Ella tiene 95 años y él casi cien: los secretos de una historia de amor que lleva siete décadas
Pasaron 68 años desde que se casaron; Piru y Victor dicen que están tan enamorados como el primer día; la pareja nos cuenta cuáles son los secretos de un matrimonio largo y feliz
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¿Cuánto tiempo se puede estar enamorado de la misma persona? Si le hacés esta pregunta a Víctor Pereira y a María Angélica Bianchi la respuesta es: toda una vida. Ella tiene noventa y cinco años y, él, cumple cien en unos días. Se conocieron de chicos, se casaron, formaron una familia que incluye bisnietos y dicen que sus sentimientos por el otro no cambiaron con el paso de los años. No siempre fue algo sencillo, durante su matrimonio tuvieron que enfrentar varios desafíos, pero lograron superarlos juntos. Su historia resulta tan fascinante y conmovedora que vale la pena compartirla.
De vecinos a novios
Piru (así es como todos la llaman a María Angélica) y Víctor se conocieron en su infancia cuando ambos vivían a metros de distancia en el barrio de Caballito. En esa época, luego del colegio y de haber hecho los deberes, los chicos del vecindario solían juntarse en la vereda a jugar a cara y seca con las figuritas. Mientras Víctor nos comenta en qué consistían estos juegos, Piru lo interrumpe y aclara que él era muy tramposo y que le gustaba engatusar a sus compañeros para quedarse con el premio. Aunque también añade que, incluso desde esa edad, él se ocupaba de que ella estuviese cuidada mientras estaban fuera de sus hogares.
Durante la adolescencia los sentimientos de amor y cuidado que Víctor tenía por Piru florecieron sin ser correspondidos. Tuvieron que pasar 25 años para que ella aceptara casarse con él. ¿Cómo la conquistó? Siendo persistente. Una vez terminado el secundario, ambos recorrían el mismo camino para ir a sus respectivos trabajos. Él hacía todo lo posible por coincidir con ella, pero Piru, no muy contenta con esto, se esforzaba en esquivarlo. Ante las reiteradas negativas Víctor cambió su estrategia. Cuando Piru llegaba a la esquina de Neuquén y Honorio Puerreydón, si Víctor no estaba a la vista, continuaba su recorrido con normalidad hasta la boca del subte. Lo que no se imaginaba es que Víctor la esperaba escondido detrás de un buzón para acompañarla aunque sea por unas pocas cuadras.
Un factor que contribuyó a que Piru cediese a los encantos de Víctor es que sus familias se tenían mucho cariño. María, la madre de Piru, insistía en que él era un buen muchacho y que debería darle una oportunidad. Además, cada vez que un electrodoméstico se rompía o necesitaban una mano con un caño o enchufe, María le pedía ayuda a Víctor. Como siempre había algo que reparar, él solía pasar bastante tiempo en la casa de los Bianchi y, ya que estaba, aprovechaba para coquetear con su enamorada.
Vida de casados
Luego de varios años de noviazgo la pareja se casó el 20 de junio de 1953. La fecha de la boda fue fijada con apremio ya que la madre de Piru se encontraba muy enferma y su doctor les había advertido que no dejasen pasar más de un mes para realizar la ceremonia. Teniendo esto en mente, los enamorados apuraron los preparativos y realizaron la celebración en el patio de la casa de los Bianchi. María no podía levantarse de la cama, pero estuvo presente a su modo y pudo ver a su hija con su vestido de novia. Ambos están agradecidos de haber hecho esto ya que dos días después, mientras estaban de luna de miel en Córdoba, ella murió.
Cuando le preguntamos al matrimonio por un recuerdo que atesoren ambos responden “los chicos”. Piru afirma que criar una familia fue algo maravilloso y que Víctor es un muy buen padre. También resalta que todos los días de la madre él le regalaba una maceta con un tulipán y su suegra le traía un ramito de violetas. Sin embargo, junto con las vivencias de felicidad también hay otras sumamente dolorosas. Su primer hijo murió repentinamente a los cinco meses por una parálisis cerebral infantil. El miedo a que la historia se repitiese influyó en la forma en que educaron a su segunda hija, Alicia Irene. Con Víctor Eduardo, el siguiente en nacer, fue distinto. Según Piru, él era tan travieso que les hizo “olvidar” aquel episodio, aunque claro, algo de eso siempre estuvo presente.
Con el correr de los años la familia se agrandó, Alicia y Víctor tuvieron hijos y a su vez ellos tuvieron los suyos. Hoy son seis nietos y tres bisnietas (y hay una cuarta en camino). Antes de que llegase la pandemia se reunían los domingos para comer juntos y pasaban los veranos en la casa que la pareja tiene en Santa Teresita. Para ellos, que la familia esté unida es fundamental. Víctor y Piru nos cuentan que están muy felices y orgullosos de la familia que formaron y, sobre todo, están agradecidos de haber visto crecer tres generaciones.
El secreto de un matrimonio duradero
La pregunta que todos nos hacemos al escuchar su historia es cómo lograron seguir juntos —y tan unidos— como cuando eran jóvenes. La pareja contesta que ellos se complementan muy bien y que casi no pelean. Según Piru es sumamente importante “no discutir por pavadas”. Por otro lado, incluso hoy, los pequeños actos de amor son parte de la rutina cotidiana: ¿un ejemplo? Víctor se ocupa de subir las empinadas escaleras para colgar la ropa, ya que Piru por cuestiones de salud no puede. La pareja dice que ahí está la clave para que el amor resista el paso de las décadas: compañerismo y cuidado mutuo.
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