Dejé todo para irme a vivir afuera pero me aseguré de pensar estas 8 cosas
Yo era la que lloraba en aeropuertos y aviones cada vez que me tocaba regresar. La sensación de abrir puertas que nunca iba a atravesar me ponía triste.
En muchos lugares a los que iba descubría posibilidades que me hacían enfrentarme con mi "futuro alternativo". Ese conjunto de cosas, situaciones y relaciones, seguía creciendo en mí una vez abandonado el lugar que me las revelaba y con el tiempo, se convertían en una sombra.
Hace dos años decidí tomar el toro por las astas y planificar un viaje en el que el tiempo no fuera un obstáculo para la exploración. .
Ahora que estoy viajando con fecha abierta desde hace un mes, puedo decir con toda seguridad que un plan de este estilo, tiene que empezar por acá.
Visas.
Las condiciones legales de inmigración son fundamentales para definir planes y plazos. En mi caso, al tener pasaporte de la comunidad europea, esta parte no fue un problema. De todas formas, en Europa existen permisos de estudio y de trabajo de hasta seis meses que pueden duplicar la autorización de estadía turística cotidiana, que en general, es de tres. Sino podés acceder a ellos, entonces lo ideal es que pongas tu ojo en varios destinos cercanos a los que puedas saltar sin problema. Por supuesto, considerar las posibilidades de acceder a trabajos temporales en cada destino es la siguiente brújula. Que tu viaje no tenga retorno no significa que no tenga rumbo.
Habilidades.
Es necesario que a partir de los plazos busques tener un as bajo la manga que te permita generar dinero mientras viajas. Yo soy periodista free lance hace varios años y sabía que podía contar con eso, pero aún teniendo una profesión formal, lo ideal es desarrollar otras, oficios universales y prácticos que te den alternativas inmediatas. Yo aproveché para hacer un profesorado de danza y reforzar idiomas. Conozco gente que se hizo barista, chef, profesor de ski, yoga, surf y hasta tarotista y astrólogo. Considerá parte de tu planificación desarrollar otros dones.
Plata.
Si realmente vas a hacer esto, tu mantra durante los próximos meses ¡o años! será "tengo que ahorrar". Vivir en un país con un tipo de cambio tan inestable hace que sea realmente difícil cumplir esta parte. Efectivamente, te tomará más tiempo. Yo trabajé cada fin de semana durante los casi dos años. Achiqué gastos y aprendí a vivir más austeramente. Eso también te prepara mentalmente para tener la flexibilidad mental que se requiere para viajar sin ser millonaria. Empezar a salir de la frecuencia "consumismo" es fundamental para el éxito económico de tu plan y lo será más aún si decidís vivir en ciudades con grandes tiendas. Lo ideal es que te mentalices para moverte liviana, sin decenas de bártulos, ropas y accesorios.
Vivienda.
Un buen parámetro de ahorros es lograr juntar unos cuantos meses de lo que sale el alquiler de una habitación en la ciudad en la que querés quedarte. Olvídate de hoteles, hostels y Arbnb y buscá el tipo de alquileres que usan estudiantes. Si, vas a tener que aprender a vivir compartiendo. Moverte mucho y sola, es muy costoso. Hacer base varios meses en un lugar te permite ir ajustando planes sobre la marcha. Por otro lado, convivir con gente que ya conoce el circuito te va a dar la contención que necesitás para empezar a abordar otro ambiente y cultura. Vas a tener que estar muy abierta mentalmente para esta parte. Mentalizarte es parte de la preparación.
Bancos.
Sí, claro, tendrás que pasar tus ahorros a una moneda fuerte para ir guardándolos de esta manera. Lo ideal va a ser que te lleves mucho efectivo (averiguá los límites de entrada de dinero de tu destino, en Europa es de diez mil euros) y que cuando llegues a tu destino, abras una cuenta. Suena intimidante pero no lo es. Países como Estados Unidos y varios de Europa te permiten tener cuenta siendo extranjero, en general, sin costos de mantenimiento por el primer año o mientras tengas cierta cifra depositada (que en general con algo así como mil dólares). Esto te va a permitir a tener una tarjeta de débito internacional sin tantos problemas como las que suelen traer las argentinas, siempre sujetas a límites de extracción impredecibles. De todas formas, sí te conviene tener una o preferentemente dos tarjetas de créditos argentinas, propias o la extensión de alguien que confíe en vos. Asegurate de que tengan chip. La tecnología de banda en muchas países ya es obsoleta.
Trámites.
Acordate también de tener perfecto conocimiento de tu sistema de homebanking y atención telefónica argentinos, para que puedas acceder a tu cuenta desde el exterior. Si vas a usar una tarjeta argentina, dejá algunas reservas en una caja de ahorro en dólares para pagarla. Desde afuera es muy difícil, casi imposible, y muy costoso, autotransferirse. Contempla como parte de tus gastos un seguro médico internacional. Si comprás tu pasaje con ciertas tarjetas de crédito este ya viene incluído y su duración tiende a ser tres meses. Te conviene expandirlo a uno mejor y pasados esos tres meses, ver qué tipo de seguro se ofrecen en tu país de destino siguiente.
Tu vida.
El paso más vertiginoso es definir qué vas a hacer con tu vida actual. Qué vas a hacer con el espacio en el que vivís mientras no estés es un ejercicio que te va a permitir empezar a soltar amarras. Yo alquilaba y decidí simplemente no renovar el contrato, deshacerme de cosas y dejar otras en la casa de mi familia. En el proceso, descubrí que es mejor pensar estas cosas una vez avanzado tu plan de ahorro y con un panorama claro de tu condición inmigratoria. Tener claridad te va a alentar a tomar decisiones más sólidas porque el vértigo puede ser apabullante. No te apresures ni te presiones. Considerá incluso comprar el pasaje algunos meses antes, cuando tengas la plata y los papeles en orden y resto para proyectar con fantasía. Es importante que tu ánimo y entusiasmo estén firmes. Dar este paso con miedo puedo ser traicionero. Y por otro lado, si finalmente decidís no darlo ¡vas a tener unos buenos ahorros!
Una última cosa. Los días previos a lanzarte, desdramatizá y repetí esta frase amuleto: "siempre puedo volver". Y es cierto. Siempre podés volver.
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