Día Internacional contra el Bullying: ¿existe una relación entre el acoso escolar y los trastornos alimenticios?
Este día tiene el objetivo de concienciar sobre el impacto del acoso en los niños y jóvenes a nivel mundial
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Cada vez resulta menos frecuente cruzarnos con un video de un niño o padre denunciando una situación de acoso escolar. Lo miramos con el corazón en la mano y buscamos hacer algo al respecto: charlarlo entre padres, hablar con nuestros hijos y sobrinos, aprender nuevas herramientas y compartirlas con las personas que tenemos alrededor.
Pero, a pesar de que el bullying es un tema de agenda alrededor del cual se generan conversaciones constantes, las cifras mundiales siguen siendo demoledoras: “Podemos decir que en Argentina y en el mundo hay una tendencia en aumento de casos de bullying”, nos cuenta la Natalí Dentice (MN: 58608 - MP: 97036) psicóloga y directora de Relaciones Institucionales de CEDA.
Por eso en este camino de luchar contra el bullying, no solo es importante educar desde un lugar mucho más empático e identificar cietas alarmas, sino también de comprender las grandes consecuencias que estas conductas tóxicas pueden tener entre los chicos. Entre ellas, por ejemplo, el desarrollo de trastornos de la alimentación.
Si somos papás, ¿qué actitudes o prácticas tenemos que reconocer como ‘alarmas’ de que nuestro hijo puede estar siendo víctima de bullying?
“Es fundamental que los padres se involucren porque, a lo largo de los años, en muchos casos se sostuvo la creencia que estos episodios se resolvían con la evolución del tiempo, sin la intervención de adultos por ser considerados “cosas de niños” y que, incluso fortalecían el modo en que esa persona afrontaría a futuro los problemas que tuviera que atravesar”, nos explica Natalí y agrega: “Por otro lado, es importante destacar que si bien solemos centrarnos en quien es víctima del acoso escolar, un niño o adolescente que se encuentre ejerciendo bullying sobre otro, también requiere de una intervención de sus padres e incluso terapéutica, ya que ese tipo de acciones responden a causas emocionales”.
“Muchas veces los niños o adolescentes suelen mantener en secreto episodios de bullying, por sentimiento de vergüenza o temor a las consecuencias de hablar sobre lo que les sucede. Aparece la fantasmática de que contarles a los padres sobre lo que les pasa, va a empeorar las vivencias traumáticas que se encuentran atravesando. Cuando los niños o adolescentes acuden a sus padres en busca de ayuda, la vivencia del bullying probablemente ya lleva un tiempo de evolución. Por este motivo, es importante estar atentos como padres a pautas de alarma como, por ejemplo, que repentinamente quiera ausentarse a clase con excusas, que no mantenga planes sociales con compañeros o amigos fuera del ámbito escolar, cambios en el ánimo como sentimiento de tristeza, irritabilidad o cambios en el carácter y desgano respecto a la tarea escolar que antes realizaba con entusiasmo entre otros. En casos donde se encuentra involucrada la violencia física, signos corporales de golpes o maltrato”, detalla la especialista.
¿Cuáles son las consecuencias del bullying en la infancia y adolescencia?
“Los vínculos sociales con pares son fundamentales para el crecimiento saludable de los seres humanos por eso, las consecuencias del bullying en la infancia y la adolescencia sobre el psiquismo son múltiples”, nos explica y agrega: “Principalmente, se constituyen como vivencias traumáticas a nivel emocional ya que encierran actos de agresión, que pueden determinar la auto percepción que una persona tiene de sí misma y el modo de vincularse en la adultez. Cuando un niño o joven es víctima de bullying, generalmente atraviesa la vivencia del rechazo, el desamor y la exclusión a partir de su apariencia física, situación socio económica o aspectos de su personalidad por lo que aparecen sentimientos de vergüenza, culpa y tristeza que pueden derivar en cuadros de ansiedad y depresión entre otros”.
¿Cuál es la conexión entre el bullying y los trastornos alimentarios?
“En muchas ocasiones el bullying se centra en señalamientos despectivos sistemáticos respecto a la apariencia física de esa persona a partir del cual se lo rechaza, se lo excluye. Esto puede reforzar, por ejemplo, una disconformidad o distorsión con la imagen corporal o la imagen de sí que ya existía”, nos explica Natalí y suma: “Cuando las vivencias de bullying se conjugan con causas psíquicas pre-existentes propias de esa persona, pueden potenciar el desarrollo de un desorden alimentario. Es muy común escuchar en los relatos de pacientes, la incidencia de problemáticas escolares de estas características como desencadenantes de sentimientos de rechazo hacia sí mismos, aislamiento, ansiedad y tristeza, potenciando así el inicio de un síntoma alimentario. Cuando decimos que por la vía del alimento se producen estragos en el organismo, nos referimos a que a partir de las modificaciones que una persona hace en su alimentación, puede elaborar fallidamente sentimientos como los mencionados y también modificar su apariencia. Es habitual que mediante síntomas como la restricción, se buque un adelgazamiento y la persona intente sintomáticamente modificarse a sí mismo con el objetivo de pertenecer, o disminuir el trauma de percibirse rechazado”.
¿A qué cosas debemos prestar atención para reconocer, en este caso, ‘alarmas’ de que nuestro hijo puede estar teniendo trastornos alimentarios?
“Los desórdenes alimentarios son enfermedades de causa psíquica que a través del vinculo con el alimento, producen estragos en el organismo”, nos aclara la especialista y agrega: “El desarrollo de estas patologías es gradual, por lo que podemos encontrar pautas de alarma que permitan arribar a un diagnóstico temprano, aumentando así las posibilidades de efectos terapéuticos positivos y la cura de un desorden alimentario a partir de un tratamiento especializado, interdisciplinario y personalizado”.
Entonces nos explica: “Por este motivo, es importante prestar atención a cambios en el tipo de alimentación, por ejemplo la exclusión de grupos de alimentos como hidratos de carbono con aparentes causas saludables, actividad física en exceso, la adopción de una alimentación rígida y estereotipada, comentarios constantes acerca del cuerpo propio y el de los demás, comparaciones con otros, paquetes de comida escondidos en espacios como la habitación, cambios en el animo como repentina tristeza, ansiedad, irritabilidad y aislamiento entre otros”
A nivel país: ¿tenemos números o datos duros sobre el impacto de los trastornos alimentarios en chicos y chicas?
“Si bien el desarrollo de un TCA puede darse a cualquiera edad y no distingue géneros, la adolescencia es la franja etaria en la cual encontramos la mayor prevalencia de inicio de un trastorno de la conducta alimentaria que puede continuar hasta la adultez, si no es tratado”, y nos cuenta que: “Argentina es el segundo país a nivel mundial con mayor prevalencia de desórdenes alimentarios, luego de Japón, y en CEDA (Centro Especializado en Desórdenes Alimentarios) en particular, a partir de la pandemia por Covid-19, hemos registrado que las consultas de púberes y sus familias ha aumentado un 50% respecto al 2019, localizando los inicios de estos síntomas cada vez a edades mas tempranas”.
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