Deco: una casa circular en Parque Leloir
Un diseño monovolumen que refleja el espíritu multifacético y creativo de Agustina, su dueña.
La casa de Agustina Fernández –periodista, escritora y fotógrafa de 33 años– condensa perfectamente esa frase que dice que "como es adentro, es afuera": recorrerla es espiar su mundo interior. En sus ambientes conviven el espíritu emprendedor y toda la fuerza creativa de su dueña, conjugado con su amor por el arte, las letras y el diseño. Y también, claro, conviven sus facetas como mamá de Chloé y Rita y como mujer de Claudio. "Quise que a cualquiera que entrara, aunque yo no estuviera, mi casa le hablara de mí, de mi marido, de mis hijas", dice.
Agustina y Claudio se criaron en el mismo barrio, compartieron colegio, se enamoraron y, cuando eligieron tener una vida juntos, decidieron mudarse a esta casa de Parque Leloir diseñada por Alejo, el hermano arquitecto de Agustina. Organizada en dos plantas de forma circular, alrededor de un patio con árboles por donde se puede ver el pasar de las estaciones, Casa Chloé –así se llama– es puro aire y luz.
Y si las casas pudieran hablar, esta te contaría bien quién es Agustina. En su estudio, por ejemplo, lucen apiladas algunas ediciones de Gataflora, la revista que supo fundar y dirigir cuando tenía apenas 25 años y a la que le imprimió su fascinación por personajes como Frida Kahlo, Alejandra Pizarnik o Marta Minujín. La revista ya no se comercializa, pero la pluma de Agustina podés encontrarla hoy entre las páginas del diario La Nación, donde colabora.
Cocina
Acá llegan amigos y familia para compartir comidas que preparan en dulce montón. "La cocina de mi mamá y la de mi abuela se ensuciaban, y mi cocina también, ya está curtida. Es una cultura casi familiar: nosotros, a los lugares, los vivimos". Agustina cree que a las casas hay que habitarlas con vitalidad, que hay que ensuciarlas, desordenarlas y, sobre todo, compartirlas.
La gran protagonista de este ambiente es una isla de mármol de Carrara; encima cuelga un juego de lámparas de diferentes tamaños de Jaus ($5000, el set de seis piezas), la marca de lámparas que montó Agus con una amiga a base de artefactos que heredó de un viejo depósito familiar. "Amo el pulguerío, me parece terrible comprar cosas solo porque se usan", dice. Para ganar en practicidad, la vajilla se exhibe en una estantería "Trapecio", de madera maciza de paraíso, de Muebles Muc, que permite el paso de luz natural.
Biblioteca
El amor de Agustina por las letras –y sobre todo por las escritoras mujeres– se hace evidente en la enorme biblioteca semicircular de madera, en la planta alta, que incluye a autoras como Marcela Serrano, Clarice Lispector o Simone de Beauvoir. La casa fue testigo también del despliegue de Agustina como novelista: allí, mientras esperaba la llegada de Rita, su segunda hija, escribió su primera novela, aún sin publicar.
Alrededor de la biblioteca, Agustina tiene su estudio, pensado como un "lugar de paso", para poder estar cerca de sus hijas, que están siempre alrededor, jugando, dibujando o disfrazándose. "Amo estar con mis hijas; contraté una niñera, pero duró cinco meses".
Cuarto de las nenas
Es el espacio más mágico de toda la casa y, sin duda, tiene que ver con la decisión de Agustina de "hacerles más linda la vida". Inspirada en su propia infancia, les diseñó una cama marinera y la mandó a hacer con un carpintero ($10.000). El toque final se lo dio con una guirnalda de luces (conseguilas en la tienda de Iluminadas, desde $150). Súper femenino, el cuarto tiene su propia minibiblioteca de títulos infantiles y sobre las camas, mantas tejidas al crochet (MercadoLibre, $800) y muñecas "home made", hechas por Agustina.
Cuarto + baño
Es un gran espacio sin divisiones que reúne el dormitorio, el vestidor y el baño. Donde sea que te pares y mires para donde mires, ves algo especial o un recuerdo de algún viaje. La fotografía es la otra gran omnipresente de la casa: los retratos de sus hijas y de los viajes en familia están en un estante de madera encima de la cabecera de la cama –es un detalle cancherísimo y fácil de hacer invirtiendo poco–. Las mesas de luz son tacos de madera maciza de álamo, con lustre natural (Muc, $1350). Para el baño, Agustina eligió un mueble antiquísimo (lo consiguió en El Cambalache, un local de antigüedades de Ituzaingó, por $2000) para ponerle dos bachas, el espejo y la grifería. ¿Las lucecitas? Las conseguís en el Barrio Chino. Pura onda.
¿Qué te pareció esta casa circular? Además: Deco: renová tu casa con pocos ítems, Arquitectura natural: ¿cómo construir una casa eco? y Cómo delimitar el espacio infantil
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