Córdoba: 5 pueblos con atractivos únicos en el Valle de Punilla
En poco más de 100 kilómetros se puede atravesar el Valle de Punilla, una oportunidad para descubrir obras de arte, puentes colgantes, caminatas bajo la luna llena y hasta experiencias nudistas que se esconden entre las sierras de Córdoba
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Atravesar el Valle de Punilla, enclavado entre las sierras grandes y las chicas, al noroeste de Córdoba, propone sorprenderse con una experiencia en cada pueblo. Hilvanados por la ruta 38, viajaremos de norte a sur buscando en cada parada un lugar diferente y un puñado de anécdotas para atesorar. El recorrido empieza en un castillo embrujado y repleto de comics y termina entre puentes colgantes. Vamos a transitarlo.
1. Capilla del Monte
Capilla del Monte, esta pequeña ciudad famosa por su calle techada y anclada en la base del Cerro Uritorco, es el inicio de nuestro viaje. Toma su nombre de la primera capilla fundada en la zona por la familia española Jaimes hace ya casi 500 años. Hace más de un siglo, otra familia de pioneros, los Borgonovo, construyeron un castillo que con el paso de los siglos fue tomando fama de embrujado.
Ruidos nocturnos, luces inexplicables, leyendas urbanas hicieron que los vecinos evitaran pasar por la puerta del castillo, menos aún, de noche. Hasta que Hernán Doering, un arquitecto catamarqueño, lo compró para cumplir un sueño.
Pero no fue tan sencillo como soñar y hacer: la remodelación le llevó el doble de tiempo porque ninguna cuadrilla de obreros quería pasar más de una noche en el castillo. Luego de “luchar contra los fantasmas”, se terminó la restauración y se abrió el Castillo del Comic.
La colección personal de Doerieng ofrece un viaje de casi un siglo a través del comic con más de 30.000 muñecos, revistas, disfraces, juegos, maquetas. Prácticamente no hay nadie que no pueda encontrar un recuerdo personal en algún rincón del castillo.
- Datos de interés: la entrada tiene un valor de $800 y los horarios son de martes a domingos de 11:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00. De viernes a domingos también abre el restaurante y tienen un horario 12:00 a 15:00 y 18:00 a 00:00 hs. En verano hay patio cervecero, para que la experiencia sea completa.
2. La Cumbre
Descendemos por el Valle de Punilla para llegar a La Cumbre, la tierra de Manuel Mujica Lainez. Adoptó ese nombre en 1900 por ser el punto más alto del ramal de tren que la atravesaba: a 1141 metros sobre el nivel del mar se encuentra La Cumbre.
Perdiéndose entre sus calles se puede llegar a la casa de Matías Mischung y maravillarse con sus esculturas. Hormigas gigantes, lechuzas vigilantes, peces que flotan entre las plantas. Hierro, vidrio, cerámica, piedra se mezclan para dar vida a materiales y animales.
Trabaja en un 90% con materiales reciclados. “Desde lo técnico es mucho más complicado que trabajar con materiales nuevos”, explica el escultor. “Pero poseen una carga simbólica e histórica que, a mi trabajo, le suma significado”.
Estar allí es una oportunidad de comprender, con el autor, el espíritu de su obra y encontrar una experiencia distinta en La Cumbre. Se pueden encontrar con una idea del lugar en este Instagram (@matiasmischung) o sino mejor caminar hasta Bartolomé Jaime 619 para hallar su casa-taller El Rancho. Las esculturas te dan la bienvenida en la entrada.
3. La Falda
El viaje continúa por el Valle de Punilla hacia el sur para encontrar, recostada entre los pies de los cerros El Cuadrado y la Banderita, a La Falda. La ciudad más grande de nuestro itinerario, conocida en todo el país por ser la sede de los festivales nacionales del Tango y del Alfajor. No solo se puede bailar quebrado y degustar dulzuras, también se puede caminar entre los cerros a la luz de la Luna llena.
Una vez al mes, el primer sábado posterior a la Luna llena, el municipio de La Falda invita de forma gratuita a subir al Cerro La Banderita iluminados por luz plateada. “El recorrido total lleva unas cuatro horas y nos suelen acompañar unas cien personas”, relata Luciana Pacha, la secretaria de Turismo. “Intentamos cada mes que, más allá del recorrido, tenga un atractivo extra: en marzo celebramos el Día de la Mujer con un espectáculo de acrobacia en telas, en octubre hicimos concientización sobre le cáncer de mama”. Senderos, noche, Luna y una caminata que se graba en el recuerdo.
La próxima será el sábado 18. Toda la información en el Instagram de la Secretaría de Turismo de La Falda (@turismolafalda).
4. Tanti
Poco antes de llegar la final de la ruta 38, tomamos a la derecha por la ruta 28 con destino a Tanti. Los comechingones, aborígenes que habitaron la región, le pusieron el nombre de Tanti que significa “solar de piedra”. ¿Qué mejor opción para conectar el cuerpo con la naturaleza que en un solar de piedra? Para eso cruzamos todo el pueblo y llegamos a Yatan Rumi, la reserva nudista más grande de la Argentina.
Con una superficie de 1200 hectáreas (similar a 1200 manzanas de una ciudad), este campo nudista ofrece cascadas, estanques, cabañas y un camping para disfrutar de la naturaleza desnudo.
Abre su temporada oficial el primer fin de semana de diciembre con la tradicional Carrera Nudista, la única de Sudamérica. Pero tiene actividades todo el año para practicar el nudismo. Es un ambiente de mucho respeto entre los visitantes y con la naturaleza. Creado al pie del macizo de Los Gigantes por Miguel Suarez hace casi dos décadas, el lugar es ideal para una primera experiencia nudista.
“Entendemos todas las dudas iniciales con respecto al nudismo”, explica Miguel (60), ingeniero civil recientemente jubilado. “Basamos nuestra práctica en tres pilares: el respeto a sí mismo, a los demás y al medioambiente. Dejando de lado el ideal del cuerpo perfecto, para reconciliarnos con nosotros mismos y nuestra naturaleza”.
Los pueden contactar en su web, su Instagram (@yatanrum) o si llamás al 351 512 9114, te atiende Miguel.
5. Copina
Llegamos al final. El viaje por el Valle de Punilla termina en el sur, en busca de la última experiencia diferente. Recorrimos todo el Valle y arribamos a Copina, un pueblito tranquilo, elevado a casi 1500 metros sobre el nivel del mar. Para entender que el secreto del viaje no es el destino final, sino el recorrido.
El viejo camino que unía Punilla con Traslasierras tiene cinco pasarelas colgantes, los puentes de Copina. Las obras se realizaron hace un siglo a fuerza de músculo, explosivos en la montaña y poner piedra sobre piedra, a mano. En un tramo de apenas 30 kilómetros sobre la ruta provincial 14 se ubican los cinco puentes, que proponen una parada distinta en cada cruce sobre la naturaleza.
Es una zona con pocos servicios: conviene ir aprovisionado. Combustible en el vehículo, alimento y agua para pasar el día, y ganas de concluir un viaje disfrutando del recorrido.
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