¿Cómo se crea una historia?
¿Alguna vez escribiste o intentaste escribir un guión de cine u obra de teatro? ¿Con qué obstáculos te encontraste? ¿Qué te ayudó o te ayuda en ese proceso? ¿Tuviste algún guía o supervisor? ¿Te sentiste inspirado?
Con estas preguntas en mente nos juntamos a charlar con Javier Daulte, dramaturgo, guionista, novelista, director teatral y supervisor de nuevos autores.
-Javier, ¿qué se necesita para empezar a escribir una historia?
-Empezar a contar una historia es lo más fácil, cualquiera empieza a contar una historia. Lo difícil no es empezar a contarla, sino contarla. ¿Qué se necesita? Para quien escribe cualquier cosa que ve, que pasa, todo podría ser el comienzo de una historia. El tema es qué posibilidades tiene uno de darle a eso un desarrollo y que en ese desarrollo algo adquiera sentido.
-En tu taller te importa que los participantes empiecen sus historias sin tener mucha idea de cómo seguirán. ¿Por qué?
-Lo que intento es que quien participa del taller no sepa mucho más que yo de su propia historia para poder hacer juntos el camino. Para ir descubriendo juntos las potencialidades, las dificultades, las revelaciones, los sentidos que puede llegar a tener esa historia. Me interesa mucho que cada participante pueda escribir su guión u obra de teatro y al mismo tiempo que pueda oír su propia voz, que pueda escribir algo singular y propio.
-Sí, siempre hacés hincapié en que cada uno escriba la historia que solo uno puede contar. ¿Qué aconsejas y qué no para ello?
-En principio, cuando uno escribe con algún condicionamiento de encargo, como una fecha de entrega, eso me parece que desnaturaliza la posibilidad de crear ese material que solo esa persona puede producir... Un 70 por ciento de gente que viene al taller es gente que ya tiene conocimientos, que viene del teatro o del cine, no de las Letras, pero que no han escrito todavía una obra de principio a fin. Todavía es una incógnita qué va a resultar. Cuando uno dice "quiero escribir" tiene una fantasía en relación a cuál será la primera obra terminada. Terminarla es muy importante. Terminar la primera obra trae muchas satisfacciones y muchas frustraciones, porque es terminar una obra y al mismo tiempo aceptar que es esa obra y no todas las otras que yo me había imaginado, entonces para mí es muy importante acompañar en ese camino. Luego, cuando uno ya transitó una obra o dos obras, empieza a confiar más en esta singularidad, en este poder escribir lo que nadie sino uno puede escribir.
-¿Cuán importante es para vos la inspiración?
-Es importantísima, pero hay que ver qué es la inspiración, ¿no? Se habla de las musas, se dice que bajaron las musas o que bajó el ángel, se la pone en un lugar casi sobrenatural. Yo creo que la inspiración tiene que ver con un estado de ánimo. La inspiración está vinculada necesariamente con la alegría, con algo edificante. Aun para escribir la historia más deprimente, si te ponés a escribir es porque sentís que hay algo que algún sentido tiene. Es como ¿por qué te arreglaste y te pusiste linda? Porque tu ánimo te habilitó a eso. También se lo entiende por el opuesto. En un estado de angustia y depresión es muy difícil escribir. Es anti-inspiración. Puede ocurrir que alguien escriba y se descargue, como una catarsis, pero yo creo que si uno accede al acto de la escritura es porque allí hay algo que anímicamente está bien. Con la depresión no se puede crear nada.
-¿Y vos en particular hacés algo para estimular esa inspiración? ¿Mirar películas, por ejemplo? ¿O crear un clima de trabajo con determinada música?
-No, música mientras escribo no, a mí la música me perturba muchísimo, me molesta. Me gusta mucho el silencio para escribir. No me molesta que de pronto haya alguien dando vueltas, si está mi hijo, por ejemplo. Creo que hay que crear las condiciones para poder sumergirse. Es como con los maratonistas que corren 40 kms o los nadadores, dicen que hay un momento, que parece que es en el kilómetro 17, donde se pasa una barrera y ya cambió todo. Y en la escritura también estás y estás y estás... y das vueltas y te hacés un mate y te sentás, y atendés el teléfono y volvés y escribís... y de pronto algo pasa que te sumerge y escribís 25 páginas, y te das cuenta de que ya es de noche y están todas las luces apagadas. Uno entra en lo que se llamaría un trance creativo. Cuando el papel o la pantalla de la computadora desaparecen y uno no hace sino transcribir eso que está viendo y oyendo... Y esas 25 páginas quizás se escriben en una hora o dos, pero para que esas dos horas se produzcan quizás hubo que tener dos o tres horas previas de ese dar vueltas...
-O dos o tres días...
-Sí, sí. Bueno, hablo de una jornada afortunada.
-Y perdés total sentido del tiempo y del espacio.
-Y del cansancio. Te desprendés del cuerpo, no sentís hambre, no sentís sed. Después cuando te levantás te das cuenta de que te duelen las piernas, de que tenés la garganta y la lengua seca.
-En un texto autobiográfico el autor expone su vida de una manera directa. ¿Vos sentís que el autor de ficción también está exponiendo su vida en su obra?
-Uno está todo el tiempo hablando sobre sí mismo. No necesariamente como un Bukowski que parece exhibicionista... hasta lo impúdico a veces. Cualquier relato y forma de relato no deja de transmitir una suerte de opinión de la realidad de esa persona: cómo la mira, cómo la recorta, por qué elige esos elementos para poder contar su historia. A veces se expone de forma más impúdica, más visceral, más carnal, y otras veces se expone de manera más indirecta.
-Una vez que arranca una historia, hay muchos caminos posibles. ¿Cuál es el correcto, por llamarlo de alguna manera? ¿Hay algún síntoma o señal de estás eligiendo el camino correcto?
-A veces es muy claro cuando uno, frente a una alternativa, descubre una alternativa superadora como camino a seguir. Otras veces no se puede salir de la solución de compromiso. Y otras veces no nos damos cuenta. La pregunta es clave, si uno tiene la lucidez de saber que ésta es la decisión correcta, bueno, eso es lo que hace que un texto sea un muy buen texto.
-¿Todo proceso creativo tiene un momento de crisis?
-Sí. Yo creo que el momento de crisis define prácticamente al acto creativo. Yo diría: si no tuvo crisis, dudo que sea creación. Hay relatos, procesos que son tremendamente fluidos pero son excepciones que confirman la regla. Me ha pasado con obras, como Criminal, que fueron escritas como en una especie de rapto.
-Por último, ¿cuán importante para vos es divertirte con el material?
-Es fundamental. Es básico. A veces cuando uno trabaja por encargo, que tiene que entregar en determinada fecha, por ejemplo, en la tele, uno comete el grave error de ignorar ese síntoma. Yo trato de que no me pase: me tiene que gustar a mí. Tengo que pasarla muy bien haciéndolo. Por supuesto que no es una diversión liviana y autocomplaciente, pero sí fundamental.
-Es una diversión... ¿cómo la adjetivarías?
-Es un goce. Es un goce que no pasa por admirarse a uno mismo, no es un goce narcisista. Es muy loco porque es uno es el que escribe todo y de pronto, sin soberbia y sin narcisismo, puede decir: "qué bien que está esto". Y uno se siente un afortunado.
"Para ser creativo tienes que hacer algo. La creatividad va un paso más allá que la imaginación, porque exige que hagas algo en vez de estar tumbado pensando en ello." (Ken Robinson)
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