De enamorarse y otros misterios
Sofi,
Una vez más, me encantó tu última carta ¡Es cierto, estamos en cuenta regresiva! Te extraño mucho. Está en nuestro ADN ser hormiguitas viajeras y aún así, uno nunca se acostumbra a tener a los seres queridos lejos.
En poco tiempo te voy a volver a ver; ante mí va a estar mi hermana de siempre y, sin embargo, sé que también vas a estar distinta. Hoy creo que somos seres en constante cambio y que cada experiencia nos transforma. ¡Y te voy a ver con panza! En fotos no es lo mismo…. pronto vas a ser mamá. Eso sí es transformación.
Qué realidades distintas estamos viviendo, hermanita.
Acá, desde el hogar de un corazón solitario, y hablando de cambiar, hay algunos pensamientos al respecto que me andan rondando la cabeza.
Sabés, hace tan sólo un par de meses me sorprendí a mí misma autodefiniéndome "yo soy esto....", "yo soy así y asá…." Pero un día, creo que fue charlando con Vero en el último viaje de Tierra del Fuego a Buenos Aires, me di cuenta que sentenciar lo que uno ES, puede resultar una trampa, entrar en una cárcel difícil de escapar y, más aún, entendí que muchas veces cuando nos definimos ante otros, la cosa se pone peor: a esa cárcel le metiste triple candado.
Es que si a nosotros nos cuesta salir de nuestra zona de confort, a los demás les cuesta muchísimo más pensar en cualquier cambio respecto a quiénes decimos ser. "Soy responsable", "soy rebelde", "tengo mal carácter", "tengo una opinión para todo", "soy distraída". ¡Chau! Lo decís ante un otro y ya tenés la etiqueta puesta.
Quizás no somos sino que estamos. "Estoy distraída", "estoy teniendo mal carácter". Y eso lo deberíamos tener en claro ante los otros y hacia nosotros mismos. Estamos en constante movimiento y no siempre los roles asignados se corresponden al momento que uno atraviesa. A veces, ya ni podemos volver al rol social asignado, y a eso que decíamos ser, que creíamos ser…. Sabés de lo que te hablo….
Y si llevamos todo esto al plano del amor, creo que empiezo a entender por qué muchas veces fracasamos antes de empezar.
Algo que me pasó hace unos días me disparó varios pensamientos al respecto. Resulta que un chico me dijo algo extraño: "sabes que hace tiempo estoy enamorado de vos." Aclaro que lo debo haber visto unas pocas veces en seis años. Me quedé muy sorprendida y sólo le pude responder una simple realidad: "eso es imposible, no me conocés."
La situación me llevó a hacerme mil preguntas: ¿Qué nos pasa? ¿Por qué sentimos que nos enamoramos de gente que ni conocemos? ¿Cómo sabe si le seguiría gustando en caso de descubrir quién soy? O más bien cómo estoy siendo…. Y, de paso, otra pregunta que me viene haciendo ruido hace mucho: que alguien me explique por qué los hombres suelen enamorase rápido y se desamoran a la misma velocidad. ¿Tanto peso tiene su biología, el hecho de que por naturaleza sean visuales y cazadores de lo que parece presa difícil? ¿O será que cuando no nos conocen pueden imaginarse un ideal en la cabeza, y es de eso de lo que se enamoraron; de un frasco colmado con su idealización? Y cuando la realidad sustituye al ideal, pufff, ese enamoramiento se esfuma.
¿Nos pasa lo mismo a nosotras?
Y si él me gustara, ¿me estaría haciendo tantas preguntas?
Jaja, entre paréntesis, me acabo de acordar de este video, fragmento de una película. ¡Miralo, por favor! ¡Imperdible! No soy fan del actor, pero ella me encanta y esta parte es genial:
No sé, últimamente las historias que escucho son de mujeres que al comienzo se mueven con cautela y hombres que en ese instante ponen quinta a fondo. Mujeres que de a poco se abren y hombres que en el momento que tienen que conectar de verdad, salen corriendo.
Pero ojo, pareciera que toda la falla la estoy depositando en ellos. Y no. Creo que mucho pesa sobre nosotras. A veces, nos autodefinimos demasiado, y justo ahí es cuando nos tendemos la propia trampa de la que hablaba.
Parece que sin darnos cuenta, muchas de nosotras en las primeras citas enumeramos un decálogo de nuestras supuestas formas de ser, casi con orgullo, como queriendo declarar fortaleza de carácter de una forma bastante intransigente. Son nuestros caballitos de batalla, nuestros escudos protectores: "soy de las que piensa más en los demás que en mí misma", "soy muy sensible", "digo siempre lo que pienso", "me gusta ir siempre con la verdad". También si hablamos de relaciones pasadas; estas suelen venir con un torbellino de sentencias inflexibles que marcan lo que jamás volveríamos a permitir. Y el que está enfrente, a esa altura quizás ya se pregunta si todo ese maremoto de información no viene con una clave oculta, una que significa: "decime rápido que sos todo lo que quisiera que seas y que no tenés un ápice de las cosas que no volvería a permitir jamás en un hombre."
Tan solo quizás, ese hombre que está enfrente jamás te lastimaría intencionalmente, ni es de mentir y es respetuoso, pero no puede prometer nada, porque hay cosas que simplemente no se pueden prometer, sólo suceden. Y ahí estamos nosotras, mujeres a veces cansadas de fiascos, demandando sin querer respuestas inmediatas, cansadas ya de tanto comprender, dar y esperar en el pasado.
Mucha presión.
Y quizás, en esas primeras citas, ellos no quieren saber si somos las mejores, las más sensibles, las más fuertes del planeta. Tal vez sólo quieren descubrirnos de a poco y juzgar por sí mismos. Sentir.
No sé… Me encantaría saber qué opinás. ¡Sería interesante saber que opinan ellos!
Y bueno, hoy quizás estoy pensando todo mucho. Pero es sólo hoy. Estoy replanteando mi vida, re pensando mi presente. Eso no me quita mi espacio también para el sólo sentir y ojalá que cada día ese espacio se haga más grande.
Cierro con algo que me dijo mi amiga Ceci de Chile: "Hay que estar bien con uno mismo. Si después el universo conspira y nos regala a alguien especial…. bienvenido, pero que estemos bien con nosotras me parece que es el desafío."
Y me despido con este temazo. "….Quiero reconciliar la violencia de tu corazón.... Quiero exorcizar los demonios de tu pasado…." Ufff
Te quiero,
Cari
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