Deco: construyó un refugio de fin de semana entre las copas de los árboles, con un diseño en altura
María Eugenia Troncoso, junto a su pareja, imaginaron su casa sobre un humedal en Tigre, a pocos metros del río
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Ligada desde siempre al mundo de las tendencias, María Eugenia Troncoso se animó a innovar cuando imaginó su casa de fin de semana (que, también, fue refugio en pandemia).
“Con mi pareja, nos enamoramos del lugar, porque nos interesa lo agreste. Compramos el terreno y empezamos a construir en medio de la selva”, cuenta ella. Y eso es literal, porque el estudio AToT, Arquitectos Todo Terreno, levantó su casa sobre un humedal en Tigre, a pocos metros del río y en plena vegetación.
Agustín Moscato, el arquitecto a cargo del proyecto, priorizó proteger el medioambiente desforestando lo menos posible y con un desperdicio de obra casi nulo: armaron un sendero de 200 m para ingresar los materiales sin camiones y realizaron un montaje simple, pero más que atractivo.
“La materialidad estuvo ligada a la condición del lugar y a la logística”, explican desde el estudio. Usaron hierro, revestimiento de paneles, madera y vidrio, que regala la sensación de que el verde abraza. Al estar a más de 4 m de altura, la casa tiene una vista de 360° de las copas de los árboles y una cercanía al cielo que su dueña ama.
Del interiorismo se ocupó ella misma, que tiene saber en esa materia porque desde chica viajó por el mundo para detectar nuevos movimientos en la moda y la deco, que tradujo aquí. Tuvo su propia marca de decoración –Picnic Decor, que creó en 2006– y hoy es consultora en el desarrollo de negocios (@etconsultoria): “Para esta casa no fui por lo tradicional ni lo rústico, elegí diseños más modernos y disruptivos”.
Un material noble
La casa tiene dos plantas: abajo el sector social y arriba, los dormitorios. “Tiene una habitabilidad espectacular, porque está muy bien distribuida”, dice Euge. Son espacios abiertos, sin cortes y con una misma lectura en cuanto a materiales de piso, paredes y mobiliario.
“Quería que todo fuese invisible”, dice. La cocina es abierta y tiene un gran ventanal con vista a un palmar. “Cocinar acá es un placer –asegura Euge–. Cocino desde cero, porque tenemos una huerta que nos da felicidad y no consumimos alimentos procesados”.
Cuando invitan, prepara comida casera y una linda mesa con mantelería, vajilla y arreglos con flores y plantitas del lugar. “La basura en nuestra casa es casi nula, porque compostamos y Tigre tiene una buena política de reciclaje. El resto se va a la naturaleza”, agrega.
En los dormitorios y el baño la madera es protagonista absoluta: la usaron sin límites como una caja que contiene y regala calidez. Después, detalles en negro y ventanales con las mejores vistas: “Hicimos un balance entre vidrio y madera, porque la idea no era hacer una glass house”, cuenta.
Más bien, un refugio en altura que se sume al paisaje. Algo así como la casita del árbol.
Ser parte del verde
Afuera, la conexión con lo natural es bien palpable. Le dio sentido el paisajista Ignacio Montes de Oca, que hizo “paisajismo de machete –explica Euge–, sacando solamente lo necesario para plantar nuevas especies”. Del diseño del deck de madera y el quincho se encargó Charlie Teisaire, quien además sumó una laguna conectada con el río Luján para el riego natural del jardín. En este sector reciben a sus visitas o pasan tiempo de calma solos, leyendo o haciendo jardinería, una actividad que les resulta muy terapéutica. El plan que sueñan a futuro: construir algunos puentecitos internos para hacer recorridos de felicidad y tranquilidad. El vínculo con la tierra es parte del escape necesario para Euge: “Pisar el pasto y mirar los cielos me genera mucha calma”, dice ella.
Diseño elevado
No solo el verde transforma la casa con su crecimiento constante: también su diseño es innovador. Por ejemplo, en el living, este balcón aterrazado se abre hacia el exterior para un diálogo más cercano con la naturaleza; por eso ahí armaron un espacio para descansar o comer afuera, con una mesita de arrime, un sillón y sillas.
Pero también da la posibilidad de cerrarse por completo, como un portón levadizo, para aislarla del afuera. La fachada se destaca por su color negro y por el uso de materiales no tan típicos de la zona.
¿Lo típico? Se construyó en altura, también, por las crecidas del río: “Me entero un día antes, cuando las hormigas suben a casa y te avisan –sonríe–. Después, como estamos a media cuadra del río, vamos viendo cómo sube el agua. Estamos acostumbrados. ¡Hasta hemos salido en canoa!”.
Producción de Florencia Díaz.
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