Dos experiencias muy diferentes
Por Laura Moreno
Durante mi primer embarazo me dediqué a sobrellevar las náuseas y los vómitos, me informé sobre los avances semana a semana, leí mucho sobre crianza, me negué –sin éxito– a subirme a la balanza del obstetra, provoqué a mi marido con nombres poco convencionales, fui a cada ecografía con enorme ilusión, etcétera. Y reflexioné muy poco sobre el parto. Había elegido al médico porque una amiga me había comentado que, si todo iba bien, te dejaba terminar de "sacar" al bebé con tus propias manos (eso me había encantado), y pensaba que no quería una cesárea. Punto.
Las primeras contracciones arrancaron en fecha y por la tardecita. Contamos los minutos entre una y otra, y fuimos al hospital. Me mandaron devuelta a mi casa. Pasé toda la noche despierta, acostada en posición fetal, dolorida y escuchando los ronquidos de mi marido. Cuando amaneció, volvimos al hospital. Me dijeron que tenía muy poca dilatación, que me volviera a mi casa, otra vez. "Ni loca", respondí, el dolor era insportable, o eso creía yo. Me internaron. Durante todo el día estuve en el cuarto, muy tensa, asustada, llorando de dolor y rogándole a las enfermeras que me dieran la peridural. Como los dos, el bebé y yo, estábamos bien, nos esperaron, aunque yo estaba segura de que se habían olvidado de nosotros. No entendía qué estaba pasando, por qué no dilataba y en qué momento acabaría tanto sufrimiento. Justo, mi bebé, nació pasada la medianoche. Y terminé de sacarlo yo misma.
Cuando quedé embarazada de mi segundo hijo, me prometí que no iba a pasar por lo mismo. Entonces agendé un par de citas con una doula* para que me diera tips para controlar el dolor de las contracciones y me compré libros sobre el tema. Enseguida después de conocerla, entendí que, en un parto, el "control" que yo pretendía no existía, que tenía que relajarme y que no necesitaba leer tanto, más bien, sentir. Los encuentros con la doula se hiceron semanales, a veces participaba mi marido. Así, más que técnicas o posturas, aprendí a reconocer mi cuerpo, vi cómo parían otras mujeres (¡algo que nunca había visto!), me di cuenta de que el bebé también trabaja durante el parto y de que el nacimiento era, en realidad, algo muy mágico, natural e íntimo. Resultado: hice casi todo el trabajo de parto en mi casa, tranquila, rodeada de lo mío, dolorida, pero también muy emocionada. Llegué al hospital con 8 cm de diatación. A pesar del dolor desgarrador, estaba feliz, porque sentía que juntos habíamos llegado a la cima de la montaña más alta. Dimas nació enseguida, rápido e intenso, y yo le canté para darle la bienvenida.
Hoy puedo decir que, así como "sobreviví" a mi primer parto, pude apropiarme del segundo, vivirlo en forma más consciente, más plena. Y no creo que hubiera podido ser de otra manera. Es el camino que me tocó recorrer, y lo repetiría mil veces. Cada parto me enseñó muchísimo acerca de las mujeres, de nuestro cuerpo, de la capacidad que tenemos de dar a luz, de amar, de luchar, y de la increíble fuerza que tiene un bebé que quiere nacer. Espero que estas vivencias enriquezcan la vida de mis hijos, ¡porque también son una parte muy importante de su propia historia!
Laura Moreno
Tengo 36 años, estoy casada y tengo dos hijos chiquitos. Soy Lic. en Comunicación y correctora de textos. Trabajar y ser mamá al mismo tiempo me parece complicadísimo, pero me encantan ambas cosas. También me gusta estar con mi marido, ver a mis amigas, conversar con mis cuñadas y ocuparme de otros proyectos personales, etc. Por suerte, ¡tengo mucha ayuda de las abuelas y las tías de los chicos!
Por qué elegimos esta historia con panza
*Para las que no saben, una doula es una mujer que, habiendo atravesado sus propios partos, se pone al servicio de otra mujer embarazada. La acompaña durante el embarazo, trabajo de parto, parto y posparto, dándole apoyo emocional, ayudándola en su bienestar general y proporcionándole información.
Es increíble la variedad de experiencias que podemos tener con nuestros partos, por algo a la gran mayoría de las mujeres le encanta contar cómo fue el suyo. Cada nacimiento es único y cada una lo vive de maneras muy diferentes. Incluso una misma mujer, como en este caso Laura, puede cambiar radicalmente su vivencia de un parto a otro al prepararse y conectarse con su cuerpo de otra manera. Nos pareció importante destacar que siempre estamos a tiempo de "apropiarnos" y tenemos el poder de mejorar nuestra experiencia de parto, incluso habiendo tenido otros muy dolorosos o complicados. ¡Muchas gracias a todas las que siguen mandando sus historias! Intentaremos publicarlas a todas. Pueden seguir mandando a historiasconpanza@gmail.com .
Y gracias por todos sus comentarios y aportes en el posteo extraordinario sobre el parto respetado o humanizado. Este es justamente un espacio para conversar y aprender todas juntas. Personalmente, ¡me sirve muchísimo todo lo que cuentan!
A las que ya tuvieron bebés, ¿cómo fueron sus partos? Y si tuvieron más de uno ¿fueron muy diferentes los nacimientos?
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