En Los Ángeles, dos museos que son las verdaderas obras de arte
Legados por millonarios y ávidos coleccionistas, llevan el nombre de sus fundadores, Jean Paul Getty y Henry Huntington.
LOS ÁNGELES.- De Jean Paul Getty se ha dicho que era el hombre más amarrete que pudo existir. El magnate estadounidense (1892-1976), calificado en 1957 por la revista Fortune como la persona más rica del mundo (a pesar de que su padre habría dicho al morir que Jean Paul llevaría la empresa familiar a la ruina), llegó a instalar un teléfono con monedas en su casa, para que invitados y personal de servicio no se pasaran de rosca con las llamadas.
Aunque la anécdota más tristemente célebre tuvo como protagonista a su nieto Jean Paul Getty III, secuestrado a los 16 años en Roma por la mafia calabresa. Cuando los captores exigieron 17 millones de dólares de rescate, el patriarca sentenció: "Tengo 14 nietos. Si pago un centavo ahora, voy a tener 14 nietos secuestrados". Furiosos, los delincuentes le rebanaron una oreja al adolescente y la enviaron a un periódico italiano. Así y todo el abuelo siguió regateando: bajó la suma a casi tres millones de dólares, que prestó a su hijo Paul Getty II... al 4% de interés.
El empresario del petróleo no habrá soltado un peso a sus herederos, pero legó a la humanidad - a través del fideicomiso que estableció en 1953- una fantástica colección de arte. Encaramado sobre una colina de Brentwood, Los Ángeles, con las costas del Pacífico a sus pies y una vista que corta el aliento, el Getty Center es una obra de arte en sí misma. Recubierto de mármol travertino extraído de Bagni di Tivoli, en Italia (se requirieron cien travesías transoceánicas para llevarlo a California), el complejo de edificios angulares y líneas modernistas es un diseño del arquitecto Richard Meier, mientras el extenso Jardín Central (ocupa más de 12 mil metros cuadrados), construido sobre un barranco natural, lleva el sello del paisajista Robert Irwin.
Getty estuvo lejos de ver finalizada esta maravilla arquitectónica, que tardó 13 años en construirse (abrió en 1997) y hoy, con 1300 millones de visitantes al año, es uno de los museos más visitados del país. Y para paliar la fama de avaro de su mentor, hay que subrayar que la entrada al complejo es absolutamente gratuita, una rareza para una institución de esta envergadura en Estados Unidos. Sólo hay que pagar el estacionamiento si uno decide venir en auto (US$15 dólares la estadía), aunque también se puede llegar en ómnibus público (línea 761). Para acceder después hasta la explanada principal, a 268 metros de altura, hay que tomar un tranvía eléctrico que también es parte del programa. Según explicó Meier, el viaje de 5 minutos a la cima fue concebido con la idea de transmitir la lograda sensación de "estar siendo elevado a una experiencia por encima de lo cotidiano".
El centro se divide en cuatro pabellones: Norte (para obras anteriores al 1600), Este (1600-1800), Sur (1600-1800) y Oeste (posteriores al 1800). Salvo en la sección de fotografía, el museo no presenta arte contemporáneo.
Entre las obras en exhibición permanente se destacan Los lirios, de Vincent Van Gogh, además de pinturas de Gauguin, Monet, Renoir, Cézanne, dibujos de Miguel Angel, Leonardo y Rafael, o esculturas de Cellini, Bernini, Houdon y Canova.
El Getty Center no debe confundirse con la Getty Villa, cerca de Malibú (y también de Los Ángeles), una casa como la que tenía el mismísimo Nerón y que Getty inauguró en 1974, dos años antes de su muerte.
La mansión fue construida a imagen y semejanza de las villas de verano del imperio romano y hoy está dedicada a las artes de la Antigua Grecia, Roma y Etruria. Justamente, en 2007 el museo se vio obligado a devolver a Italia más de 40 piezas arqueológicas que, según el gobierno de Roma, fueron saqueadas de su territorio. En el centro de la polémica aún está el destino de una de las posesiones más preciadas del museo, Juventud Victoriosa, estatua griega de bronce (aunque hallada en 1964 por un pescador italiano) que la Villa se niega a restituir, aduciendo que adquirió la pieza legalmente. Si el viejo Getty viviera, seguramente sería el más duro negociador en esta larga batalla legal.
Los jardines más famosos
Al igual que Jean Paul Getty, Henry E. Huntington (1850-1927) vivió en California, amasó una inmensa fortuna -esta vez de la mano de los ferrocarriles- y fue un ávido coleccionista de arte. Y, sobre todo, también donó para la posteridad otro espléndido museo en San Marino, un coqueto suburbio del condado de Los Ángeles.
Más que un museo, los Huntington (su nombre completo es Huntington Library, Art Collections and Botanical Gardens) son un inmenso complejo compuesto por un museo, sí, pero también un jardín botánico y una biblioteca. Esta última atesora 6,5 millones de manuscritos y más de un millón de libros poco comunes, entre ellos joyas como una de las 11 copias de la Biblia Gutenberg, la autobiografía de Benjamin Franklin escrita en su puño y letra, los dos primeros actos de Hamlet o documentos sobre Abraham Lincoln esbozados por su guardaespaldas. Ni hablar de la antigua residencia estilo Beaux Arts y su magnífica colección de arte francés y británico de los siglos XVII y XVIII, en la que se destaca El niño azul, de Thomas Gainsborough (Huntington lo compró en 1921 por un precio récord para la época de US$ 728,800).
A pesar de semejantes tesoros, gran parte del público ni siquiera pisa estos recintos, encandilado por los jardines que florecen hasta donde alcance la vista. El Jardín de Shakespeare, el Jardín Subtropical, el Jardín Chino, el Jardín Japonés, el Jardín de las Camelias... son algo así como parques temáticos de la botánica, una vuelta al mundo en casi 50 hectáreas de verde.
Tal vez uno de los más visitados sea el Jardín del Desierto, que reúne una de las mayores colecciones de cactus y suculentas del mundo, con plantas de climas extremos, muchas de ellas desconocidas y menospreciadas a principios de la década de 1900. Huntington no se echó atrás e incluso construyó un ramal ferroviario en el jardín para trasladar rocas, tierra y plantas con los vagones.
En estos mismos jardines se han filmado innumerables películas y series, desde Memorias de una Geisha (en el jardín japonés, lógicamente) hasta The West Wing, Star Trek, Los Ángeles de Charlie, Legalmente rubia o Propuesta indecente, entre tantas otras.
Henry Huntington está enterrado en el mausoleo de la propiedad junto a su esposa Arabella, con quien compartía su afición por el arte. El mausoleo es obra de John Russell Pope, que también diseñó el memorial dedicado al presidente Thomas Jefferson en Washington DC.
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