Embarazo a la distancia
Por Bea Vilá Bertrán para OHLALÁ!
Vivo en Barcelona desde hace 2 años. En octubre descubrí que estaba embarazada y enseguida me remonté a mi infancia. Si bien tengo sangre española y mucha familia acá, creo que uno nunca deja de considerarse parte del lugar donde nació y se crió. La niñez es un imán poderoso, ahí están tus raíces, tus vínculos de toda la vida, quiénes te vieron crecer. Si uno tuvo una buena experiencia, ansía poder brindarle algo similar a sus hijos. Nunca imaginé que me encontraría acá, lejos de casa, para arrancar con un proyecto tan importante.
En el primer trimestre, me abrumaron las inseguridades típicas por verme incapaz de asumir el cambio. Me parecía un paso demasiado grande, sumado a que toda decisión importante en la vida siempre me produce cierta nostalgia. El hecho de "quemar etapas", va unido a la sensación de querer saborear a pleno cada instante porque la vida transcurre en pequeñas gotas y cuando te avivás ya estás fluyendo en un río caudaloso.
Fue entonces cuando me imbuí en un monólogo de dudas: ¿nos apuramos demasiado? ¿estaré preparada? ¿soy plenamente consciente de lo que implica ser madre? ¿cambiará mucho mi estilo de vida? ¿qué va a pasar con mis sueños y proyectos personales? Con el tiempo descubrí que cuerpo, mente y espíritu van madurando la idea a la par y todo se va acomodando. La confianza y la seguridad llegan de la mano de los cambios que ves en tu cuerpo, increíblemente sabio y todoterreno.
En el segundo trimestre pude retomar yoga, esta vez con un grupo de embarazadas. Como la ciudad es muy cosmopolita, me encontré compartiendo clases con chicas de todos lados. Es emocionante descubrir que, a pesar de nuestras diferencias culturales, nos une el mismo instinto maternal. En el caso de las que somos expatriadas se genera una complicidad especial por el hecho de estar viviendo esta etapa en una ciudad nueva, con reglas distintas, en la que la adaptación implica un esfuerzo doble.
Si bien Argentina está muy ligada a España histórica y culturalmente, cada día descubro nuevos contrastes. La distancia la detecto sobre todo en el plano humano: las personas son más frías y reservadas acá. Robarle una sonrisa o un gesto cariñoso a cualquier profesional de la salud es difícil. Pero, aunque extrañe la calidez que nos caracteriza, estoy muy conforme y cómoda con el seguimiento que tuve hasta ahora.
Por otro lado, gracias a la tecnología puedo sentirme aún con un pie allá. El Whatsapp me mantiene bastante conectada con mi grupo de amigas, incluso con las que compartimos embarazo y maternidad, creamos un chat grupal. La idea es intercambiar todo tipo de consejos. Se da una sinergia muy linda, para mí es un apoyo fundamental y las siento cerca, a pesar de los kilómetros que nos separan.
Ahora que ya estoy transitando el tercer trimestre, me emocionó mucho detectar sus movimientos. El vínculo afectivo también se fortalece y se vuelve más palpable. Miro hacia atrás y veo que se produjeron tantos cambios en tan poco tiempo. ¡Y todo lo que queda por delante! El embarazo tiene ese halo de misterio sagrado, que une un mundo conocido con otro desconocido y nuevo: no puedo evitar sentirme más conectada con Dios. Y me brota una admiración profunda por la adaptación que deberá transitar la beba, en su tierna y frágil inocencia. Poco a poco intuyo que se acerca el momento en que tendrá la confianza y la fuerza suficiente para dejar atrás su refugio y continuará desarrollándose en este mundo ajeno, marcando huella a través de nuestra guía y apoyo. Sin dudas será una aventura de aprendizajes constantes.
Bea Vilá Bertrán
Tengo 32 años y espero mi primer hija para finales de junio. Soy Directora de Contenidos de La Machi, una agencia boutique de diseño y comunicación para buenas causas. Actualmente vivo en Barcelona, una ciudad amigable y juvenil, en la que decidí instalarme con Juan, mi marido, porque tiene una combinación perfecta de buen clima, oferta cultural y gastronómica, un costado más indie y callejero y el arte que se cuela en cada uno de sus rincones.
Por qué elegimos esta historia con panza
Antes que nada, queremos agradecer a las muchísimas lectoras que nos están enviando sus historias. Es impresionante la variedad de casos que nos llegan, la mayoría con relatos muy emotivos y fotos lindísimas. Elegimos arrancar con el testimonio del embarazo a la distancia de Bea, porque nos pareció interesante conocer cómo vive una madre estos 9 meses lejos de sus afectos. Esperamos que les sirva a todas aquellas que transitan situaciones similares durante el embarazo. Poco a poco iremos posteando más historias que nos conmovieron. ¡Muchas gracias y sigan mandando sus testimonios a historiasconpanza@gmail.com !
Las que vivieron embarazos a la distancia, ¿cómo les fue? ¿Cómo se comunicaban con sus seres queridos? ¿Qué fue lo que más les costó?
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