En Palermo. El departamento de una estilista y su inigualable sello propio
Ser estilista es, sobre todo, elegir. Decidir qué va con qué, qué falta, qué sobra. Lulu Biaus es diseñadora de indumentaria y trabaja de productora de moda desde hace años, tanto para editoriales como en redes. Además, es productora de contenido para empresas y hace asesorías in company en plan influencer de moda. Lulu, que también es colaboradora de OHLALÁ!, lo define fácil: primero hay que saber observar; después, editar.
La misma premisa vale tanto para un look como para un cuarto. Y para la vida, por qué no. "Estamos esperando el nacimiento de nuestra segunda hija, Lucero. Hace cuatro años, cuando me convertí en la mamá de Silvestre, sentí que mi vida había cambiado tanto que al principio me costó. Y lo mismo le pasó a Pato, mi marido. Es que siempre fuimos los dos muy independientes y de repente tuvimos que empezar a funcionar como familia. Nos llevó un tiempo acomodarnos y decidir ir por otro hijo. Mudarnos a esta casa fue parte de ese proceso de conciencia", dice Lulu.
El departamento donde vivían antes quedaba a apenas cuatro cuadras de este, en Palermo. Pero era otro estilo de todo. Tenía un solo cuarto y una terraza grande donde hacían asados, comían y veían el atardecer. En este, menos aire libre y más metros cubiertos, una cocina más grande, tres cuartos, dos baños; en fin, más familia.
"Hubo una época en la que me obsesioné con quién copiaba a quién, pero ahora ya no me importa. Las ideas son de todos, ¿no? En todo caso, lo que importa es la edición que cada uno hace. No pretendo que mi casa sea original. Me alcanza con que sea personal".
Espacio compartido
Se entra a la casa por un pasillo con planos asimétricos color verde estilo Bauhaus y fotos que anticipan las caras de sus habitantes. Después, el comedor, que usan sobre todo cuando hay invitados, tantos como los que entren en el sillón largo contra la pared. Y el living: "No es un living para saltar en el sillón. Tampoco me gusta que haya juguetes por todos lados. Tratamos de mantener cierto orden", dice Lulu. Y "el rincón de la calma" junto al balcón, donde van los elementos de reflexología, masajes, los sahumerios, el mat de yoga... "Silver viene acá a desenojar". Muchas plantas de interior colgantes y apoyadas sobre los muebles y, al fondo, un balcón con huerta, compost y un olivo flamante que Pato compró en la ruta el otro día.
Se organizaron, y funciona. La casa es (era, será) punto fijo de reunión para sus amigos sin hijos en la previa del fin de semana. Y, para matar nostalgias, la hermana de Lulu vive a 50 metros sobre la misma calle y tiene una parrilla donde se desquitan con asado.
"Soy súper espiritual, aunque no tengo un dios en particular. Me importa evolucionar y creo que eso se puede lograr mediante un trabajo interno que nos ayude a materializar el plano emocional. En esa búsqueda me abro a todo".
La reforma
La única reforma importante que hicieron fue en el área del lavadero y cocina, justo antes de la cuarentena. "Sobre un proyecto de Lola Fernández, de Estudio Crudo, lo detonamos para cambiar la distribución".
"Me re divierte la decoración, y a Pato también. Yo soy más acumuladora, él es un virginiano total, todo ordenado. Ahora estaba con ganas de hacer un mural en el pasillo que va a los cuartos, pero Pato me pidió que por favor dejemos algo blanco y sin nada. Igual, no me quedo quieta: un día de esta cuarentena, con un martillo, arranqué las jaboneras empotradas del baño principal. Como no encontraba lo que quería poner en su lugar, quedaron los agujeros varios días", se divierte Lulu, que reconoce el humor como uno de sus grandes pilares.
"Lo lúdico me ayudó a atravesar duelos, pero también es muy útil para mi trabajo. Hace poco tuve una suerte de crisis vocacional: dudé del valor que tenía dedicarme a la imagen, lo sentí frívolo. Después descubrí que puedo comunicar algo valioso aunque solo esté enseñando a usar una camisa blanca. Esa es la clave, el cómo lo digo".
El ala íntima
Está formada por el dormitorio principal, el de Silvestre y el del estudio de Lulu, donde tiene la computadora, un sillón-cama y todo lo que usa en sus trabajos de producción. Aunque el tiempo termine acomodándolo todo, por ahora Lulu prefiere no resignar este lugar personal y busca alternativas para el cuarto de la beba durante sus primeros meses. De hecho, inventó un cocuarto dentro de su propio dormitorio con cambiador y una cunita itinerante.
"Necesito un cuarto propio donde pueda cerrar la puerta de vez en cuando", dice Lulu, con la honestidad propia de una madre de hijos chicos, y en cuarentena.
"Pato trabaja en turf y viaja todas las semanas. Lo que era genial antes de tener hijos, porque cada uno tenía días para estar solo, ahora no está tan bueno. Y menos durante la cuarentena, porque mientras él sigue viajando, yo me quedo en el mismo sitio. Igual nos dividimos todo. Él hace las compras, cocina, lava los platos y trapea los pisos. A mí me toca ordenar, lavar la ropa, barrer y ocuparme de Silvestre full time cuando él no está", cuenta Lulu. •
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