Daniela Sartori: la diseñadora argentina que presentó sus colecciones en París
Alejada, pero no por eso enemistada del “Fashion Stament”, es decir, de lo que se usa en cada temporada, la especialista en sastrería comparte su proceso de elección de recursos y producción de cada prenda. Nos cuenta en una entrevista exclusiva para OHLALÁ! el por qué de su apoyo al “copyleft” y el valor del diseño artesanal en el ámbito internacional.
¿Cómo y desde cuándo decidiste elegir el camino de la sastrería dentro del abanico de posibilidades que ofrece la moda?
Fue una decisión que casi vino sola: desde mis épocas de estudiante siempre me motivaron más los trabajos que tenían que ver con ese rubro, y también se dio que empecé a trabajar en marcas de ropa en el área de sastrería, fue un trabajo con el que me identifiqué instantáneamente, pura empatía. Salía solo por decirlo de algún modo, me gustaba mucho y no le veía la dificultad. Así pude aprender todo el proceso de la sastrería industrial, que nada tiene que ver con la artesanal, ese es otro camino que hice por mi cuenta, y que hasta el día de hoy es un aprendizaje constante.
La sastrería se dirige principalmente a un público exigente que busca un valor agregado al que ofrece el mercado. En tu caso, ¿cuáles son los atributos de tus prendas?
Mis prendas son una fusión de lo industrial con lo artesanal, aplico lo aprendido en un 100%, en el sentido de que no son trajes a medida sino que desarrollo cada prenda con su moldería y talles estándares. Pero existe un desarrollo artesanal: primero parto de una toile hecha mitad a mano y mitad a máquina en un textil similar al que voy a utilizar. Una vez aprobado el calce y diseño hago la primer muestra. Y ahí viene la otra parte que me encanta, los materiales que uso son muy nobles y la calidad de confección tiene que ser acorde a eso, no existe la confección industrial en ese proceso, lo principal se hace a máquina y todo lo que sea necesario se hace a mano -terminaciones de ruedos, ojales- y el interior de la prenda para mí tiene que ser una caja de sorpresas que uno abre y queda asombrado. Me gusta jugar con los detalles internos también.
Un proceso tan artesanal de este tipo conlleva además un trabajo de conciencia y promoción sobre los recursos y mano de obra local de nuestro país. ¿Creés que esta es justamente la puerta para triunfar en el ámbito internacional?
Creo que es una manera de arrancar y presentarse al mundo pisando fuerte, pero no lo hago como puerta para triunfar, es lo que me sale: trabajar a conciencia respetando mis tiempos y los procesos productivos de cada prenda. Como diseñadora no es mi intención reproducir o ser parte del modelo de producción fast fashion, donde terminás por explotarte a vos mismo, sacás obligadamente colecciones gigantes cada 6 meses que vas a tener que desechar a la temporada siguiente y que te llevó una eternidad y un esfuerzo increíbles, además del triple de tiempo y presupuesto que una marca comercial. Es incoherente pretender ser parte de eso. Y de eso las personas son cada vez más conscientes también. Todavía es un grupo reducido pero a nivel mundial se percibe un cambio, es cuestión de conectarse.
Presentaste hace muy poco tu colección Encantería en el marco del Paris Fashion Week. Contanos cómo llegas ahí y en qué consistió esta propuesta, ¿en qué te inspiraste?
Fue una participación en un showroom privado durante la semana de la moda de París, lo hice a través de mi agente de ventas en el exterior. La colección Encantería fue pensada enteramente para presentar en París, fue hecha con materiales 100% argentinos, de comunidades del interior del país, con lanas orgánicas, fieltros, paños tejidos en telar y algodón nativo. Sin procesos de teñidos y conservando el color original de las fibras. Y con el formato de producción detallado anteriormente. Quise que todo fuera “made in Argentina”, tenemos mucho para mostrar en el exterior y mucho valor agregado que el mundo tiene que descubrir.
¿Considerás que en el extranjero se valora mucho más el trabajo artesanal y el tipo de materiales que utilizás para tus diseños?
Creo que en un punto sí, pero tampoco creo que lo valoren porque sí o por el solo hecho de ser artesanal. Pienso que aprecian un producto que tenga un equilibrio entre lo artesanal y algo más haute couture, con una propuesta morfológica y estética interesante.
¿Creés que en la Argentina hay mercado para el diseño de sastrería, especialmente en cuanto a la moda femenina?
Hablando puntualmente de mi caso creo que existe un mercado aunque pequeño, es decir, tengo mis clientas que me piden prendas a través de la tienda on line o vienen al showroom, y si me piden en otro color, más largo, en otra tela, se los hago solo a pedido. Pero no puedo hablar de “mercado”. Lo que sí existe en Argentina es más un mercado de sastrería femenina industrial, desarrollada por las marcas en base a copias de tendencias de afuera.
Cuando hablamos de sastrería, lo primero que se nos viene a la mente es un traje a medida. ¿Cuál es tu “caballito” de batalla o prenda estrella que sabés que a todo el mundo le va a gustar?
El saco sastre, siempre.
Presentás tu colección en ADF Argentina Diseña Futuro, adelantándote a lo que se viene en moda argentina para competir en el mundo, ¿cómo es esa experiencia y de dónde surge esa inspiración?
Me pasó que desde que empecé a presentar colecciones en Buenos Aires nunca entendí los tiempos. ¿Cómo es eso de presentar colección con la misma temporada en curso? Y corroboré esa incoherencia cuando viajé al exterior y me dijeron “ustedes los argentinos presentan todo tarde”, ¡¿viste?! respondí yo. Tanto en San Pablo como en Nueva York me dijeron exactamente lo mismo. El desfile es para generar ventas, la colección es para presentar en un showroom a los clientes mayoristas, no para meras acciones de prensa y para invitar a la farándula. Y me parece que ADF es una manera de estar más a ritmo con el mundo, y me permite tener esa libertad de respetar los tiempos de presentación, producción y entrega.
¿Considerás que Daniela Sartori es una marca para pocos? ¿Te gusta la exclusividad como marca de lujo?
No soy muy amiga de los términos “para pocos” o “lujo”. El hecho de que sea para pocos es por una cuestión lógica de dimensión, claramente no apunto a una cuestión de clase y decir: para vos sí y para vos no, lejos está eso de mí. Mis diseños son copyleft, es decir que pueden ser reproducidos por personas sin fines comerciales o con fines sociales. Respecto al tema “lujo” es una cuestión compleja, porque ponerlo en esos términos no deja de ser una variante sobre el paradigma antiguo, algo snob según mi criterio. De repente el mundo se está dando cuenta de que todo lo que consume acarrea algún tipo de explotación y sufrimiento, desde una prenda, un celular, un café, la yerba del mate, todo. Y llamar lujo a todo lo que se separe de eso creo que es un error. Se trata más bien de una apertura de conciencia en un sistema que se cae a pedazos, es tener en cuenta al otro que está en la otra punta del mundo o a cien metros, es un acto de responsabilidad, es un consumidor que busca identificarse y ser empático con el otro.
¿Cuáles son los pasos que siguen en términos de moda y proyectos como marca?
Las presentaciones en el exterior recién empiezan, es decir que el objetivo es crecer mucho en ese sentido y en eso estoy poniendo toda mi energía. Además voy a seguir con las ventas en Buenos Aires y el interior del país. Por un lado, la colección SS17 Matria que se presentó en septiembre en ADF se va a presentar en febrero en París, fue una colección muy pequeña hecha con fibras naturales y todos tintes orgánicos y artesanales. Fueron 7 conjuntos donde cada uno era un color del arco iris, y se llamó Matria porque la hice en pleno embarazo de mi primer hijo, lo cual influyó muchísimo en el proceso de diseño, y además porque está ligada totalmente a la naturaleza. Por eso partí del arco iris e hice una investigación sobre los pigmentos que se pueden encontrar en la naturaleza, fue un trabajo hormiga que disfruté muchísimo. Por otro lado, Plenitud es una cápsula entre Daniela Sartori + Tasisto, que se comercializará sólo en París, en el showroom de Tasisto. Consiste en una línea de camisas de algodón nativo que se exhibe junto a las lámparas de diseño de Tasisto y se venden en conjunto. El color que le aplica la lámpara a la camisa es el color con el que luego se va a teñir la prenda. Es una fusión entre una intervención artística de coloración con luz y coloración con tintes orgánicos. Me encanta la fusión de la moda con otras disciplinas artísticas, y creo ahí está mi espíritu de “exploradora”, por decirlo de alguna forma, descubrir y sumergirme en nuevos desafíos.
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