El regreso de Pan Am
La nostalgia vuelve a estar de moda con la nueva serie norteamericana ambientada en aquellos años, más felices, de la aviación comercial
No falta nada. La voz de Frank Sinatra nos invita con su Come fly with me ( Ven a volar conmigo ) y las azafatas se contornean mientras cruzan el hall del aeropuerto con sonrisa sugerente y mirada lejana, ansiando el avión que las espera como un escenario iluminado.
La cadena norteamericana ABC acaba de resucitar en la pantalla la era dorada de los viajes en avión. La historia es simple y efectiva: cuatro bellas jóvenes se alistan como azafatas en Pan Am en los años sesenta para conocer el mundo y escabullirse del mandato de casarse y tener niños.
Pero detrás de ese argumento engañosamente feminista (una crítica lo llamó Sex and the cockpit, es decir sexo y la cabina, parafraseando la serie S ex and the City) se agazapa un golpe certero a la nostalgia por un tiempo en que viajar en avión representaba el súmmum de la buena vida. El contraste de esa imagen con las actuales esperas, los tumultos y las requisas de seguridad no son casuales.
En realidad, nada de esta serie fue hecho al azar.
El momento. Los más jóvenes considerarán la representación de época casi de ciencia ficción, incrédulos de los modos y la delicadeza que alguna vez fueron cotidianos. Pero todavía están vivitas y coleando varias generaciones que no sólo testifican su autenticidad -y hasta alguna taza de porcelana robada a bordo para probarlo-, sino que acumulan la suficiente melancolía como para querer revivirlo una hora, una vez por semana (se emite los domingos).
Los detalles. Una de las productoras, Nancy Hult Ganis, es una ex azafata de Pan Am que estudió y luego veló para que queden reflejadas cada una de las pequeñeces que traducían esa experiencia. No sólo la certeza de que Pan Am actuaba como una extensión del departamento de Estado norteamericano en esos tiempos, sino modismos del lenguaje, más formal y amable, que hoy parecerían forzados. Arduo trabajo le costó, por ejemplo, erradicar la costumbre de mascar chicle de quienes representarían a las tripulantes, inaceptable en la educación de entonces.
Una cuota de confianza. Con una audiencia de 10 millones de televidentes en cada uno de los primeros tres capítulos, la revista Travel Weekly entrevistó a ex empleados de la aerolínea, que aceptaron y reconocieron la mayoría de normas, gestos y prácticas que habían sido tan familiares para ellos en esos días. Algunos, con los cambios que impusieron la economía y los atentados, se ven como una osadía, como el de invitar a los niños a conocer la cabina del piloto. Sólo marcaron unos pocos defectos: que las azafatas no hubieran podido usar el pelo hasta los hombros, que el color de Pan Am era más agrisado que el brillante que luce la serie y que ojalá hubiera sido siempre un ambiente tan romántico.
La estética retro. La incalificable belleza de Christina Ricci, la actriz protagonista, a quienes tanto ponderan como denostan en las redes sociales; la indumentaria; las ambientaciones, todo viene a saciar un gusto por las modas pasadas que ya tiene su aplicación comercial en cada rubro. Los sitios de ventas electrónicas han sacado a relucir los enseres de esos tiempos, desde cubiertos y prendedores hasta uniformes y accesorios. También se editaron nuevas versiones remozadas de los bolsos (US$ 198) y se anuncian ofertas en los hoteles del mundo donde transcurren algunas escenas de la serie, donde prometen tratar al huésped a la vieja usanza.
Los aviones. Para millones de aficionados a la aviación, Pan Am no representa sólo una cara bonita, sino la aventura iniciada por Juan Trippe y gente rica con ganas de volar, que durante 64 años hasta 1991 le marcó el paso a la aviación comercial mundial.
En los foros de aviación, el estreno de la serie se comentaba prescindiendo de la trama que tanto desvelará a los guionistas. "No entiendo por qué tengo que escuchar tantas tonterías para disfrutar de sólo algunos momentos entre aviones", comentaba uno en flyertalk.com. "Porque es una serie -le respondía otro-, como pasa en Mad Men ", la taquillera serie sobre el mundo de la publicidad de la cadena AMC. "¿Qué es Mad Men ?", insistía, cada vez más perdido el primero, quien seguramente para ese momento ya había abandonado la TV y regresado al Flight Simulator . Un Boeing 707 como el que muestra la serie no podría ser atendido por tan pocos tripulantes, tal vez bufó antes de apagar el televisor. No sabrá nunca que un casting puede ser aún más complicado que los problemas gremiales de la vida real.
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