En el Norte, surf y cebiche
Cerca de la frontera con Ecuador, desde Tumbes hasta Piura, recorrido por playas de aguas cálidas, olas gigantes y lo mejores platos con pescados y mariscos
La historia refiere que en esas costas, hace casi quinientos años, comenzó aquella conquista que terminaría en masacre. Al alba de un cálido día de principios de abril de 1532, con apenas doscientos hombres y medio centenar de caballos, Francisco Pizarro desembarcaba en las playas de Tumbes con la misión de explorar y anexar al imperio español las hasta allí desconocidas tierras del Perú. Apenas ocho meses después, el invasor europeo capturó al emperador inca Atahualpa, lo condenó a muerte por idolatría e inició así el aniquilamiento del Tahuantisuyo que culminó en 1544 con el asesinato de Manco Inca, el efímero sucesor de Atahualpa. En la brutal campaña conquistadora, Pizarro acabó con la vida de varias decenas de miles de incas.
Conservados como reliquias coloniales, existen aún hoy dos o tres grabados que muestran a Pizarro llegando a las costas de Tumbes en aquel día cálido de abril de 1532. En las obras, las palmeras asoman sobre las arenas y el mar rompe salvaje contra la playa del desembarco, golpeando la orilla con enormes olas. A pesar del paso de los siglos, poco ha cambiado en el actual paisaje del litoral marítimo de Tumbes, en cuya geografía siguen destacándose las palmeras y el mar salvaje. "Esto es como un paraíso", dice Osnar Rodríguez, un surfista que todos los años llega hasta las playas tumbesinas para disfrutar de olas que en ocasiones pueden llegar hasta los 4 y 5 metros. Recostado en la arena suave disfruta del sabor de una langosta antes de salir al mar con su tabla de colores flúo.
Las costas de Tumbes son las más hermosas del norte peruano. Casi en la frontera con Ecuador cuentan no sólo con arenas suaves y aguas de olas magníficas, sino muy especialmente con un clima que durante casi todo el año promedia los 30°C y unos atardeceres sobre el océano Pacífico que en muchas guías de viajeros están considerados entre los mejores del mundo. "En Tumbes, ver ponerse el sol en el mar es una de esas cosas que no se olvidan nunca", dice Osnar Rodríguez, ya de regreso de las aguas tras haber surfeado un par de buenas olas. El crepúsculo acaba de teñir de rojo el cielo, la tarde se muere definitivamente y la noche inexorable se anuncia en una luna de cuarto menguante. Con las playas ya vacías cobran vida entonces los restaurantes de los principales hoteles en los que los mejores platos son los preparados a base de pescados y frutos marinos, principalmente el arroz con conchas negras, el enrollado de mero con pulpa de cangrejo y el majarisco tumbesino, preparado con calamares, almejas, langostinos, plátanos verdes y mucha cebolla. Una exquisitez.
Sobre las costas de Tumbes se encuentran las playas de Zorritos y Punta Sal, dos de los destinos más buscados por el turismo que llega hasta Perú. A la altura del kilómetro 1240 de la ruta Panamericana, Zorritos es un sitio que ha alcanzado enorme fama por la excepcional temperatura de sus aguas, que suelen llegar a los 25°C gracias a la influencia de la corriente cálida de El Niño.
Sus solitarios paisajes de arenas muy blancas son ideales para las parejas jóvenes, que muchas veces encuentran un especial refugio romántico en las pintorescas caletas en las que los pescadores artesanales lanzan sus redes en las mañanas. Por su parte, Punta Sal es un lugar buscado por las familias, esencialmente por sus hoteles frente al mar en los que se puede disfrutar de todo tipo de actividades náuticas, desde el vértigo desafiante del esquí acuático y el wakeboard hasta la desprejuiciada diversión de las boyas inflables y el banano. "Ya nos subimos dos veces y vamos a subirnos una más", dice Christian, un limeño obeso que ha venido a Tumbes con su mujer y sus dos hijos. Como si fuera un niño trepa al banano y empieza a saltar sobre la goma. Un rato después, sin dejar de reírse, cae pesadamente al agua junto a su esposa.
Más allá de sus playas, la costa tumbesina ofrece también la belleza natural del Santuario Nacional de los Manglares. Entre arbustos de raíces hundidas en el agua viven allí enormes cocodrilos, decenas de especies de garzas, nutrias gigantes y mapaches conocidos popularmente como perros concheros. A menos de veinte kilómetros de la ciudad de Tumbes son varias las agencias que organizan navegaciones por la zona, especialmente entre abril y diciembre donde el clima es totalmente seco. Los tres primeros meses del año, de enero a marzo, son muy lluviosos. Por eso si uno elige ir a los manglares en esa época, nada más apropiado que llevar una buena capa impermeable.
Máncora picante
Al sur de Tumbes, siguiendo la línea costera del Pacífico, se encuentra Piura. Por esas tierras también anduvo el conquistador Francisco Pizarro, y allí fundó San Miguel de Piura, la ciudad colonial más antigua de todo Perú. Hoy, con algo más de cuatrocientos mil habitantes, es la quinta más poblada del país. En las vacaciones, la mayoría de esos habitantes recorre 187 kilómetros de asfalto hasta Máncora, un balneario de aguas tibias y sol casi permanente que posee un muy ancho frente costero de más de veinte kilómetros ininterrumpidos de arenas. Hasta hace apenas un par de décadas, Máncora era tan sólo una caleta de pescadores a la que llegaban algunos jóvenes surfistas entre noviembre y marzo, atraídos principalmente por oleajes semitubulares que llegaban a crecer hasta los 3 metros. En la actualidad es una de las playas más populares de Perú, repleta de alojamientos aptos para todo tipo de bolsillos, desde lujosos hoteles en la apacible zona de Las Pocitas hasta baratos hospedajes para mochileros en los que una cama puede costar menos de 15 soles, algo así como 5 dólares al cambio oficial.
Como sucede en las playas de Tumbes, los atardeceres de Máncora suelen ser espectaculares y, por eso, mucha gente se arrima al mar en los crepúsculos vespertinos para ver la puesta del sol. "Me dijeron unos amigos que este lugar era increíble y no se equivocaron ni un poquito", dice Michael, un alto canadiense de veintitrés años de edad que habla un castellano muy rudimentario y viene viajando por toda América latina con su mochila.
"Estuve en otras playas de Ecuador y Colombia, pero Máncora es lo mejor que he encontrado", asegura el canadiense mientras mira el atardecer con una botella de cerveza en su mano, tirado sobre la arena. No lejos de él, dos chicas lo miran y murmuran entre ellas, como si trataran de tomar confianza antes de acercarse a Michael. Son peruanas, de la cercana ciudad de Trujillo, y llegaron a Máncora para tomar clases de buceo en una escuela llamada Spondylus. "Es la mejor escuela del país", dice Jimena, la más desinhibida de las dos que tiene unos hermosos ojos color almendra. Milagros, su amiga, sonríe y asiente con la cabeza.
Los jóvenes son siempre mayoría en Máncora. Por eso, en las noches el balneario cobra vida en decenas de bares y discotecas ubicados frente a las playas, que aseguran diversión hasta la madrugada e, incluso, aún más allá. Los daikiris con maracuyá son la especialidad de muchos locales, así como el tradicional y delicioso cebiche, que en Máncora suele prepararse con camarón, pulpo, calamar y pescado embebido en leche de tigre. Los más osados pueden probar el cebiche especial que se sirve en el restaurante del Ecofundo La Caprichosa, hecho con tres de los ajíes más picantes del mundo. "Usamos un ají hindú llamado Naga Bhut Jolokia, el popular Trinidad Scorpion y el temible ají mono, que es el ají más picante de Perú.
Los tres son macerados durante un par de meses en aguardiente de caña, para sacarles el picor que le da la capsacina. El resultado de la maceración, luego de colar el líquido, es una salsa incomparable que es como un maravilloso viaje al infierno, por la sensación que produce en el paladar", explica Nenri Meter, el fundador de La Caprichosa. A un precio de 45 soles, este ardiente ceviche es un verdadero desafío gastronómico.
Más allá de sus cebiches infernales, La Caprichosa es también el lugar de Máncora más buscado por los que disfrutan de las actividades de aventura, ya que allí hay una altíisma palestra para escalar, un circuito de canopy de más de 1500 metros de longitud y un terreno ideal para los cuatriciclos que se alquilan por unos cuantos cientos de soles diarios. Los más chicos tienen, además, una piscina con toboganes y decenas de rincones para andar en bicicleta. No lejos de La Caprichosa, a los pies de un acantilado que mira al Poniente, se descubrieron hace varios años unos tablones mohosos que formaban parte de la proa de un viejo barco.
Algunos sugirieron que esas maderas eran restos de alguna de las naves con las que Pizarro desembarcó en las costas de Tumbes en aquella mañana de abril de 1532. Pese a que la mayoría de los historiadores no coincidió con aquella teoría, la hipótesis nunca fue totalmente descartada. Desde entonces, esos tablones mohosos son también parte del recuerdo de esa conquista que terminó en masacre.
En busca de las ballenas jorobadas
La costa norte peruana es también un sitio ideal para avistar ballenas jorobadas. Como parte de un proceso migratorio, estos cetáceos llegan hasta allí en julio para reproducirse y permanecen en esas aguas cálidas hasta finales de octubre, cuando ya sus crías han crecido lo suficiente como para acompañarlos en un largo viaje hasta los mares polares en los que se alimentan. Durante su estadía en el norte peruano las ballenas jorobadas pueden ser vistas con facilidad en zonas cercanas a las costas, por lo que son frecuentes las navegaciones de avistaje. En Máncora, Zorritos y Punta Sal hay varias agencias que realizan estas salidas al mar, que se llevan a cabo en lanchas preparadas especialmente para los avistajes y cuya duración oscila entre las tres y cuatro horas.
Datos útiles
Cómo llegar
LAN tiene vuelos directos y regulares desde Buenos Aires a Lima, desde 9635 pesos con impuestos. También Aerolíneas Argentinas tiene vuelos a Lima, desde 8723 pesos con impuestos.
Desde Lima hay vuelos diarios de LAN a Piura y Tumbes, por 4068 y 4482 pesos respectivamente.
Informes y reservas en www.lan.com y www.aerolineas.com.ar
Dónde dormir
En Tumbes, el hotel Casa Andina Select está ubicado frente al mar y tiene 57 habitaciones desde 126 dólares en base doble. Reservas en www.casa-andina.com
En Máncora, el impactante Eco Lodge tiene habitaciones de 40, 50 y 100 metros cuadrados. Los precios para las habitaciones más baratas rondan los 250 dólares, pero pueden conseguirse ofertas a través del sitio web. Reservas en www.ecolodgemancora.com
Dónde comer
El cebiche de Tumbes y Máncora es una verdadera delicia. Para los que les gusta la gastronomía fuerte, el restaurante Ecofundo La Caprichosa de Mámcora prepara cebiches muy picantes, con tres ajíes diferentes. Un desafío gastronómico por sólo 45 soles, aproximadamente 15 dólares. Reservas en www.ecofundolacaprichosa.com
En Internet
www.peru.travel
www.vivamancora.com
www.tumbes.com
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