Crece el número de yaguaretés en Misiones y se renuevan las esperanzas
Una de las razones por las que amo a los animales es porque mi familia siempre lo hizo y porque de chica jugué con una infinita cantidad de perros y gatos que adoptaban mis abuelos en Catamarca. Además, los caballos, burros, cabras, ovejas, vacas, pollitos y gallinas que criaban, fueron importantes para saber cómo eran de cerca, cómo se comportaban. A esa edad estaba lejos de cuestionar su encierro pero sé que, en algún punto, determinaron que me interesara protegerlos. También hubo otros animales, exóticos, salvajes, que conocí gracias a la literatura, teníamos una colección que dedicaba un libro a cada especie. Entonces vi antílopes, águilas, cebras y chitas -los felinos más rápidos del mundo- y jugué a ser animal: volé, nadé y corrí para que no me cazaran en la enorme sabana africana. Más tarde estudié que en nuestro país había yaguaretés, pude dibujarlos y los observé en documentales pero nunca me crucé con uno. Al igual que con los animales de los libros, no fue preciso, enseguida sentí conexión con ellos.
El yaguareté es el felino más grande de América, puede pesar entre 70 y 90 kg pero hay ejemplares que llegan a los 140 kg. Hace años su número no era un tema de preocupación, habitaban desde el sudoeste de Estados Unidos hasta la Patagonia y se reproducían en libertad. Pero la cantidad empezó a disminuir de forma tan alarmante que ingresó en la lista de animales en peligro de extinción. Se calcula que en Argentina hay unos 250 yaguaretés distribuidos en las yungas de Salta y Jujuy, la Región Chaqueña y porciones de la Selva Misionera o Paranaense.
En el documental “La última frontera”, de 2014, con la voz de Ricardo Darín, se habla de alrededor de 50 ejemplares encontrados en la selva misionera a través de cámaras trampa, que captan su presencia sin que ellos se enteren. El número era uno de los más bajos registrados hasta ese momento, y entre las razones, desde mediados de la década del 90’, se mencionaba: “La transformación de la llanura, la expansión de la frontera agrícola hacia los bosques, los conflictos con el ganado doméstico y la caza furtiva fueron factores determinantes en la desaparición de los grandes felinos”. A la caza del yaguareté, que está prohibida, se sumaba la cantidad de animales, también de otras especies, que morían por cruzar las rutas misioneras y encontrarse con el impacto de los vehículos a velocidad muy alta.
Ante este problema fue necesaria la participación de muchos actores que se reunieron para pensar en soluciones a largo plazo y hacer foco en la educación para tomar conciencia de que es un tema de todos, aunque nunca en nuestra vida veamos un yaguareté. Cuando un animal predador se extingue o se produce una baja en su número, se genera un desequilibrio en la naturaleza, una superpoblación de otros animales que ya no tienen quien los coma, eso afecta en forma directa a nuestro ecosistema.
Un plan de acción se lleva a cabo y parece que está dando resultados. Tanto que el 9 de junio, la Subcomisión Selva Paranaense, hizo el anuncio formal en Puerto Iguazú, de una recuperación en la población de yaguaretés en la provincia de Misiones. Participaron de esta subcomisión, creada en 2006, el Ministerio de Ecología y Recursos Naturales Renovables de Misiones, la Administración de Parques Nacionales, la Fundación Vida Silvestre Argentina, el Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico, el Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET-UNaM), Proyecto Yaguareté, la Red Yaguareté, y la Fundación de Historia Natural Félix de Azara. Se calcula que la población es de 90 ejemplares. El monitoreo de la selva Paranaense que incluye el Parque Nacional do Iguaçu de Brasil, arroja un cálculo de entre 71 y 107 animales.
El gobernador de Misiones, Hugo Passalacqua, fue el encargado de dar el anuncio formal y presentar los avances en la implementación del Plan de Acción para la Conservación del Yaguareté. Por su parte, el director de la Fundación Vida Silvestre, Manuel Jaramillo, destacó la importancia de contar con estos datos para saber que los esfuerzos están bien orientados.
Multas y mayores controles, además de una visibilidad que antes no tenían, son fundamentales para crear conciencia en la gente y también en los sectores ganaderos que deben convivir con la amenaza de estos animales cazadores y que piden una compensación por las pérdidas. A esto se refirió Norberto Angel Nigro, Presidente de la Red Yaguareté, “hay que seguir esforzándose: es imperioso que la Ley de Grandes Felinos se reglamente de forma bien operativa para que brinde soluciones realistas y concretas, es necesario limitar y controlar el avance de la ganadería dentro del Corredor Verde, seguir fortaleciendo las áreas protegidas y crear nuevas, en especial en el bloque central selvático del arroyo Piray Miní, y lograr disminuir de una vez por todas las altísimas velocidades en las rutas que atraviesan zonas de alta biodiversidad para terminar con los atropellamientos.”
Esto se suma al plan “Extinción Cero”, a cargo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación que trabaja con una gran red de más de treinta instituciones del sector académico, ONGs, y entidades públicas. Tiene como objetivo cuidar la biodiversidad y se enfoca en quince especies en riesgo crítico de extinción, de las que el yaguareté es prioridad.
A su vez, en la provincia de Corrientes, a través de la fundación Conservation Land Trustse está creando un centro de Conservación de Yaguaretés en los esteros del Iberá, que busca reintroducir la especie a partir de animales en cautiverio cuyas crías serían devueltas a la selva. El plan para cuidar a los yaguaretés avanza gracias al aporte de mucha gente. Los mayores predadores de este sistema, tenemos hoy la oportunidad de modificar nuestro comportamiento y corregir los errores, con empatía, sensibilidad y amor. Al salvarlos a ellos, nos salvamos a nosotros mismos.
Me pueden encontrar en kariuenverde@com o Kariu en Verde
Abrazo grande.
Kariu