Delfina Chaves: "Tuve que aprender a dejarme acompañar"
Suéter, Mishka, $5480. Mini de gamuza, Giesso, $9386. Botas, Mishka, $6980.
Al final de su jornada de grabación y después de un día largo en la redacción, las tres llegamos tarde a nuestra cita. Agotadas de manejar en un Buenos Aires colapsado por el tráfico, nos reunimos en un bar en Palermo con una única misión: regalarnos un banquete gourmet para sacarnos el sinsabor. Enfundada en un hoodie gris, Delfi llega sin rastros de Lucía, el personaje que la llevó a protagonizar el prime time de Canal 13 con Argentina, tierra de amor y venganza (ATAV). Está sorprendida de que la hayamos elegido como nuestra tapa, pero para nosotras es una fiesta: que los medios sigan ofreciendo nuevos talentos. Tiene tan solo 23 años, pero parece tener más, la vida no le pasó desapercibida y, mientras saboreamos una avocado toast, desanda el camino que la trajo hasta aquí.
¿Te copa comer?
Sí, me encanta. Me desvivo por la comida casera. Que me invites a tu casa y me hagas un pollo al horno con papas o unas pastas con salsa casera, me parece mucho más plan que ir a comer afuera. Pero yo soy muy mala cocinando y ahora que vivo sola hago cosas bastante básicas.
¿Hace cuánto que vivís sola?
Me mudé a los 21, hace dos años.
¿Cómo fue ese cambio? Eras chica para vivir sola, ¿no?
Yo viví con mi papá toda mi adolescencia, desde los 13 hasta los 21 (ocho años). Después me fui a estudiar tres meses a Los Ángeles, y me fui medio peleada. Cuando volví, al toque quedé para hacer Edha en Netflix y al llegar acá me di cuenta de que, literalmente, no tenía dónde vivir, porque mi viejo le había dado mi cuarto a mi hermano. Así que me quedé viviendo en lo de mi hermana una semana, hasta que encontré mi primer departamento en Florida Oeste. Ahí viví poco, un año y medio, y después me mudé a Palermo.
¿Y qué aprendiste de vos misma en estos dos años de vivir sola?
Cuando vivís sola es como un encuentro con vos misma muy grande. Estar enferma y sola es tremendo. Está buenísimo acompañarse, invitar a una amiga a que venga a cenar a tu casa, estar con gente todo el tiempo, pero también encontrarte con vos misma cuando estás mal realmente. Yo, aparte, soy ermitaña, introspectiva. Me voy re para adentro y no salgo por dos días de mi casa.
¿Te sirvió todo este proceso del encuentro con la soledad?
Bueno, yo tuve una adolescencia re difícil, muchas peleas con mis papás. A los 15 años vivía con mi papá soltero, con mi mamá no tenía relación... Entonces estuve obligada a estar sola. Así que cuando crecí, hice lo inverso, no es que tuve que aprender a estar sola, sino que tuve que aprender a dejarme acompañar.
¿Y a quién recurrís en esos momentos en que necesitás la compañía urgente de alguien?
Yo tengo tres amigas de esas que cuando estoy mal sé que puedo llamarlas. Son muy pocas. Pero cuando estoy mal por algo muy puntual, lo llamo a mi papá. Es contenedor, tiene algo que saca drama, les saca peso a las cosas. Aunque en un momento me dije: "Tengo que dejar de recurrir a mi papá porque necesito que alguien le ponga peso a lo que me está pasando".
A veces está bueno que alguien te diga "¡qué bajón!", que tenga un poco de empatía. ¿Y aprendiste a pedir ayuda?
Sí, pero me costó. De hecho, empecé terapia recién a los 18 y la necesitaba mucho antes. En ese momento en que decidí dejarme ayudar, fue como una apertura.
Y cuando te fuiste a vivir sola, ¿te acercaste más a tus amigas?
Pasa que en ese momento todavía no tenía tantas amigas que vivieran solas, que estuvieran en la misma. Todavía todas viven con sus papás, están terminando la UBA, ¿por qué se van a ir a vivir solas? ¡Están re cómodas! Están en otra sintonía. Entonces me empecé a acercar más a gente que está pasando por lo mismo.
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¿Más del mundo de la actuación?
¡Sí! Me acerqué mucho a gente que haya pasado por cosas iguales que las mías. Con la actuación, encontré gente con la que compartimos el oficio, entendemos lo difícil que es este trabajo, lo solitario que es, la incertidumbre que genera. Es muy difícil este laburo.
Se nota, porque nos pasa que venimos viendo a las mismas actrices desde hace años. ¿Cómo se hace para llegar a un prime time con todo lo que eso implica? ¿Qué sentís que le pusiste diferente que las demás? ¿O sentís que fue suerte?
Cuando me fui a Los Ángeles a estudiar, tenía un profesor que me dijo una frase sobre el éxito que me quedó grabada: "Es cuando la oportunidad se encuentra con el talento". Así que creo que es un poco de todo. Creo que repiten mucho a la misma gente porque funciona y porque son chicas que no se cansan. Las grandes actrices, de generaciones anteriores, vuelven y lo siguen haciendo bien y la gente las sigue eligiendo. Sí creo que estaría buenísimo darle la oportunidad a la gente nueva. A mí me dieron una oportunidad gigante y es una apuesta. Suar está haciendo esta superproducción, invirtiendo un montón de guita, y me sumó a mí, que no soy conocida. La gente podrá decir que es por mi hermana, que ella me acomodó, como si mi hermana tuviera ese poder... Pero yo hice un casting, me rompí el lomo, me rompo el lomo todos los días. Porque también podría haber pasado que hiciera el personaje, que no funcionara y que al mes me bajaran.
Se murió.
Sí, de repente Lucía empezó con una enfermedad terminal o se fue de viaje... Pero la verdad es que yo me rompo el lomo y me frustro un montón de días. Llego a mi casa y termino llorando por mis inseguridades. A veces siento: "Soy la peor actriz del mundo, no trabajo nunca más". Es mucha exposición y es mucho lo que se juega.
Es que es difícil hacer lo que estás haciendo. Una tira que encima es costumbrista... Todo lo que te pasa internamente con el personaje...
Eso es tremendo, es verdad. Encima es un ritmo muy intenso. Yo llego a casa después de grabar y me pongo a estudiar para las próximas escenas. Para mí es un agradecimiento enorme estar acá.
Polera, Paula Cahen D’anvers, $1295. Jean, Levi’s, $4490. Zapatos, Mishka, $8340.
Es lindo ser agradecida. Honrar lo que una hace es lo que hace la diferencia.
"Honrar", es re linda esa palabra. Sí, yo valoro muchísimo esto que me está pasando. Imaginate que estuve el año pasado sin laburar. Ya no sabía qué hacer, estudié, me fui de viaje, leí, me culturicé... Estaba a dos minutos de irme a vivir a otro país, a trabajar de moza y estudiar teatro.
¿Y qué pasó?
A último momento hice el casting de ATAV y quedé para esto. Les había dicho que no a un par de cosas, porque sabía que quería ir para un cierto lado, no me quería poner a hacer infantiles.
¿Y con este personaje sí te sentís cómoda?
Sí, me encanta. En la vida real yo soy muy relajada, otra onda. Pero me veo con esos vestidos y soy una señorita. Esa es mi antítesis. Yo soy lo más relajado... y ella está siempre con los labios pintados, perfecta, me encanta.
¿A qué edad empezaste a estudiar teatro?
Cuando era chiquita y vivía con mi mamá, a ella le encantaba estudiar actuación. Iba con ella a las clases de teatro y me quedaba a un costado sentada, y un día me metí, no me voy a olvidar nunca: me metí en los ejercicios de improvisación (yo era una pulga, tenía 10, 11 años) a improvisar con ella. Eso me quedó grabado, habilitó algo en mí de decir "además de todos los juegos, de la maestra, de la mamá, de las Barbies, sé jugar este juego también, que es improvisar en actuación, jugar a que somos otra cosa". Más tarde, en mi colegio empecé a hacer los famosos concerts y un poco se fue dando. Después con unas amigas nos fuimos a estudiar actuación a Los Ángeles 3 semanas, a los 15.
¡Muy chica! ¿Después volviste a Los Ángeles?
Sí, a los 20 fui tres meses a estudiar, me había encantado el sistema de ellos y me encanta ir a otro país, conocer, soy re nómade en ese sentido. Pero después volví y me pasó lo de Edha y ahora este gran fenómeno de ATAV, es todo una locura, todavía no lo puedo creer.
Suéter, Vitamina, $6000. Pañuelo, Rapsodia, $990.
¿Y cómo sos con lo que ganás? ¿En qué gastás? ¿Tenés la idea de comprarte un depto o algo así?
No, lo tuve que soltar porque me di cuenta de que era imposible. Siento que nunca me voy a comprar un departamento. Aparte, yo soy de viajar mucho, de irme un tiempo afuera... Y vivir tres meses afuera es carísimo, sobre todo en Los Ángeles. Mi último viaje grande fue a recorrer el Sudeste Asiático con mi ex novio un mes y medio. Tailandia, Camboya y Malasia. No soy de pensar la plata mucho a largo plazo, sí tengo una parte que guardo y no la toco por cualquier emergencia.
¿Y cuál sería una emergencia?
Yo siempre tengo que tener plata por si me quiero ir a la mierda, un mes a recorrer Italia, por ejemplo, porque de repente, si me quiero ir y no tengo plata, me agarra claustrofobia. Eso o tener una emergencia real como que a un miembro de la familia le pase algo y no haya plata.
¿Con tu mamá tenés ahora una relación más cercana?
Ahora sí, la vamos construyendo de a poco. Tuvimos una historia bastante difícil. Ella hizo muchísimo por nosotros. En 2001, nos tuvimos que ir a Lobos por la crisis, el corralito, a vivir a una casa prestada. Mi papá viajaba tres veces por semana y mi mamá hizo malabares para criarnos a todos teniendo dos pesos. Los vecinos nos traían comida. Ella es una mujer con mucha fuerza. Después cayó en una depresión muy profunda y pasó un periodo de un montón de enfermedades que tienen que ver con la depresión... Yo era muy chica en un momento muy difícil como es para una nena la adolescencia, los 13 años... No hay manera de acompañar a tu mamá a esa edad, sos muy chica para acompañar.
No te toca, no es lo tuyo. ¿Ahí te fuiste a vivir con tu papá?
Sí, me crié toda la adolescencia con papá soltero, agarrando todas las mañas de hombre. Siento que hay una parte masculina en mí muy grande, muy desarrollada, por vivir con mi viejo tantos años...
¿Te quedó algo del cagazo a la tristeza?
Sí, un montón. Por eso a lo mejor me cuesta tanto dejarme acompañar, aparece el "¿por qué me quiere acompañar?". Me quedaron un montón de cosas que tuve que resolver en terapia, sufrí muchos ataques de pánico de chica... Un montón de cosas que tuve que resolver, pero eran parte del aprendizaje. Yo nunca me lamenté, fue "me tocó esto, ¿qué hacemos con esto?". Quitarle peso, todas las familias tiene un problema, la adolescencia ya es difícil de por sí...
Lo que te enseñó tu papá, sacarle peso a todo.
Sí. Después te pasás un poco al otro lado y buscás generar empatía hasta con vos misma. Pero creo que el ataque de pánico viene a decirte algo. Para mí, hay que sentarse un día con una misma y decir: "Bueno, vamos a resolver lo que hay que resolver de verdad. Nunca soltaste ese novio que tuviste a los 21 y tenés 30, bueno, vamos a resolverlo". Hay que ser honesta con una misma y pensar para qué viene. Yo desde muy chica siempre fui honesta conmigo misma. Cargué con heridas de mi vieja y un día dije: "Bueno, vamos a resolverlas en terapia". Yo me conseguí la psicóloga, todo.
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Tenemos de título de tapa "volver a las bases", volver a tus valores, a las cosas que te sostuvieron siempre, que a veces cambian a lo largo de la vida y otras se mantienen. ¿Cómo fue en tu caso?
Yo tuve que hacer, para mí, todo lo contrario. Más que volver a mis bases, tuve que romper con todo aquello con lo que me habían criado y decir: "Estas creencias a mí no me pertenecen, son miedos que tienen que ver con mis papás, con el entorno con el que me crié". Tuve que empezar a limar todo lo que no me correspondía. Creo que volver a mis bases sí es no olvidarme de todo lo que pasé, de esa nena de 11 años que iba con su mamá a hacer improvisación y acordarme de que pasé por eso. Volver a lo real, a esos momentos en los que costó tanto, para poder celebrar hoy que esté todo tan bien. Hoy tuve que hacer el proceso inverso, más que volver a mis bases, sacar todo lo que no tenía que ver conmigo.
La sociedad también está deconstruyendo sus bases. Vos desde tu personaje en la tira tenés esa perspectiva de que hace 80 o 100 años no podíamos elegir ni con quién casarnos, nada.
¡Y era natural! Ya sabía lo que se venía, que no iba a poder trabajar y que te miraran el culo y por eso dijeran si eras apta o no para un trabajo. 100 años y menos también. Hay familias que traen un chico a la casa y, si el chico no tiene el estatus suficiente, ya es "ese chico a casa no entra". Es difícil.
¿Este año cómo sigue? ¿Tenés otros planes?
La verdad, no lo sé. Vamos a ver cuánto sigue la tira, hay que ver qué tan bien le va. Creo que vamos a seguir muchos meses más. Más adelante tengo muchas ganas de hacer cine. Estoy tratando de atraer eso mucho, mucho.
¿Cómo usás el sistema? ¿Cómo atraés?
Ay, no sé, queriéndolo mucho. No sé, aveces es prender una velita... ¡O irme a dormir viendo la foto del director!... Pero, la verdad, ni idea. Es que mi trabajo es incierto, es presente absoluto, y yo tengo 23 años, siento que tengo mucho por delante. Pero voy día por día, probando, abrazando, agradeciendo, pero también trabajando sin parar.
Maquilló Sol Carreras para Estudio Duo. Peinó Christian Di Petta con productos Matrix para Vardo Management. Agradecemos a Lía Sol Peralta, Coni Katabian, Carolina García para Estudio Duo, Meme Fallcone accesorios y Chas Park Studio por su colaboración en esta nota.
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