamada mind wondering (o mente errante), nutrirte de otros universos, dejar volar tu cabeza para que pueda empaparse de otras cuestiones, tener una mirada macro que permita establecer relaciones entre aspectos que, a simple vista, parecen inconexos.
Lograr utilizar la dispersión como un recurso a tu favor es un gran desafío que, bien usado, puede llegar a traer buenos frutos. •
10 Frases centennials para no “estar en un cumple”
¿Cuántas de estas frases o términos conocías? ¿Cuáles ya estás usando? Si no entendés nada, tomá nota para poder seguir conversaciones centennials sin sentir que “estás en un cumple”.
- “Se picó”, “full picado”, “picantovich” y todas las derivaciones que tenga el término “picado”: se usa tanto para aludir a un enojo como para graficar una situación que se desborda.
- “De ruta”: también puede ser “de rúcula” o “buenardo”: es para decir que algo está muy bueno. Su antítesis es “malardo”.
- “Random”: algo que no esperás, medio cualquiera, como hablarle a alguien que no conocés (le estás hablando a alguien random).
- “Insta”: tiene varias acepciones y, de hecho, su significado se deduce por contexto, porque muchas cosas pueden ser “insta”. Pero generalmente es para decir que algo es muy bueno o que está por ocurrir.
- “Ranciovich”: algo que molesta o alguien que es molesto.
- “Ndeah”, “ahre”: cancherear, hacer alarde sobre alguna cuestión.
- “Govir”, “virgo”: ser virgen.
- “Temaikén”, “temardo”: una canción que te gusta mucho.
- “Me sirve”: sería algo así como “dale”, una forma de afirmar algo. Suele decirse al responder que algo es bueno o útil.
- “Épico”: extremadamente bueno.
Experto consultado: Luciano luterau. Psicoanalista, doctor en Filosofía y en Psicología.
Producción de Lula Romero.
Make up y pelo: Bárbara Majnemer para Estudio Olivera con productos Schwarzkopf. Agradecemos a @ideaparacelebrar, @lachicadelosglobos, Las Pepas, Oggi Y Petitem por su colaboración en esta nota.
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