Encontrá tu espacio unicornio: las 3 claves para crear un lugar para vos mismo
Tener un lugar de expresión es vital, pero no siempre nos sale. ¿Qué es eso que te vuelve único?
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¿Qué pide tu cuerpo? ¿Qué despierta tu curiosidad? ¿Qué mueve a tu intelecto? ¿Qué cosa que te encantaba dejaste atrás y te gustaría retomar? ¿Qué te enciende? ¿Qué hace que vos seas vos? Eso que viene a tu mente es tu espacio unicornio.
La expresión es de Eve Rodsky, una autora norteamericana que investiga la creatividad con perspectiva de género. Se refiere a la posibilidad de descubrir y nutrir tus dones naturales e intereses, esos que te hacen único. Se trata de activar la autoexpresión de alguna manera. Eso que hacés solo por vos, porque te da mucha alegría y que incluso te gustaría compartir con otras personas. Eso que te hace entrar en estado de flow, ese estado que se define como estar tan involucradas con lo que estamos haciendo que nada más importa.
Está bueno emprender esta misión porque nos da una sensación de propósito, nos genera bienestar, nos hace estar conectados con una parte interna en nosotros que nada tiene que ver con las tareas domésticas o el trabajo. Y eso nos ayuda a vivir con mayor sentido, a cultivar la resiliencia, contribuye a nuestro costado lúdico y nutre nuestra curiosidad.
3 pasos para explorarlo
- Primer paso: resetearte. Necesitamos hacernos nuestro espacio unicornio. Quizás estés pensando: “¿Y si al final del día ‘hacerme tiempo para mí’ se vuelve otra tarea de la lista? Encima que paso poco tiempo con mis hijos, ¿me voy a tomar dos horas para estar solo? ¿Y cómo hago con mi pareja? Además, no retribuye, no da dinero. Y siempre me interrumpen, así que para qué molestarme. ¿Realmente necesito tiempo creativo para mí?”. La respuesta es “sí”. No es un lujo excesivo. No es egoísta. Puede ser una hora ininterrumpida de tiempo para vos en tu cocina, con música. Pueden ser clases de bachata. Puede ser un rato con pinceles y acuarelas. Pueden ser dos horas de escritura, de tejido, de papercut.
- Segundo paso: darte permisos. Eve Rodsky habla del permiso para vivir una vida creativa, que también incluye el permiso para estar no disponible. Permiso para quemar la culpa, permiso para usar nuestra voz. Y los únicos que podemos darnos ese permiso somos nosotros mismos. Postergarnos siempre parece la opción más fácil, pero la historia termina así: con sensación de enojo y de frustración. Entonces, tenemos que restablecer el modo en que valoramos nuestro tiempo y nuestra energía. Pero no podemos sentarnos a esperar a que nos den ese tiempo, tenemos que crearlo.
- Tercer paso: cultivar las tres C de la creatividad
Curiosidad
Ser curiosos es querer saber más y poder nombrar aquello que nos hace vibrar. No tiene que ser una pasión con mayúsculas: puede ser algo que despierta un interés genuino en nosotros. Si te interesa y la disfrutás, cualquier actividad puede volverse tu espacio unicornio. No tenés que ser sobresaliente en ella. Es clave que tu motivación venga de adentro de vos, y no que responda a lo que vos creés que son las expectativas de otras personas o las medidas sociales de éxito.
Conexión
Es tan común esa idea de que “lo creativo no garpa”, de que si no podemos monetizar eso que hacemos, no tiene sentido. Pero para que valga, tu espacio unicornio solo tiene que hacerte feliz a vos. Y una forma de experimentar esa alegría es compartiendo nuestros dones con el mundo. Al setearnos así, nos conectamos con otros y eso que hacemos de pronto se vuelve aún más significativo. El feedback que vamos recibiendo nos motiva a hacerlo cada vez mejor, y muestra un aspecto nuestro que otros valoran y celebran.
Todos los seres humanos necesitamos experimentar conexión. Nos hace bien física y emocionalmente. De hecho, está comprobado que la ansiedad, la depresión y las adicciones están directamente relacionadas con la falta de conexión humana. Entonces, quizás, en vez de scrollear durante horas nuestro feed de Instagram, podemos hacer una pequeña muestra de nuestra obra, o podemos enviar por mail el cuento que escribimos, o compartir una foto de esa artesanía que hicimos con tanta dedicación, ofrecer una función a beneficio de una organización o armar una reunión para degustar los platos que hacemos con tanta dedicación. Nuestro mundo se expande desde un lugar muy auténtico.
Completitud
¿Tenés miedo de haber perdido el tren, de que sea tarde, miedo a que sea displacentero, a que no gust,e a ser mediocre, a dejarlo por la mitad...? Una de las emociones primarias, junto con el amor, es el miedo. Es el gran inhibidor en nuestra búsqueda de un espacio unicornio. Pero cuando podés identificarlo, todo se aclara. La meta no es deshacerse del miedo por completo, pero sí adaptarnos a él. Ir por nuestro espacio unicornio con o sin miedo, pero lo importante es ir, que no te paralice.
Otra gran amenaza: el perfeccionismo. Hay una vieja frase que dice “mejor hecho que perfecto”. Nuestra pretensión de ser sobresalientes suele poner en jaque nuestra necesidad de autoexpresión. La maestría no es nuestra meta. Como dice Eve Rodsky, “cuando te entregás a la expresión creativa como un proceso en desarrollo, sentís más libertad de crear y también sos más compasiva con vos misma cuando algo no sale bien”. Una estrategia es pensar en grande y actuar en pequeño. Es decir, establecer una meta, pero ir dividiéndola en objetivos más pequeños y mensurables, que nos den la sensación de estar en carrera, una carrera en la que no gana nadie. Bueno, sí, gana su única participante: vos.
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