El Mont Saint-Michel en busca del mar
Una gran y controvertida obra hará que este pequeño monte del norte del país vuelva a ser una isla
MONT SAINT-MICHEL (The New York Times).- Una crónica en The New York Times de agosto de 1944 describía la isla Mont Saint-Michel tal como la veían los soldados norteamericanos, al hacer rodar sus tanques por las colinas normandas para ingresar en Avranches. Construida "tanto para la guerra como para el culto -observa el cronista-, el monte parece flotar en el mar con tanta gracia como un barco a toda marcha, que va atrapando todos los colores cambiantes de las nubes".
Sin embargo, desde aquellos años el mar fue arrojando toneladas de limo alrededor de la isla, que lentamente se fueron adhiriendo al suelo. La principal culpable parece ser una carretera elevada, construida en 1879, que unía el monasterio con el continente, pero perturbaba el movimiento natural de las aguas. El problema se agravó en 1969 cuando el cobierno construyó un dique sobre el río Couesnon; el resultado fue la reducción posterior de la fuerza del río para expulsar el limo al mar.
A comienzos del siglo XX, Henry Adams escribía que las iglesias católicas romanas de Mont Saint-Michel y Chartres eran los símbolos sublimes de una unidad de visión medieval, fundada en Dios, que él contrastaba con la confusión industrializada de la época. Esas iglesias -escribía- expresaban "una emoción, la más profunda que un hombre puede sentir: la lucha de su propia pequeñez de captar infinito".
Cuando no está apretujado en medio de una multitud de turistas en las calles estrechas de la ciudad o distraído por las tiendas de regalos, el visitante puede aun sentir parte de ese sobrecogimiento, en especial al amanecer o al anochecer, cuando la luz se disemina en las marismas saladas y el mar, o fluye a través del claustro y los vitrales de la abadía del Mont Saint-Michel, conocida como La Merveille desde el siglo XII.
A pesar de sus centenares de peldaños altos, la abadía sigue siendo el cuarto monumento nacional más visitado de Francia, el más frecuentado fuera de París, con alrededor de 1,3 millones de visitantes al año. Eso es más de la mitad de los 2,5 millones de turistas que vienen a la isla. En la abadía, el 55% de los visitantes es extranjero. Sin embargo, la cantidad de personas que visitan el monte y la abadía está bajando.
Un proyecto de 285 millones de dólares para devolverle el mar a Mont Saint-Michel y, por consiguiente, retirar los vehículos de su base a estacionamientos a aproximadamente 3 km, genera confusión para los turistas. También crea conflictos entre los comerciantes y las autoridades locales en un lugar donde habitan menos de 90 votantes que residen en forma permanente, y en el que resuenan las antiguas luchas entre Normandía y Bretaña.
El proyecto para devolver el mar a la isla se aprobó en 1995, y las obras comenzaron diez años después, pero recién ahora afecta el centro comercial de la ciudad. Justo estos días hubo manifestaciones de protesta en una asamblea para analizar y corregir la manera en la que los visitantes son trasladados de los estacionamientos. Lo más polémico, el precio del estacionamiento subió de 11 a 16 dólares, y ya había aumentado de los 6,50 que los residentes estaban acostumbrados a pagar en las playas de estacionamiento a veces cubiertas de agua en la base del monte.
Un puente de roble
La carretera fija que bloquea el movimiento de las mareas será reemplazada por un puente curvo que parecerá flotar en el agua. La punta del puente se inundará con las mareas altas de la primavera durante algunas horas unos pocos días del año, lo que simbolizará la isla.
La idea original era dejar a los pasajeros a más de 1 km de la isla, para que puedan caminar sobre los tablones de roble del nuevo puente y experimentar el sentimiento de peregrinaje del pasado, pero los comerciantes sostienen que el paseo es demasiado largo, y los lugareños que gustan de ir a tomar algo o cenar mirando el mar serán postergados.
En cambio, los ómnibus llegarán hasta medio km de distancia, y lo mismo tendrán que caminar. Aunque la distancia extra significaba más ómnibus y mayores costos que encarecían el estacionamiento.
Cyrille Guillaume, el maître del hotel de Auberge St. Pierre, comenta que la facturación bajó un 30% en la noche, y que "al menos la mitad de ese porcentaje proviene de las nuevas dificultades de acceso". Comparó el nuevo sistema con "una toma de rehenes", diciendo que "si el acceso es malo, el negocio también".
Jean-Marc Boure, el administrador de la abadía designado por el Estado, también tiene problemas. Él apoya el proyecto de devolver el mar y la belleza al monte, poner orden en la llegada de turistas y frenar la invasión de autos y ómnibus, pero también se queja de la caída de visitantes y, por lo tanto, de los ingresos, que se destinan al Centro estatal de Monumentos Nacionales.
El alcalde, Eric Vannier, dueño de varios comercios aquí, se opuso al nuevo plan de servicios de ómnibus y a la suba del precio del estacionamiento, pero dice que los franceses se quejarán de cualquier cambio, no importa cuán beneficioso sea. "Cualquier cosa que cambie los hábitos de alguien a priori no nos gusta, pero esas mismas personas en pocos años verán la belleza del lugar, y estas quejas desaparecerán."
Vannier comenzó a debatir el proyecto de la remoción del limo en 1983. "Es mucho más importante que este aspecto del servicio de transporte -dijo-. Es un proyecto ambiental para preservar los efectos mágicos de las mareas, para que vuelva a ser lo que fue hace un siglo."
Christophe Maisonobe, el director de operaciones del proyecto, dijo que ya se estaban empezando las tareas de restauración. En 2009 se terminó un nuevo embalse en el río Couesnon, con ocho compuertas hidráulicas que funcionan en ambas direcciones. El dique almacena el agua, lo que permite que ésta fluya hacia fuera más tiempo durante las mareas bajas, y arrojar así más sedimentos al mar. Al mismo tiempo, los obreros remueven el limo y la vegetación de los bancos del río Couesnon para permitir que fluya más agua.
"Funciona mejor de lo que esperábamos", confesó Maisonobe. Las marismas ya retrocedieron unos 600 m, mientras el río hace su trabajo. Aunque advirtió que será sólo cuando el nuevo puente esté terminado y se destruya por completo la vieja carretera, para 2015, que el proceso completo de remoción del limo comenzará. Sin el proyecto -dijo- en treinta años el Monte habría quedado atrapado, sin salida al mar.
Datos útiles
- Cómo llegar
De París Montparnasse en el TGV a Rennes (dos horas). Allí conectar a Pontorson y luego tomar un ómnibus a la isla.
Traducción de Andrea Arko