El misterio de los sobris
"Quién será Allegra?", nos preguntamos cuando nació ella, mi primera sobrina. Toda regordeta, con pelo color azabache, hambrienta, curiosa, que cuando lloraba solo se calmaba acunada en forma de bolita, bien apretujada. Al verla por primera vez, fue distinto que con los hijos de mis amigas, la vi y sentí: "Ella es mía". Era una fuerza sobrenatural, una conexión que me unía aún más fuerte a mi hermana María, que el primer mes estuvo en reposo –muy dolorida por una mala cesárea–, y entonces cuidar a Allegra se volvió parte de nuestra rutina. No había dudas, era solo el fluir de la vida: saber qué necesitaban ambas cada día.
En ese tiempo de esperar a que Maru sanara y recuperara fuerzas, ella tuvo una nueva intervención que nos tenía a todos preocupados, no solo porque saliera bien, sino porque durante varias horas la gorda estaría sin teta. Sabíamos que podíamos acudir a la mamadera, pero mi hermana estaba construyendo sus primeras sensaciones sobre crianza y quería, en lo posible, priorizar la lactancia. Estábamos todos en la clínica, cronometrando tiempos, viéndola a Maru despedirse de su hijita, que tenía menos de un mes, y posándola con delicadeza primeriza en mis brazos. Como si ella supiera, se quedó dormida, y yo nunca me senté, sino que me quedé acunándola, para que se mantuviera protegida en los sueños. Entonces, después de dos o tres horas, nos avisaron que mi hermana estaba regresando al cuarto, que la operación había salido bien y que podíamos entrar de a uno a verla. Ella estaba dormida por la anestesia, al lado de su marido, Juani, y yo entré con Allegra ya despierta y lloriqueando en brazos. No lo dudé. Y no sé bien de dónde lo saqué, de algo tan ancestral como sagrado: le abrí el camisolín a María, descubrí su pecho y acomodé a Allegra para que pudiera hacer suya su comida. Mi sobri se prendió solita, y mi hermana justo se despertó y se largó a llorar. Era un llanto de alivio y agotamiento, era una emoción mezclada de abrumada felicidad. Para mí era el milagro de la vida: todo, que mi hermana del medio fuera mamá, que hubiera una nueva integrante de la familia, haberme convertido en tía, ver a mis papás abuelos.
El día de la producción de "Los hijos son un misterio", la nota de tapa (pág. 94), combinamos con María para que Allegra, que ya tiene 3 años y medio, saliera en una de las fotos. Era toda una odisea, porque viven en Escobar y ahora también existe Franco, de uno y medio, así que la logística familiar implicó que mis viejos lo cuidaran, que mi hermana destinara su mañana y que yo también me escapara de la redacción ("Si no estás vos, no va a querer", me amenazaba). Con Allegra hicimos nuestro acuerdo:
–¿Querés salir en la revista de la madri? (me olvidé de contarles que soy su madrina).
–Pero no me vas a cortar el pelo, ¿no?
Está en plan Rapunzel, ¡nunca se cortó el pelo!, e imagino que la aterraba la idea de que la exposición tuviera sus exigencias. Le prometí que no, y caímos las tres en el estudio. Ya cuando llegó, me dijo: "No me voy a sacar la foto". OK, pensé que entre huevitos Kinder y su nueva amiguita Oli la terminaríamos de convencer. Pobre de mí.
Cuando ya estábamos desarmando, le pedí a Denise, la fotógrafa, si me hacía una foto de recuerdo. Yo sabía que no iba a servir para la nota, pero no sabía si Allegrita iba a querer. Entonces, me acerqué con ella a caballo, la gorda se acomodó entendiéndolo todo, miró intensamente a cámara, apoyó su manito en mi hombro y sonrió serena. Por dentro yo era puro asombro, y se me vino este editorial que acompañamos con una de las fotos de ese día.
"Los sobrinos son un misterio" también es nota, es mi nota personal, porque cada vida es una fiesta, cada oportunidad de conectarse con otro invita a nuestra inocencia, a un despertar sin prejuicios. ¿Quién soy yo para que la vida sea como yo quiera? Cada persona/ita, cada situación, es una oportunidad para aprender algo. Seas mamá, abuela, madrina, tía, que este mes de la madre celebre tu maternar sin fronteras. ¿Quién es Allegra? No me atrevo a responderlo, a encasillarla en conceptos, cada vez que la veo, es una dimensión nueva. Como vos, como yo. •
¿Sos tía? ¿Qué te copa de tus sobrinos? También releé: Editorial de septiembre: tiempo de resetear sueños
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