De La Rioja a Tucumán, una Ruta del Vino alternativa en el Noroeste
Los nuevos caminos vitivinícolas llevan por valles de altura, con climas secos y grandes amplitudes térmicas que producen productos de alta gama de uvas torrontés y bonarda, de buen carácter y aroma intenso
El sol del verano lastima la tierra. Sobre sus motos de alta cilindrada, cuatro turistas se abren paso entre los cerros sobre un asfalto que parece derretirse con el calor. A gran velocidad trepan las laderas de tonos rojos y luego bajan hasta un valle fértil, muy verde, sobre el que se desparraman pueblos pequeños con casas de adobe, hombres de poncho y mujeres que trabajan sus telares. Entonces, detienen sus motos frente a una bodega de puertas abiertas, levantada junto a un viñedo repleto de uvas blancas y tintas. Apenas un rato después, los cuatro turistas disfrutan de un exquisito torrontés.
En los últimos años, muy especialmente en lo que va de esta década, las rutas del vino argentino han extendido sus rumbos por lugares que hasta hace no mucho resultaban insospechados. Provincias como La Rioja, Catamarca y Tucumán han desarrollado circuitos enoturísticos que poco tienen para envidiarle a los clásicos recorridos cuyanos y con la particularidad artesanal de muchas de sus bodegas. Diseminadas principalmente sobre zonas de valles, las vitiviniculturas riojana, catamarqueña y tucumana se caracterizan por tener vinos de alta gama que se producen a altitudes que oscilan entre los 1000 y 2500 metros de altura, con cielos de gran luminosidad y acentuadas amplitudes térmicas.
"En estas tres provincias se elaboran vinos con mucho carácter, con mucha carga de aromas, tanto en boca como en nariz. Sin dudas, la especialidad es el torrontés, que suele ser un blanco muy delicado, muy refinado, que es el que viene a buscar la mayor parte de los turistas. Pero también se produce un excelente bonarda, de intensos colores púrpuras y fragancias que remiten a frutos negros o ciruelas. Es enorme el número de viajeros que llega a los valles de estas tres provincias para disfrutar de sus vinos, y por eso se ha armado una Ruta Enoturística muy importante, en la que hay muchas fincas que ofrecen degustaciones y visitas", dice Julián Clusellas, presidente de Valle de la Puerta, una de las principales bodegas riojanas cuyos campos se encuentran casi en el centro geográfico de los Valles de Famatina. "Nuestros vinos más buscados son los de las líneas Alta y Gran Reserva, con los que elaboramos no sólo un muy buen torrontés que ha recibido varios premios, sino también unos malbec, bonarda y cabernet sauvignon que no se le quedan atrás en cuanto a la calidad", agrega Clusellas mientras sirve las copas de esos cuatro turistas que acaban de llegar con sus motos a la bodega.
Sin dudas, las principales bodegas de La Rioja se encuentran en los fértiles Valles de Famatina. Además de Valle de la Puerta, en esta zona tienen sus viñedos la finca Chañarmuyo Estate y la Cooperativa La Riojana, esta última convertida desde hace largo tiempo en la mayor productora de vinos de la provincia con una elaboración anual de tintos y blancos que ronda los 40 millones de litros. Rodeado por las sierras de Velasco y Famatina, este valle cuenta con un suelo aluvional cuya textura franca y arenosa resulta ideal para la actividad vitivinícola.
Además, la combinación de climas extremadamente secos y grandes amplitudes térmicas favorece de manera decisiva el crecimiento y la maduración de las uvas. Más allá de los valles de Famatina, la otra zona vitivinícola de importancia en La Rioja es la que rodea a la localidad de Villa Unión, en el sur riojano. "El desarrollo de Villa Unión como centro enoturístico es mucho menor que el de la región de Famatina, pero lentamente están apareciendo bodegas que comienzan a ofrecer visitas y degustaciones a los viajeros, como es el caso de Haras San José", dice Tania Avila, guía de la Secretaría de Turismo de La Rioja.
Catamarca, entre dunas y valles
Al igual que en La Rioja, la producción vitivinícola de Catamarca se desarrolla en dos zonas: una extendida a lo largo de los verdes Valles Calchaquíes y la otra sobre las áridas tierras de Fiambalá, en el occidente provincial que ladea la cordillera de los Andes. "Fiambalá es una espectacular zona de desiertos, en la que se encuentran las dunas más altas del mundo. Sin embargo, en medio de este paisaje tan seco, existen ciertos oasis de gran fertilidad en los que se elaboran vinos con mucha concentración, con mucha fuerza, debido al clima desértico que acentúa la amplitud térmica. En Fiambalá los días son muy tórridos, pero las noches pueden ser heladas", precisa Carlos Arizu, propietario de Cabernet de los Andes, una bodega joven que comenzó a funcionar en 2002 y que produce vinos siguiendo los revolucionarios conceptos de la biodinamia.
"Las cosechas, las podas y los riegos están en consonancia con los tiempos que dicta la naturaleza. Dentro de esta línea de vinos, nuestra estrella principal es el Plenilunio, que se cosecha en abril durante la luna llena, siempre a la luz de las antorchas", cuenta Arizu, que usualmente recibe turistas durante esas cosechas nocturnas de abril.
Además de Cabernet de los Andes, la zona de Fiambalá tiene otras bodegas que pueden visitarse, como Finca Don Diego, Cuello Roca, Alta Esperanza o La Sala, estas tres últimas en la localidad de Tinogasta, al sur de las dunas fiambalenses.
En los Valles Calchaquíes catamarqueños la bodega más importante es Hualfin, que tiene la particularidad de ser el fruto de un emprendimiento comunitario desarrollado para ayudar a los pequeños productores de la región. "Los fondos para levantar esta bodega salieron de las regalías de las empresas mineras que operan en Catamarca. Con ese dinero se levantó una empresa que es un sostén para los viñateros de los valles, ya que en estos momentos tenemos treinta productores del área que nos proveen de sus uvas para la elaboración de los vinos", relata Jorge Gómez, administrador de Hualfín. Sonriendo, levanta una copa de torrontés y brinda con una pareja de visitantes que acaba de llegar.
Tucumán, incipiente
Más hacia el Norte, los Valles Calchaquíes atraviesan los límites catamarqueños e ingresan en el territorio de Tucumán. Con apenas 22.000 km2, Tucumán es la más pequeña de las provincias argentinas y sus viñedos suman tan sólo 150 hectáreas, lo que representa menos del uno por ciento sembrado a nivel nacional. Sin embargo, la calidad de su producción de vinos de alta gama ha puesto a la provincia en un lugar destacado dentro la vitivinicultura argentina. En suelo tucumano las mejores bodegas son Altos La Ciénaga, Arcas de Tolombón, Posee y Las Mojarras, todas orilladas a la legendaria Ruta 40.
"El enoturismo en Tucumán es una industria que está desarrollándose con mucha fuerza. Aún no tenemos los servicios de los grandes centros vitivinícolas del país, como Mendoza o San Juan, pero hemos crecido mucho en los últimos años y sin duda vamos en camino de convertir al vino en uno de nuestros grandes atractivos provinciales", enfatiza Juan Goytía, ingeniero y responsable de la producción de vinos de Arcas de Tolombón, una bodega cuya marca insignia es Siete Vacas, con la que elabora un torrontés que está considerado como uno de los mejores de la Argentina.
"Estamos orgullosos de nuestros vinos", dice Goytía.
La cosecha, en su mejor momento
Como sucede en el resto de las provincias vitivinícolas de la Argentina, los meses del verano constituyen el tiempo de la vendimia en La Rioja, Catamarca y Tucumán. Dependiendo del grado de maduración de las uvas, este proceso de cosecha comienza en los primeros días de febrero y se extiende hasta el final de marzo de cada año. Incluso, en ocasiones la cosecha se realiza ya entrado abril para permitir el aumento de la concentración de azúcares en el grano de la uva.
"Ver los campos de uvas ya maduras y poder tener la chance de presenciar la cosecha hace que los meses de la vendimia sean siempre los mejores para visitar las bodegas", asegura Luis Rolando Díaz, dueño de la bodega tucumana Altos La Ciénaga.
En Catamarca, la vendimia se celebra con una gran fiesta que tiene lugar en Tinogasta durante febrero. Chacareras, zambas, desfiles de carrozas y la tradicional elección de la Reina del Vino constituyen los momentos más sobresalientes de los festejos, que este año se realizaron el 13 y 14.
Por su parte, las celebraciones de la vendimia en Tucumán son varios meses después de las cosechas, a mediados de junio. En 2015 la fiesta se realizó en las instalaciones de la bodega Arcas de Tolombón, lugar donde también está programada la celebración de este año, aunque es posible que se suspenda debido a que las heladas arruinaron casi la totalidad de la cosecha tucumana. Finalmente, en La Rioja la vendimia se homenajea con la Fiesta del Torrontés Riojano, en noviembre, cuando comienzan a madurar las uvas. La fiesta convoca siempre a importantes artistas folklóricos y es realizada en la localidad de Chilecito.
Datos útiles
Bodegas en La Rioja
- Valle de la Puerta.
RN 74 km 1186. Vichigasta, Chilecito. www.valledelapuerta.com
- Cooperativa La Riojana
La Plata 624, Chilecito.
www.lariojana.com.ar
Bodegas en Catamarca
- Cabernet de los Andes
B° Pampa Blanca, a 6 km de Fiambalá, Catamarca.
www.tizac-vicien.com
- Santa María de la Vid
RN 40, La Soledad, a 3 km aprox de la ciudad de Santa María.
bodepre@cosamanet.com.ar
- Don Diego
RN 60, San Pedro, Valle de Fiambalá, Catamarca.
www.fincadondiego.com.ar
Bodegas en Tucumán
-Altos La Ciénaga
RN 40 km 4307, Colalao del Valle, Tafí del Valle, Valle Calchaquí.
-Las Arcas del Tolombón
RN 40 km 4313, Chañar Solo, Colalao del Valle.
www.bodegalasarcas.com.ar
- Bodega Posse
RN 40 km 4284, Tafí del Valle.
www.bodegaposse.com
En Internet
www.argentina.tur.ar
www.vinosdeargentina.com
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