Dónde comer en Cerro Catedral
El mayor centro de esquí de Sudamérica cuenta también con la más amplia oferta gastronómica, desde sándwiches hasta platos elaborados
SAN CARLOS DE BARILOCHE.– “Esta temporada el Refugio Lynch cumple 74 años. Me acuerdo porque también los cumplo yo”, dice Ernesto Schilling, El Yeti, el hombre que desde hace tres décadas ofrece los platos calóricos y típicos de montaña necesarios para reponerse del frío en lo más alto del Cerro Catedral.
La construcción alguna vez funcionó como un verdadero refugio de montaña, donde la gente podía quedarse a dormir en las habitaciones compartidas de los pisos superiores. Desde el deck o desde cualquier ventana del interior de la vieja estructura el paisaje del Lynch es increíble. Casi se está a la misma altura del cielo y muchas veces sobre el colchón de nubes que cubre la ciudad de Bariloche . El goulash, el guiso de lentejas y la sopa de cebolla son los platos contundentes que por $ 200 puede disfrutar cualquier esquiador, snowboardista o peatón que llega a la cumbre de la ladera Norte, a 2000 metros sobre el nivel del mar. Después, claro, de ascender en el cablecarril (para peatones) o la silla séxtuple (esquiadores) y un tramo corto en la telesilla Lynch.
Este invierno el refugio abre tres salones desde donde se puede contemplar no solo el lago Nahuel Huapi sino también –los días despejados– los volcanes chilenos de la cordillera de los Andes.
Unos metros más abajo, a 1860 metros sobre el nivel del mar, el restaurante Punta Nevada tiene el privilegio de estar en una ubicación en un área central, donde conectan “las pistas más transitadas del cerro y donde también pueden llegar peatones”, destaca Marcos Muñoz, gerente de Huilque, la sociedad que desde hace años administra el cálido parador ambientado con un hogar a leña en el salón principal y tres livings con excelente panorámica de las pistas.
Punta Nevada tiene una capacidad para 250 comensales, más 200 personas en la terraza donde es ideal pasar un buen momento los días en que el sol calienta el ambiente. El goulash y el sándwich de milanesa son los favoritos de los habitués de cada invierno aunque la carta es amplia con un menú elaborado. Se puede degustar un buen plato del día a partir de los $ 180.
Para los más jóvenes el parador ideal es El Cabo, ubicado junto a Punta Nevada. En los días lindos la estrella es la parrilla que se saca a la terraza para preparar sándwiches de carne. El sonido de la música reggae da la bienvenida y sólo se detiene cuando tocan las bandas en vivo o se celebra algún evento especial.
Desde 2001 es el parador para el público joven del cerro por donde pasan en invierno 10.000 personas diarias. Tiene acceso directo a la terminal superior del cablecarril (para peatones). Las pizzas caseras y empanadas son el clásico, junto a la cerveza tirada. La promo del invierno son dos cervezas y una pizza, desde $ 400.
La propuesta gastronómica de la montaña es amplia como toda la red de pistas que se distribuyen en 120 kilómetros esquiables. Hay 12 paradores y restaurantes para que los esquiadores y snowboardistas no necesiten descender a la base para saciar su apetito.
Sin ascenso
En la base de la montaña desde hace años los barilochenses eligieron a Tage como el clásico de Catedral y la preferencia se extendió a los turistas. La ubicación es estratégica: está a pocos pasos de la playa de estacionamiento y a 200 metros de plaza Amancay donde se toma la telecabina del mismo nombre.
Los hermanos Ernesto y Diego Rosenkjaer le ponen el cuerpo todo el año a este parador de comidas al paso, con un típico vino caliente para alivianar el frío y un lomito que se deshace en la boca ($ 220). Ofrece un servicio exprés y cada uno con su bandeja se puede ubicar en el salón comedor del primer piso o en las mesas ubicadas frente a la ventanilla de pedidos.
Un distintivo de este parador es la música tirolesa que no para de sonar desde que se abrió el local en la ubicación actual, hace ya 10 años, y que es en honor a Irene, la madre de los Rosenkjaer. Ellos ironizan ante la pregunta: “La gente paga en pesos y se siente en Austria”.
Para los visitantes de paladares exigentes y en busca de cocina gourmet, el chef Pablo Quivén acompañado por Esteban Cambronero idearon una carta especial para la nueva temporada de Rodeo, restaurante que desde hace tres años ofrece un toque especial a los sabores patagónicos. El plato destacado esta temporada es el strudel de cordero con salsa de cerveza y flan de humita (370 pesos). Pero también se pueden saborear carne de ciervo y cordero patagónico en cazuela, matambrito de la casa o bondiola tiernizada.
El inicio de la concesión que coordina Marco De Barba no fue en la mejor época porque el restaurante ubicado junto a la silla Cóndor I, con una arquitectura de estilo patagónico, fue afectado por el alud de junio de 2015, que tapó con un metro de barro los salones y la cocina.
“Nos sobrepusimos a eso y este invierno tenemos la tercera temporada con un rediseño en la carta donde ofrecemos comidas más al paso al mediodía y de mayor elaboración por la noche, para satisfacer a los turistas que se alojan en Catedral”, señala De Barba. Rodeo tiene capacidad para 150 comensales, tres salones y un VIP junto a la cava.
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