El sexo chatarra: por qué la responsabilidad sexoafectiva va más allá del tipo de vínculo
Tanto en el plano de las emociones como en la cama, cuidarte a vos y cuidar al otro va más allá de si existe un vínculo estable o no
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Cuando hablemos de relaciones y vínculos sexoafectivos, tachemos la frase “sin compromiso”. ¿Por qué? Pensemos juntas: ¿realmente existen las relaciones sin compromiso? La respuesta es “no”. Cada vez que una se involucra en una relación, sea casual o no, debe existir el compromiso primero hacia nosotras, y en consecuencia, hacia la persona con la que vamos a compartir el momento. Básicamente, la responsabilidad afectiva tiene que ver con cuidar al otro por el simple hecho de ser persona: no tiene que ser el amor de tu vida ni tu novio/a, ¡es persona y punto! Y hay que cuidarla como a nosotras nos gustaría que nos cuiden. Sin embargo, culturalmente a veces tenemos tan instaladas algunas (malas) formas que a las relaciones casuales les ponemos el cartel de “sin compromiso” y creemos que eso nos da la libertad de que no nos importe nada de la otra persona. O viceversa. ¿Cómo potenciar nuestros vínculos desde esta mirada?
Casual sí, pero con cuidado también
Parece contradictorio decir “responsabilidad sexoafectiva” cuando nos referimos al sexo casual, ya que se supone que lo que queremos es tener prácticas libres, sin afecto, donde no haya un vínculo sino que es solo eso y nada más. Pero es un error, porque en todo vínculo existe la responsabilidad. Pasando en limpio, las relaciones sexoafectivas deben tener un conjunto básico de prácticas cuidadas, acordadas y respetadas en las cuales podamos expresar nuestro deseo y generar acuerdos para no lastimar a la persona con la que elegimos compartir. Pero obvio que ser sinceras tiene su costo. Si le contamos a alguien que no queremos nada serio o a largo plazo, posiblemente el otro nos pueda decir: “Disculpame, pero yo sí quiero” e irse. Y es ahí donde aparece el principal problema de la responsabilidad sexoafectiva: el egoísmo. Cuanto más egoístas seamos, menos responsables vamos a ser. Queremos todo. Entonces, muchas veces, para no afrontar ese costo, les damos vía libre a las mentiras o excusas como “dejemos que el tiempo pase” o la clásicas “veámonos más adelante”, “vayamos viendo qué onda”, y un sinfín de frases más que coleccionamos a lo largo de las diferentes relaciones.
Ponele un stop
¿Qué sería, entonces, no ser responsables sexoafectivamente? ¿Qué acciones o conductas tenés que tener en cuenta? Quizás, en la vorágine de la excitación y la calentura, no hablaron previamente de la forma de cuidarse durante el sexo y tuviste que repetirle hasta el enojo que se pusiera el preservativo. O tal vez la otra persona insiste en realizar determinadas prácticas cuando le dijiste que no. O quizá se dé después del encuentro sexual, cuando te quedás con esa sensación poco feliz de que solo se “sacaron las ganas” o que no te sentiste cuidada... Todo eso forma parte de la no responsabilidad sexoafectiva. Hablamos de esas personas que no respetan el cuerpo del otro, alguien que hace uso de la otra persona como si fuera un objeto, sin voz ni voto. Pero también hay más, por fuera de los límites de la cama: es esa persona que ignora los mensajes, que desaparece como por arte de magia o que te clava el visto y termina generando situaciones en la que el otro debe sacar conclusiones por sí mismo, en lugar de comunicarse honestamente. También es ese alguien que da todo por supuesto: “Se supone que entendió que era solo sexo”... Una persona que no logra dar mensajes claros sobre qué busca en el vínculo. En resumen: una persona que no nos gustaría tener cerca si queremos una relación sana y responsable.
La empatía es la clave
“Me cuido, te cuido”: ese debería ser el mantra en cada relación. En definitiva: pactar de antemano un compromiso a respetarnos mutuamente, más allá de si hay un vínculo estable o no. ¿A qué nos referimos? A tener una conversación previa para acordar cómo queremos llevar adelante esta relación; al compromiso de estar pendiente de la otra persona durante cada encuentro y a demostrarle que nos importa. Y como todo cambia, el compromiso también debería ser a renovar el acuerdo en el “mientras tanto”. La realidad es que a todas nos puede pasar que nos lastimen o lastimar sin ser plenamente conscientes de que lo estamos haciendo. Lo importante es poder estar atentas a las señales para no terminar cayendo siempre en vínculos de este tipo y en un círculo insano. Pero ¿cómo saber si estamos siendo empáticas? Según las expertas, hay un momento en que el otro nos está buscando y nosotras no queremos saber nada. Nos molesta que nos escriba y hasta que nos ponga un like en una foto. Bueno, ese es el momento en que hay que dejar las cosas en claro e invitar al diálogo, pensado también como una forma del cuidado. De una forma u otra, hay que tratar de cerrar ese vínculo, por el simple hecho de que para el otro cualquier señal que le des le alimenta la esperanza o puede ser positiva. Tener tacto, ser pacientes y pensar qué nos pasaría a nosotras si la situación fuese al revés –casi una definición de la empatía– pueden ser buenas herramientas y un termómetro a tener en cuenta para construir más amorosamente.
Sexo chatarra: no seamos parte del fast food
Por: Francesca Gnecchi (periodista, autora de El camino del sexo y directora de Erotique Pink)
Muchas veces, como en la comida chatarra, caemos en el sexo con personas tóxicas, y eso nos genera un enorme malestar y círculo insano. Si se vive la sexualidad de forma constante y seguida de esta forma, la persona termina por intoxicarse. Una puede tener sexo casual con alguien y respetar al otro, a la vez que se siente respetada. Eso hace que el goce sea mutuo. Pero en el sexo chatarra la persona se siente usada y descartada, sin tener en cuenta lo que le gusta y lo que no. La constante es siempre la misma: sin cuidarla y sin que exista empatía. Esto puede ir desde no respetar aquella práctica sexual que se dijo que “no se desea hacer” hasta no mandar un mensaje o despedirse con un gesto de cariño luego de haber tenido sexo.
En las relaciones no responsables, la empatía no existe. Entonces, la pregunta es: ¿queremos ser parte de este “fast food”, ya sea como vendedoras o compradoras? La realidad es que, más allá de todo, en el sexo casual no dejamos de ser humanos, en el chatarra sí. Nadie es descartable y no hay que confundir casual con chatarra. Permanecer en esta trampa del sexo chatarra, sea del lado que sea, implica, a mediano o corto plazo, algo que nos daña en todo sentido.
Expertas consultadas:
- Paola Bertiz Broll, psicóloga (@pao_mipsicologa)
- Francesca Gnecchi, periodista diplomada en sexualidad (@alasparatusexualidad)
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